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No más Biden: EEUU necesita una dosis de Reagan

El resentimiento contra las "grandes empresas", los "súper ricos" e incluso el capitalismo ya no es algo exclusivo de la izquierda.

El resentimiento contra las "grandes empresas", los "súper ricos" e incluso el capitalismo ya no es algo exclusivo de la izquierda.
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden | Europa Press

Estados Unidos tiene un problema: su modelo económico de apertura al mercado está amenazado. El Índice de Libertad Económica 2023 de la Fundación Heritage, que en España divulga el Instituto de Estudios Económicos, otorga al país norteamericano su peor calificación desde la primera edición del informe, que data de 1995. De hecho, ya hay hasta 16 naciones europeas que hoy en día disfrutan de un mayor grado de capitalismo.

En los dos últimos años he visitado Estados Unidos con mucha frecuencia. Entre 2022 y 2023 he realizado más de 50 entrevistas con emisoras de radio y canales de televisión del país, sobre todo con medios conservadores. Tanto en mis visitas como en mis intervenciones he podido ver que el resentimiento contra las "grandes empresas", los "súper ricos" e incluso el capitalismo ya no es algo exclusivo de la izquierda, como cabría esperar, sino que también empieza a calar en las filas de la derecha.

Así, entre no pocos republicanos, Ronald Reagan ya no es el héroe conservador por excelencia y, de hecho, el resentimiento contra la globalización y el libre comercio es casi tan intenso en las filas de la derecha que en las de la izquierda. Por eso, el discurso de Trump en dicho ámbito no es tan diferente del que enarbolan políticos demócratas como Bernie Sanders.

En Europa vemos la misma tendencia. El anticapitalismo no solo se intensifica en la izquierda, también aumenta en la derecha. La derecha radical de muchos países europeos (Francia, por ejemplo) ha asumido políticas económicas tradicionalmente de izquierda y se ha abierto al desarrollo de un Estado cada vez más grande y un mercado cada vez más intervenido.

Michael Schaffer explica que, "en el marco de este debate, gran parte de la energía proviene de duras arremetidas contra el "fundamentalismo de mercado", el "dogma libertario" y los "zombies de reaganomics". Y ese discurso viene de la derecha, lo que antes era impensable. Se atacan, pues, los supuestos vicios de la élite republicana hasta 2016 y, a renglón seguido, la derecha nacionalista y escéptica del mercado ha incubado en muy poco tiempo su propia narrativa".

Al menos, algunas figuras relevantes que se sitúan en la órbita del Partido Republicano han expresado públicamente su oposición a estos desarrollos. Así, destacadas figuras como Grover Norquist (un verdadero líder del discurso a favor de las rebajas de impuestos) anti-impuestos), Dick Armey (autor de obras de gran éxito como Freedom Revolution) o George F. Will (prestigioso columnista) han publicado un manifiesto que pretende regresar a un discurso más liberal.

El manifiesto establece lo siguiente: "el sistema de libre empresa es la base de la prosperidad. Los estadounidenses solo pueden mejorar su situación si tienen una economía en la que no se vuelve imposible pagar los elementos básicos de la vida cotidiana, caso de alimentos, vivienda, sanidad o energía. Pues bien, la combinación corrosiva del intervencionismo político y el capitalismo de amiguetes está haciendo que estos bienes y servicios básicos se vuelvan inasumibles para muchos hogares estadounidenses. Nos comprometemos a promover una reducción del coste de la vida a través de la promoción de mercados competitivos, con mayores opciones para el individuo, expandiendo el libre comercio entre personas libres. Al mismo tiempo, potenciaremos la defensa del estado de derecho, la libertad contractual y la libertad de asociación".

Bajo Reagan, tales compromisos eran algo rutinario para el Partido Republicano. En cambio, desafortunadamente, hoy ya no se puede decir lo mismo. Por tanto, hoy es más importante que nunca recordar todos estos puntos. No en vano, Joe Biden está conduciendo a Estados Unidos hacia una economía planificada. Lo que él llama "Green New Deal" es un experimento que ya fracasó catastróficamente en Alemania.

La transformación de la industria energética de mi país comenzó bajo gobierno de Ángela Merkel. El actual Ministro de Economía, Robert Habeck, solamente se dedica a ahondar en dicho modelo. ¿Las consecuencias? Según el último informe de perspectivas de la economía mundial del Fondo Monetario Internacional (FMI), Alemania es el único de los países analizados donde se dará una disminución del PIB en 2023, con peores datos incluso que Rusia. El impacto de las políticas que nos conducen a formas de economía planificada se va notando con el paso del tiempo, de modo que la profundización de la agenda económica de Joe Biden afectará duramente a Estados Unidos en el corto, medio y largo plazo.

Ronald Reagan creó 17 millones de puestos de trabajo. Lo hizo rebajando el tramo superior del IRPF del 70 al 28 por ciento. También tumbó al monstruo de la inflación. Joe Biden está muy orgulloso de los empleos que ha creado, pero olvida que sus cifras simplemente reflejan la recuperación de los empleos perdidos de forma puntual por la pandemia del covid-19.

Las políticas de Biden necesitan ser contestadas con un modelo contrario que arroje buenos resultados. Dicho de otro modo, hay que descartar la agenda económica de Biden y volver a la de Reagan. Más "Reaganomics", menos "Bidenomics". Reagan abogó por un Estado más pequeño, con impuestos más bajos y desregulación. Biden solamente sabe ensanchar el poder de lo público y sobrerregular unos mercados cada vez más intervenidos.

Los principios del capitalismo deben defenderse hoy contra la izquierda y también contra determinados segmentos de la derecha. Soy optimista, porque la mayoría de los estadounidenses creen todavía en la superioridad del capitalismo, como demuestra una encuesta de Ipsos MORI que incluyo en mi último libro En defensa del libre mercado (Unión Editorial, 2023). El sondeo fue realizado en 34 países y muestra, de hecho, que Estados Unidos es uno de los siete países del mundo donde el apoyo al capitalismo sigue siendo más fuerte, solamente por detrás de Polonia.

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