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María relata cómo la mayor parte de la miel que consumimos es baja calidad o está adulterada con siropes.

El fraude de la miel china destroza a los apicultores españoles

María relata cómo la mayor parte de la miel que consumimos es baja calidad o está adulterada con siropes.

Hay muchas posibilidades de que la miel que compramos en el supermercado sea falsa y en realidad se trate de una especie de sucedáneo que poco o nada tiene que ver con las abejas. El problema es que resulta muy complicado comprobarlo, incluso revisando a fondo el etiquetado. Y mientras los consumidores sufren un engaño amparado por la Unión Europea, los verdaderos apicultores se ven abocados a la ruina, incapaces de competir con la falsa miel que importamos de China.

María es apicultora. Vive con su hija y su marido en Arconada (Burgos), una población con 8 habitantes censados en el año 2020, según datos del INE. Desde hace cuatro años, todos los días se encarga de cuidar, limpiar y vigilar sus 500 colmenas, en las que miles de abejas fabrican la miel Apimara. "Es miel pura. Tal cual. Sin aditivos, sin azúcar añadido, sin hervir, ni calentar, ni pasteurizar. Es la miel de verdad, la auténtica", explica María mientras abre un bote de miel de brezo y nos ofrece una cucharada.

La miel de tono ámbar es espesa y ligeramente granulada, tiene un olor fragante y un sabor intenso, dulce y auténtico. "Vivir de la apicultura no es sencillo. Es trabajo duro", dice María, "en las épocas de actividad estamos todo el día en las colmenas. Además, desde que apareció la Varroa destructor, un ácaro parásito que ataca a las abejas, hay que estar pendiente. Si no lo controlas, te quedas sin colmenas".

Ataviados con un buzo de apicultor para evitar las picaduras, nos acercamos a las colmenas. Mientras María abre los cajones y revisa los panales, nos explica de dónde sale la miel que acabamos de degustar. "Las abejas recolectan el néctar de las flores. Ese néctar tiene mucha agua, así que para evitar que fermente y se conserve durante todo el invierno, las abejas lo deshidratan, lo almacenan. Cuando llenan el panal, lo sellan con la cera que producen sus glándulas cereras para que no vuelva a coger humedad".

La falsa miel china

En España se considera que la miel es el producto de las abejas y se recolecta cuando está madura. Es decir, cuando está sellada (operculada) o cuando las abejas han reducido su humedad por debajo del 18%. Durante el proceso de deshidratación, las abejas se pasan el néctar de unas a otras, añadiendo unas encimas muy importantes para la miel. Por eso, respetar este proceso es esencial para garantizar la calidad del producto final.

"Pero en China, lo que hacen es cosechar la miel inmadura: sin deshidratar y sin sellar", explica María. "En cuanto se llenan los panales, se llevan a fábricas donde se deshidrata de forma artificial aplicándole calor y el producto no es de la misma calidad. Además, como allí tienen permitido utilizar antibióticos, tienen que filtrarla para eliminar los medicamentos, pero en el proceso también eliminan el polen, que es lo que permite detectar el origen de la miel".

En otros casos, el fraude es mucho más grave porque ni siquiera se trata de miel. Se han detectado partidas de falsa miel china que llegan a Europa adulteradas con siropes de maíz o de arroz. De hecho, el propio Parlamento Europeo señaló en un informe de 2018 que la miel es el tercer alimento más adulterado del mercado, por detrás del aceite de oliva y la leche.

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