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Por qué esta oleada de colombianos: los cinco datos más llamativos de la última estadística de población

Se disparan los inmigrantes procedentes del país sudamericano; en sentido contrario, hay más salidas de rumanos que entradas.

Se disparan los inmigrantes procedentes del país sudamericano; en sentido contrario, hay más salidas de rumanos que entradas.
Miembros de la comunidad colombiana de Madrid en una protesta en el Parque de El Retiro | Europa Press

El pasado martes, el Instituto Nacional de Estadística (INE) publicaba la Estadística Continua de Población (ECP) a 1 de abril de 2023. Son datos provisionales, pero en las grandes cifras no debería haber grandes cambios ni sorpresas cuando se publiquen y actualicen los definitivos en el Censo de Población anual.

Lo más destacado, como siempre, es la cifra total. En esta ocasión, hablamos de los 48.196.693 habitantes que tenía España al comienzo del actual trimestre. Sí, incluso en el actual contexto, nuestra población sigue creciendo. Pero cómo, se preguntarán algunos, si nos dicen que cada vez somos una sociedad más envejecida y en la que nacen menos niños. Y las dos cosas son ciertas. Pero esta realidad se ve compensada por la inmigración.

Las siguientes son las cinco grandes cifras que nos deja esta estadística (al menos, las que más nos han llamado la atención en Libre Mercado).

- 50 millones: después de una década estancada alrededor de los 46,5 millones de habitantes, la población española vuelve a crecer con fuerza desde hace cuatro o cinco años. Y ha superado en los últimos dos el parón a consecuencia de la pandemia. Así, el 1 de enero de 2010 había en España 46.486.621 habitantes; el 1 de enero de 2018, esa cifra apenas había subido hasta los 46.658.447 habitantes. La cifra de abril es 1,5 millones superior a aquella y no es una casualidad: quitando el momento covid, que fue muy extraño, desde comienzos de 2018 estamos viendo un incremento constante de la población que se ha acelerado en los últimos meses. Por primera vez en mucho tiempo parece probable que superemos los 50 millones de habitantes en el próximo lustro.

No es que eso vaya a cambiar nuestras vidas en un día para otro, pero sí es una de esas fronteras psicológicas que probablemente darán que hablar. Miraremos de reojo a los grandes países de Europa (Italia, Francia, Alemania). Y, aunque seguiremos lejos de sus cifras, está claro que esos 50 millones hablan de una tendencia demográfica que hasta hace unos años parecía lejos de nuestro alcance.

El crecimiento de la población tiene importancia especialmente en lo que hace referencia al sistema de pensiones. Los cálculos del ministro del ramo, José Luis Escrivá, desde que era presidente de la AIReF, hablaban de la necesidad de incrementar el número de habitantes en España en al menos 10 millones (la mayoría en edad de trabajar, por supuesto) entre 2020 y 2050.

Es cierto que sus proyecciones en lo que tiene que ver con la natalidad no se están cumpliendo: los españoles cada vez tienen menos hijos; de hecho, tienen menos, incluso, de lo que se preveía. Pero en lo que hace referencia a la inmigración, los últimos dos años han supuesto un cambio de tendencia. En los últimos doce meses (a falta de confirmar al 100% estos datos provisionales del INE), la población residente en España ha aumentado en 590.184 personas. Si se mantuvieran estas cifras en la próxima década, teniendo en cuenta que la inmigración es el principal factor tras las mismas, sí podríamos alcanzar ese nivel de 8-10 millones de entradas netas para mediados de este siglo.

- 44.300: es la cifra de colombianos que han llegado a España en el primer trimestre de este año. El dato es muy llamativo. Si se mantuviese la tendencia a lo largo de todo este ejercicio, en diciembre estaríamos hablando de más de 175.000 nuevos habitantes en nuestro país procedentes del país sudamericano en un sólo año. El segundo país en número de inmigrantes en este primer trimestre ha sido Marruecos, con 23.200 (casi la mitad).

¿Cuál es la razón? Pues no resulta sencillo interpretar qué es lo que hay detrás de este fenómeno migratorio que, además, no se circunscribe a los últimos tres meses. En 2021, último ejercicio con datos definitivos, los colombianos ya fueron la segunda nacionalidad entre los inmigrantes que se dirigían a nuestro país, sólo por detrás de los marroquíes. Y los datos provisionales de 2022 apuntan a que en ese año fueron los primeros con cierta diferencia.

En su momento, se habló mucho de los venezolanos. Y es verdad que hubo algunos años que fueron una de las nacionalidades con más presencia en nuestras fronteras, debido fundamentalmente al colapso económico de su país tras el desastre de los gobiernos chavistas. Pero los colombianos llevan una década siendo una de las nacionalidades con más inmigrantes hacia España. Desde comienzos de 2022, sus números, que ya eran altos, todavía lo son más: por ejemplo, el INE da 76.351 inmigrantes procedentes de Colombia en el primer semestre de 2022. Puede ser algo coyuntural; no se puede hablar en términos demográficos de una tendencia con los datos de unos cuantos trimestres, pero incluso así, las cifras son llamativas. ¿Tanto se ha deteriorado allí la situación económica? ¿Hay alguna explicación que se nos escape?

