Menú
José T. Raga

Bancos centrales, dinero y precios

Su problema, Sra. Lagarde, es una moneda única para distintos países con políticas divergentes y sin medidas disciplinares efectivas para mantenerla estable.

Su problema, Sra. Lagarde, es una moneda única para distintos países con políticas divergentes y sin medidas disciplinares efectivas para mantenerla estable.
La presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde. | EFE

Vaya por delante que, la función primigenia de los bancos centrales es mantener la estabilidad de los precios. La creación o reducción del dinero (su cantidad), y encarecerlo o abaratarlo (su precio/interés), son instrumentos –sobre todo el segundo, por su flexibilidad– llamados a esta misión.

De aquí que, las reuniones entre sus responsables y sus conclusiones, tengan el máximo interés. En la última (24-26 agosto), celebrada en Jackson Hole (Wyoming, EEUU), como habitualmente, han coincidido, entre otros, el presidente de la Reserva Federal (Jerome Powell) y la presidenta del Banco Central Europeo (Christine Lagarde).

Un año antes, el propio Powell anunciaba tiempos difíciles, para empresas y familias, por las medidas monetarias restrictivas –elevación de tipos de interés (encarecimiento del dinero)– para corregir las tensiones inflacionistas y converger a precios estables.

No hay otra solución. Cuando los precios se determinan por los mercados, el control sobre las disponibilidades monetarias y crediticias, aparece como herramienta eficaz para luchar contra los desequilibrios (inflación/deflación). Así les consta a los agentes todos, incluidos –aunque suelan olvidarlo– los propios gobiernos.

Las posiciones de los reunidos, difieren con frecuencia. Así, nada de extraño tiene el relativo optimismo de Powell, respecto al efecto en EEUU, cuando, el pesimismo de Lagarde, revelaba que la inflación en julio, en la zona euro, se encontraba en el 5,3%, siendo resistente a la baja la subyacente (5,5%), recordándonos la amenaza de estanflación (inflación con estancamiento económico).

¿Recordaba acaso la señora Lagarde que cuando su colega americano elevó los tipos para afrontar la tendencia inflacionista, ella manifestó públicamente, que la inflación era moderada y transitoria? Es decir, no requería decisión alguna.

¿Sigue considerando que es transitoria y moderada? ¡Claro que tiene motivos para el pesimismo! Pero si la sinceridad existiese en los políticos, más en los de alto rango, y aún más en los de organismos supranacionales, debería reconocer que su pesimismo llega con retraso; con el mismo con el que comprendió, que la inflación venía para instalarse y no de paso.

El refugio, para ocultar su incompetencia y soberbia, el de siempre: la pandemia y la guerra en Ucrania. Menos mal que estar en Frankfurt no le impidió enterarse de ambos acontecimientos. Pero, señora Lagarde, esos dos luctuosos sucesos, ya son excusas obsoletas en la mayoría de los países.

Su verdadero problema, que no existe en los EEUU, se llama, Comisión Europea y Parlamento Europeo, que mientras usted piensa elevar tipos para restringir la demanda de dinero, ellos derraman euros a espuertas, aumentando la oferta de dinero, para atender necesidades (?) prioritarias.

Y, mientras en países como Alemania, el Consejo de ministros, a propuesta del ministro Scholz, aprobaba un recorte del gasto público para 2024 de 44.585 millones de euros, el gasto público español crecía y crecía de tal forma que, al tiempo que la recaudación tributaria alcanzaba un récord histórico, también lo hacía la deuda pública; imposible, pero cierto; el presidente Sánchez estaba en campaña electoral.

Su problema, Sra. Lagarde es: una moneda única (euro), para distintos países (con políticas divergentes), y sin medidas disciplinares efectivas para mantenerla estable.

Temas

En Libre Mercado

    0
    comentarios