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Ni violencia machista ni bandera LGTBI, los problemas extremeños son otros: es la región más pobre de España

Guardiola antepone cuestiones LGTBI y de género a problemas de competitividad y retraso económico en sus estrategia para formar gobierno.

Guardiola antepone cuestiones LGTBI y de género a problemas de competitividad y retraso económico en sus estrategia para formar gobierno.
María Guardiola, candidata del PP a la Junta de Extremadura. | Europa Press

Como extremeño he pensado en muchas ocasiones lo que se parece Extremadura dentro de España a España dentro de Europa. Se trata de una región muy rica en recursos naturales, una muy buena huerta y casi mejor ganadería. En sus dehesas se crían los mejores jamones del mundo y los tomates de la zona de La Serena sirven para elaborar las salsas de marcas que se venden en todo el globo. Las cerezas del Jerte no tienen competencia, y las tortas del Casar han ganado más de un premio internacional de quesos. Por no hablar de sectores tan de nicho como la cerveza artesana en la que el extremeño Sevebrau ha sorprendido en Europa con un talento natural para este elixir. Por no hablar de los cada vez más competitivos vinos extremeños.

Extremadura goza de paisajes naturales sin parangón y de vestigios culturales de primer orden, como el casco antiguo de Cáceres, Guadalupe o Trujillo, por no hablar de las ruinas romanas de Mérida, unas de las mejor conservadas del mundo. Desde el punto de vista comercial, sus virtudes naturales cuentan además con una ventaja competitiva que sólo comparten con Extremadura Galicia y Andalucía, que es la cercanía con un potencial socio internacional: Portugal.

Sin embargo, años de abandono y desidia institucional y largos años de socialismo han convertido a Extremadura en el farolillo rojo crónico de España. Extremadura aparece en los peores puestos de los distintos rankings de competitividad y desarrollo económico y en los primeros de endeudamiento, gasto público o déficit.

Así como España tiene todas las virtudes necesarias para convertirse en el polo de desarrollo de Europa (clima, infraestructuras, cultura, gastronomía, playas) Extremadura tiene todo lo necesario para discutir, si quisiera, el primer puesto de crecimiento y desarrollo a la locomotora de España que hoy es Madrid. Sin embargo parece que un mal condena los extremeños a ser considerados la región más pobre de España. Y es que lo es.

Por este motivo las elecciones del pasado 28 de mayo eran tan importantes. Extremadura ha estado secularmente gobernada por la izquierda. Así ha sido desde que llegó la democracia con la única excepción de los cuatro años (2011-2015) en los que gobernó el popular José Antonio Monago y que se convirtió en una oportunidad perdida, ya que no fue capaz de dinamizar ni un poquito la economía. Al contrario: duplicó la deuda y el déficit, enterrando sine díe la posibilidad de que la derecha desbancara en algún momento al rodillo socialista.

Pues bien, el 28 de mayo se obró el milagro. Por pocos votos, contra pronóstico y sobre la bocina, María Guardiola, la candidata del PP que impusieron en el partido Teo García Egea y Pablo Casado, tenía en su mano la posibilidad de desbancar a Guillermo Fernández Vara de la presidencia de la Junta. Los votos de PP y Vox permitían un cambio de gobierno.

Sin embargo, la cacereña parece decidida a dejar pasar la oportunidad, a cercenar la ocasión que se le ha presentado para cambiar las cosas en Extremadura porque no se ve con ganas de pactar con Vox. Lo curioso del asunto es que las grandes razones que le impiden formar gobierno son cuestiones como la violencia doméstica (o "machista", según su propio discurso), la deshumanización de los inmigrantes y la bandera LGTBI.

Así lo expresó en la primera entrevista que concedió tras dar el portazo al acuerdo con Vox, y que fue a la radio de Prisa, la cadena SER:

"Yo no puedo dejar entrar en el gobierno a aquellos que niegan la violencia machista, a quienes usan el trazo gordo, a quienes están deshumanizando a los inmigrantes y a quienes despliegan una lona y tiran a una papelera la bandera LGTBI"

¿Son estos los problemas de Extremadura?

