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Beatriz García

De Mercadona se puede huir. De Hacienda no

Belarra se erige ahora defensora del consumidor ante la "despiadada" Mercadona como si los ciudadanos fueran inútiles. Como si no fueran suficientemente capaces de comparar precios o de irse a otra cadena.

Belarra se erige ahora defensora del consumidor ante la "despiadada" Mercadona como si los ciudadanos fueran inútiles. Como si no fueran suficientemente capaces de comparar precios o de irse a otra cadena.
Lineal de cafés de Mercadona | Mercadona

Decía Milton Friedman en Libertad de Elegir que "nunca nos preguntamos la razón por la cual el supermercado tiene en sus estanterías los artículos que queremos comprar". La respuesta es el "poder del mercado", un mercado que se encuentra en constante agitación y donde, en última instancia, son los consumidores los que generan los precios con sus valoraciones sobre el producto que está en la estantería.

"Pero el sistema de precios funciona tan bien, con tanta eficacia, que la mayoría de las veces no nos enteramos de ello" añadía Friedman. Los precios transmiten información, estimulan la búsqueda de métodos de producción menos costosos y distribuyen la renta. Los precios organizan la economía sin necesidad del Estado, que es capaz de impedir su funcionamiento, por ejemplo, a través de las políticas monetarias que han desatado la tormenta inflacionista en la que estamos inmersos.

En el Gobierno de PSOE y Podemos el sistema de precios se encuentra en permanente amenaza. El último sector que el Ejecutivo ha arrastrado hasta su diana es el de los supermercados. Sobre estos negocios han propuesto desde cobrarles un impuesto extraordinario hasta fijar algunos de sus precios justificádose en los estragos que está causando la inflación en la ciudadanía.

El pasado fin de semana, la ministra de Derechos Sociales, Ione Belarra, avivaba la guerra al supermercado insistiendo en la necesidad de intervenirlos y de obligar a las empresas a crear una cesta de la compra con precios fijados. Sin aportar un sólo dato que respaldara sus afirmaciones, la líder de la formación morada consideró "indecente" que los grandes supermercados "se estén haciendo de oro" con la inflación.

En ese mismo discurso, Belarra señaló a Mercadona (también mencionó a Carrefour) y hasta llegó a insultar a su presidente. "Es indecente que el señor Juan Roig se esté llenando los bolsillos siendo un capitalista despiadado. Hay que decirlo claro, son capitalistas despiadados y tenemos que frenarles los pies", espetaba Belarra.

El insultante paternalismo de la izquierda

Si hay algo que caracteriza a la izquierda en general y a este Gobierno en particular es su insultante paternalismo. Belarra se erige ahora defensora del consumidor ante la "despiadada" Mercadona como si los ciudadanos fueran inútiles. Como si no fueran suficientemente capaces de comparar precios o de irse a otra cadena de supermercados si fuera cierto que Mercadona se hubiera vuelto tan prohibitiva e "indecente" como dicen.

Gracias a que el sector de la distribución cuenta con una amplia red de tiendas, que ofrecen a la población productos de calidad con los que alimentarse, los españoles tienen a mano numerosas marcas entre las que elegir. Que haya más de 25.000 tiendas repartidas por todo el territorio nacional genera una feroz competencia y -lo mejor- unos precios muy razonables.

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Pero entre todas ellas, los clientes han elegido a Mercadona por encima del resto siguiendo sus propios criterios. No el de Belarra. La firma valenciana tiene más del 25% de la cuota de los supermercados del país y le siguen, de lejos, Carrefour y Lidl. Si Mercadona estuviera abusando con los precios, los consumidores no habrán tardado en darse cuenta y en cambiar de marca, lo que será una gran oportunidad para que el resto de sus competidores le arrebatara parte del pastel al líder.

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Por tanto, si Mercadona se estuviera "forrando" con los precios (en 2021 redujo su beneficio y las cuentas de 2022 las publicará en dos meses) la principal perjudicada sería, en el futuro, la propia compañía. Pero Belarra ha encontrado en Mercadona el chivo expiatorio ideal al que cargarle la culpa de una inflación que está asfixiando a los consumidores del país, y que el Gobierno no solo es incapaz de controlar, sino que hace buen negocio de ella.

El récord histórico de los 239.789 millones de recaudación hasta noviembre es la prueba irrefutable de los pingües beneficios que se está embolsando de Hacienda con la desorbitada escalada de precios. Entonces, ¿quién se está forrando? Porque de Mercadona se puede huir. De Hacienda no.

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