Hay otros países sudamericanos, que también muestran una tendencia al alza desde el inicio de 2022, que se ha acelerado en los últimos meses. Y no hablamos de un incremento respecto al bienio 2020-21, algo que sería normal. Sino de un flujo de inmigración hacia España bastante superior al que había en 2018-19. Por ejemplo, desde Venezuela (con números que ya eran altos, pre-covid) han llegado más de 21.500 nuevos inmigrantes entre enero y marzo, cifras que, si se mantuvieran entre abril y diciembre, serían bastante superiores a las de 2019. También vemos lo mismo con Perú (18.800 llegadas en el primer trimestre de 2023), Honduras (10.100), Argentina (8.600)... ¿Será algo puntual, una especie de puesta al día tras la pandemia, que redujo mucho las cifras? Podría pensarse que había muchos esperando en estos dos años y que ahora sólo se están llegando los que no pudieron hacerlo en 2020-21. ¿O estamos ante un cambio más estructural fruto de los cambios políticos en la región y su declive económico?

- 101.021: es la cifra (negativa) de la caída en el número de personas nacidas en España que reflejan las cifras del INE en los últimos doce meses. Sí, a pesar de que la población en conjunto ha crecido en más de medio millón de personas, el número de habitantes nacidos en nuestro país ha caído en más de 100.000. No es porque nos estemos yendo al extranjero (algo que, si acaso, explicaría una pequeña parte del fenómeno), sino por esa tendencia demográfica a la que estamos ya acostumbrados: no hay nuevos nacimientos y la población está muy envejecida.

Esta tendencia no es algo que haya comenzado en 2022. Desde hace años, la población en España se mueve en esta dirección: cae el número de habitantes nacidos en nuestro país y crece el número de aquellos que no han nacido aquí; y si no cae tanto el número total de españoles es gracias a los nacionalizados, muy habituales sobre todo entre los inmigrantes de origen latinoamericano.

- 44.718: es la cifra de rumanos que dejaron nuestro país en 2021. En ese año (lo tomamos también como referencia porque, como decimos, es el último con cifras definitivas), llegaron a nuestro país 16.706 nacionales de Rumanía, dejando un saldo neto negativo de casi 30.000 personas. Al igual que ocurre con los colombianos, parece que no hablamos de un dato aislado: las cifras provisionales de 2022 y del primer trimestre de este año apuntan en la misma dirección.

¿Qué pasa con los rumanos? No está muy claro, aunque todo apunta a que el crecimiento económico en los países del este de Europa está haciendo que muchos de sus nacionales cambien una tendencia que había comenzado a comienzos de los años 90 tras la caída del Muro de Berlín. De hecho, no son solo los rumanos ni es España el único país en el que ocurre esto. Las cifras de salidas de otros nacionales de países del Este como los búlgaros o de países de la antigua Unión Soviética han ido creciendo en los últimos años (con la excepción de los ucranianos, por razones obvias, desde comienzos de 2022).

Sabemos que la economía de estos países ha crecido con fuerza a partir del cambio de siglo. Algunos de ellos, como Eslovenia, Hungría o los países bálticos ya tienen una renta per cápita similar o incluso superior a la de España (al menos si lo miramos en términos de paridad de poder adquisitivo). Otros, como Rumanía, todavía están lejos de nosotros en PIB per cápita, pero están creciendo con mucha fuerza en los últimos años. Éste es un fenómeno que se observa desde hace décadas: para que se detenga la inmigración o incluso se revierta la tendencia, no es necesario que el país de origen sea más rico que el país de destino; lo fundamental es que los nacionales de un país vean oportunidades en su propia tierra. En el momento en que esto empieza a ser así, dejan de emigrar con la fuerza con la que lo hacían antes. España es un buen ejemplo: no éramos más ricos que Suiza, Bélgica o Alemania en los años 70 u 80 y, sin embargo, la inmigración se detuvo por completo a comienzos de aquella década. ¿Por qué? Porque ya había oportunidades en España.

Y un apunte curioso: los chinos, que es uno de esos colectivos del que siempre se ha dicho que anticipan las tendencias en el país al que se dirigen, que saben interpretar cuando un destino va a ser atractivo desde el punto de vista económico y que huyen del mismo cuando dejan de ver esas oportunidades. Pues bien, desde hace unos años estamos viendo salidas netas de nuestro país. En 2021, por ejemplo, salieron 11.428 y llegaron sólo 5.858. Es verdad que la cuestión covid puede haber influido especialmente en los inmigrantes-emigrantes de esta nacionalidad. Habrá que observar con cuidado qué pasa en los próximos trimestres.

- 17,2%: es el porcentaje de no nacidos en España que viven ahora mismo en nuestro país. Nunca la cifra fue tan alta. Hablamos de más de 8,3 millones de personas para ese total de 48,2 millones de habitantes que apuntábamos al comienzo del artículo. Aunque es verdad que si miramos españoles-extranjeros las cifras son algo más bajas (sólo hay 6,2 millones de extranjeros) por las nacionalizaciones de las que hablábamos antes. No es algo nuevo ni que se deba a las cifras del último año. Aquí sí podemos hablar de una tendencia consolidada desde hace al menos dos décadas.

Pero, incluso así, llama la atención: si se mantienen estas cifras (100.000 nacidos menos en España al año y 500.000-700.000 nacidos en el extranjero que llegan a nuestro país) en tres-cuatro años podemos estar por encima con un 20% de población no nacida en España. Ni somos el primer país al que le ocurre ni tiene por qué ser bueno o malo. Pero está claro que es un cambio significativo en la composición de nuestra sociedad. Porque, además, estos dos colectivos no están distribuidos de forma similar por edades: la población nacida en España está muy envejecida respecto a los que llegan de otros países.

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