Cabría pues pensar que para Guardiola estos tres extremos constituyen algunos de los problemas capitales que tiene Extremadura como región. Veamos:

4 mujeres asesinadas… en los últimos siete años

En cuanto a la violencia doméstica, en lo que va de año no ha muerto ninguna mujer a manos de sus parejas masculinas, afortunadamente. En 2022 fue asesinada una mujer a manos de su marido. Si miramos las estadísticas vemos que desde 2016 han muerto en total 4 mujeres por delitos relacionados con la violencia doméstica. Es decir, 4 mujeres en siete años. Cuatro dramas que no esconden una realidad evidente: la violencia contra las mujeres no parece una prioridad urgentísima en Extremadura.

31 delitos de odio por orientación sexual en siete años

¿Tiene acaso Extremadura un problema de persecución y odio por razones de orientación sexual? No. En los últimos siete años, según las estadísticas del ministerio del Interior, se han registrado un total de 31 delitos, de toda índole, relacionados con el odio por la orientación sexual. 31 delitos en 7 años, algo más de 4 delitos al año.

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15 delitos de odio relacionado con el racismo o la xenofobia

Si acudimos a la misma estadística y filtramos por delitos relacionados con el racismo y la xenofobia, de nuevo, cualquier tipo penal que busquemos, y salen 15 en 7 años. Prácticamente a una media de 2 delitos por año en toda Extremadura.

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¿Cuáles son los verdaderos problemas de Extremadura?

Cualquiera que haya intentado competir, emprender y prosperar en Extremadura sabe perfectamente que los problemas de esta región tienen más que ver con una excesiva e ineficiente regulación y una pésima asignación de recursos, que la convierten en una de las comunidades autónomas que más gasto público registra y que menos impacto en la economía tiene este gasto. Al mismo tiempo, las regulaciones son dantescas y la mano de sus políticos ha hecho que se pierdan importantes inversiones como la de la Central Nuclear de Valdecaballeros a principios de los 80, o que complejos residenciales y de ocio como la Isla de Valdecañas se han convertido ya en un canto a la inseguridad jurídica.

Libre Mercado conoce, en primera persona, a empresarios que llevan más de 15 años intentando desarrollar proyectos turísticos en la región con escaso éxito, pese a cumplir sin rechistar con los constantes cambios arquitectónicos y estructurales a los que cada vez un técnico distinto les obligó a ejecutar en las instalaciones para las que pedían sin éxito licencia de actividad.

Buen ejemplo de la situación que vive Extremadura son los datos que recoge el último Informe sobre Libertad Económica que elabora el Think Tank Civismo.

"En España, la región con un PIB per cáptia más reducido, Extremadura, corresponde de forma regular al último puesto en el índice de libertad económica", reza el informe.

No en vano, Extremadura es la que menor índice de libertad económica registrar en el ranking de Civismo. Posición que lleva ocupando ininterrumpidamente desde la última década.

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Por el contrario, es la región donde más empleo público se crea en relación con el empleo privado, y es una de las regiones con los impuestos más altos junto a Asturias o Castilla y León.

En cuestiones como el gasto público y el esfuerzo fiscal al que obliga a sus ciudadanos y empresas, Extremadura ocupa el primer y el segundo puesto respectivamente. En cuanto a deuda pública, ocupa el puesto 12 de 17.

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Extremadura también está a la cola de España en tasa de paro, como una de las tres regiones con más desempleo, con del 16% según la EPA. Y es una de las regiones que más población pierde, con casi 5.000 habitantes en el último año, lo que supone la tercera mayor pérdida de población de España. Así, se sitúa como la tercera región que más empadronamientos pierde sólo por detrás de Asturias y Castilla y León.

En definitiva: parece que los problemas esgrimidos por la señora Guardiola para, aparentemente, dejar pasar una oportunidad histórica de tratar de cambiar las cosas en la región-furgón de cola de España, nada tienen que ver con los problemas reales que ya son crónicos en uno de los bastiones socialistas de España que aspira a mirarse en el espejo de Andalucía.

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