En un reciente editorial, el periódico económico del grupo Prisa, se preguntaba cómo era posible que hubiera sufrido tanto castigo el Partido Socialista en las elecciones autonómicas y municipales del 28 de mayo, si la economía española iba tan bien, "como una moto", como presumía recientemente el presidente del Gobierno. Lo curioso de aquel editorial de Cinco Días es que concedía que ese brillante desempeño económico no evitaba el impacto de la inflación, que el empobrecimiento de los españoles fuera palmario o que "la progresiva convergencia de la clase media con los llamados colectivos más desfavorecidos complica el relato económico y las políticas sociales han quedado opacadas en el citado ruido electoral".
Y si bien es cierto que no se puede afirmar que nuestra economía vaya "como una moto", sí que la clase media cada día se identifica cada más con "los colectivos más desfavorecidos". Los datos, lamentablemente, dibujan a la perfección esta lamentable realidad en España, y alejan el discurso triunfalista del Gobierno de un discurso homologable con la realidad que vivimos.
Mano de obra barata
Los datos de Eurostat no dejan lugar a dudas: los españoles somos una de las manos de obra más baratas de la UE, sólo por delante de países como Portugal o Estonia.
Si sólo atendemos a las magnitudes correspondientes a sueldos y Salarios España a diciembre de 2022 pagaba una media de 17,5 euros por hora, muy por detrás de países como Eslovenia con casi 20 euros/hora, Italia, 21,2 euros/hora o la media de la unión europea de los 27, 22,9 euros/hora o la zona euro 25,25 euros/hora.
Por supuesto, estamos muy lejos de países como Bélgica, con 33,4 euros/hora, Irlanda, 31,8 euros/hora, o Luxemburgo, el país en el que más cobran sus ciudadanos con 45,4 euros/hora.
Si a ese coste laboral le unimos los impuestos y le eliminamos las subvenciones, elevamos el coste por empleado en España hasta los 23,5 euros/hora. Ahí sí superamos a Eslovenia, que se qeuda con 23,1 euros/hora. Sin embargo, seguimos por detrás de las grandes economías europeas y las medias de la región, como los 30,5 de la media de la UE o los 34,3 euros/hora de la media de la zona euro.
Finalmente, si nos vamos a Luxemburgo estamos hablando de 55,6 euros/hora, Bélgica 43,5 euros/hora o Dinamarca 46,8 euros/hora. Irlanda también nos pasaa con 37,9 euros/hora.
Peor cuña fiscal de la UE
En esta realidad concurren otras dos que son palmarias: La primera es la cuña fiscal, que ha crecido en España. El informe Taxing Wages, elaborado anualmente por la OCDE, ofrece una estimación homogénea del impacto que tienen las cotizaciones sociales y el IRPF sobre el salario de los trabajadores de las principales economías desarrolladas. Tomando en consideración ambas retenciones, encontramos que la "cuña fiscal" aplicable al empleo en España oscila entre el 35,7% y el 43,7%, dependiendo de si hablamos de un sueldo bajo (18.000 euros), medio (27.000 euros) o medio-alto (45.000 euros).
Esto lo que significa es que siendo de los europeos que menos cobramos, somos de los que sufrimos un saqueo fiscal más agresivo.
Peor caída de salarios reales de nuestra historia reciente
Además, a esto se le suma una fuerte caída de los salarios reales debido a la inflación, que ha sido mucho mayor que las subidas salariales pactadas. En concreto el salario real de los españoles cayó un 5,4%, según el informe publicado sobre la cuña fiscal de los salarios elaborado por la OCDE.
El PIB sube ¿por qué?
Quizá lo más sangrante de esta situación en la que vivimos los españoles es que el Gobierno lo aproveche para sacar pecho. Muchos economistas coinciden en que precisamente el empobrecimiento de los españoles está detrás en parte de que no haya aflorado un desempleo fuerte. Somos campeones en tasa de paro de la Unión Europea y de la OCDE, pero lo cierto es que no se ha desbocado a tasas conocidas por encima del 20%.
También estaría detrás de que el PIB registre tasas positivas aunque no hayamos conseguido recuperar los niveles prepandemia.
Sin embargo, esta situación prolongada se traducirá en una caída importante del consumo interno que podría desencadenar una quiebra de empresas y, por tanto una recesión profunda.