El Gobierno de Pedro Sánchez no sólo presenta el peor balance económico de Europa durante la pasada legislatura, sino que también protagoniza uno de las peores gestiones presupuestarias del continente.
La ministra de Hacienda, María Jesús Montero, ha subido más de 40 impuestos desde 2019 y se ha negado a deflactar el IRPF, a pesar de la elevada inflación. Como resultado, la presión fiscal, que mide el peso de la recaudación sobre el PIB, ha subido casi 4 puntos, registrando con ello el mayor incremento de todos los países europeos en estos últimos cuatro años.
Este aumento contrasta con la subida media del 0,5% que registra la UE, de modo que los impuestos en España han aumentado casi diez veces más que en el resto de Europa, tal y como refleja un estudio de la consultora Freemarket.
El problema, en embargo, es que, a pesar de que la recaudación fiscal alcanza cifras récord, el aumento del gasto público es incluso superior. A lo largo de la Legislatura 2019-2022, España ha experimentado el mayor incremento del gasto público en Europa, con 5,5 puntos, tan sólo superado por Italia, al pasar del 42% a casi el 48% del PIB.
Y, dado que el ritmo de gasto ha sido superior al de los ingresos, España ha seguido registrando un fuerte déficit público durante estos años. En concreto, España es, junto a Francia, los países de la UE que cerraron 2022 con un déficit más elevado, sólo superados por Italia.
Ese agujero presupuestario se tiene que financiar con deuda. Y esa es la razón por la cual España también ha experimentado el mayor incremento de deuda pública de Europa, con casi 15 puntos adicionales desde 2019, al pasar del 98% al 113% del PIB nacional. España ha más que duplicado el crecimiento medio de la deuda de la UE durante el misio período.
Así pues, el balance presupuestario de Sánchez se resume, hasta el momento, en el mayor aumento de la presión fiscal, del gasto público y de la deuda de toda Europa.