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Comenzamos una serie de lecciones urgentes de economía especialmente preparadas para "progres". Empezamos con el límite de precios al alquiler.

¿Por qué limitar al 2% la subida de los alquileres provoca que se dispare un 14,5% su precio?

Comenzamos una serie de lecciones urgentes de economía especialmente preparadas para "progres". Empezamos con el límite de precios al alquiler.

¿Cómo funciona la cabeza de un progre? En primer lugar piensa en la necesidad de resolver un problema. Hasta aquí bien. A partir de aquí, todo mal: si los precios de los alquileres en el centro de las grandes ciudades, que es donde suelen querer vivir, están cada vez más caros, entonces la solución pasa por establecer límites públicos a los precios. Si limitamos las subidas de los precios del alquiler, así se frenará la escalada alcista.

Nada más lejos de la realidad. Lo cierto es que la intervención pública de los precios lo que provoca es escasez y precios disparados. Y es justo lo que ha pasado. Desde que el Gobierno limitó la actualización de las rentas de alquiler al 2%, el precio de los alquileres se ha disparado un 14,5% en el último año.

¿Pero cómo es posible?

Muchos tertulianos de izquierdas se llevaban las manos a la cabeza estos días alucinados por que los precios de los alquileres siguieran escalando pese al "tope" establecido por el Gobierno: "¡Pero cómo es posible que suban por encima del 14% si las subidas están limitadas al 2%!", exclamaban incrédulos.

Pues bien, de manera rápida y sencilla podríamos decir que porque el mero echo de escribir algo en el BOE no se convierte en realidad de manera automática. Y en segundo lugar, porque los efectos económicos de medidas intervencionistas en los precios tienen efectos evidentes sobre las dos variables que deciden el precio real de las cosas: la oferta y la demanda.

Un límite al precio de los alquileres en un país como España es nefasto. En primer lugar, porque destrozas la ecuación que pone en relación la rentabilidad con el riesgo. Es fácil entender que muchos propietarios prefieran mantener su casa cerrada y no asumir los riesgos de inqui-okupación, impago o vandalismo a los que la legislación española somete a los arrendadores, a cambio de una nula o escasa rentabilidad.

Así, una de las primeras consecuencias evidentes de esta legislación es clara: en el último año el 23% de la oferta de vivienda en alquiler ha desaparecido. Se reduce la oferta. Y si al mismo tiempo, al calor de la propaganda legislativa, más gente acude al alquiler se produce la tormenta perfecta: menos oferta y más demanda provocan una escalada de precios que se traslada al mercado en cada nuevo contrato que sale en alquiler. Ergo, aunque se limite el precio al 2%, la realidad es una subida de precios del 14,5% en sólo un año.

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