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¿Por qué cayó Sanna Marin? La falta de austeridad tumbó a la primera ministra finlandesa

La líder socialdemócrata llegó a ser portada de Time, pero los votantes se han alejado de ella por el aumento del déficit y la deuda.

La líder socialdemócrata llegó a ser portada de Time, pero los votantes se han alejado de ella por el aumento del déficit y la deuda.
Sanna Marin, penalizada por el aumento del gasto, el déficit y la deuda. | EFE

Desde que llegó al poder en 2019, la finlandesa Sanna Marin se convirtió en todo un referente para la izquierda europea. Sin embargo, la popularidad que alcanzó a nivel internacional, incluido un reportaje de portada de la revista Time, ha sido insuficiente para que la joven primera ministra revalide el poder. A sus 37 años, todo apunta a que el supuesto ‘Efecto Marin’ se ha quedado en nada y su permanencia en el cargo de primera ministra quedará limitada a una única legislatura, tras el resultado de los comicios generales celebrados el pasado fin de semana.

Marin llegó al poder tras una dimisión y formó equipo con otros cuatro partidos. Ha lidiado con la pandemia del coronavirus y los miedos geopolíticos que despertó la invasión rusa de Ucrania, un acontecimiento que, de hecho ha precipitado el proceso de adhesión de Finlandia a la OTAN. Asimismo, ha sido fuertemente criticada por saltarse los protocolos anti-covid de su propio gobierno para celebrar diversas fiestas privadas que luego fueron divulgadas y generaron mucho revuelo.

Sin embargo, lo que ha terminado precipitando su derrota en las urnas ha sido una irresponsable escalada del gasto público y del endeudamiento, que intentó justificar sin éxito apelando a la necesidad de dedicar más recursos a la educación o la sanidad. La oposición alertó con éxito del ensanchamiento del déficit e insistió en vincular el desequilibrio presupuestario de hoy a los recortes o subidas de impuestos de mañana. Bajo su mandato, la deuda ha saltado del 65% al 71% del PIB.

Cabe recordar, por cierto, que Sanna Marin llegó a oponerse a los planes de Pedro Sánchez para el fondo de rescate europeo. Esta postura pro-austeridad choca con los pasos que fue dando su gobierno en clave interna, puesto que la frugalidad exhibida por el Ejecutivo en plena pandemia devino en dispendios excesivos a lo largo de 2021 y 2022.

El crecimiento se ha ido enfriando durante los últimos dos años, de modo que el "rebote" posterior a la crisis del coronavirus ha terminado ahogado por la escalada de la inflación. Para ser precisos, la economía solo avanzó un 1,9% en 2022 y puede cerrar 2023 en recesión. En paralelo, la inflación ha continuado su escalada y cerró el pasado ejercicio por encima del 9%.

El futuro primer ministro es Petteri Orpo, un candidato gris que, no obstante, ha ganado el poder gracias a la buena aceptación que ha cosechado su discurso pro-austeridad. Orpo ha defendido abiertamente la necesidad de equilibrar el presupuesto y no ha escondido sus recetas para recortar el déficit, entre las que ha citado el recorte de los subsidios de paro o el control de los desembolsos en materia de educación o salud.

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