Katrín Jakobsdóttir empezó a militar en las filas del Movimiento Izquierda Verde en 2003 y llegó al cargo de ministra de Educación, Ciencia y Cultura en 2009. En 2013 fue elegida presidenta de su agrupación política y cuatro años después, en 2017, fue nombrada primera ministra, cargo en el que se ha mantenido desde entonces a partir de distintas coaliciones con el Partido Progresista o el Partido de la Independencia.
Aunque la relevancia internacional de los asuntos políticos de la isla que gobierna Jakobsdóttir tiende a ser limitada, la primera ministra se ha convertido en noticia tras abandonar su puesto de trabajo y hacer una huelga durante la jornada del 24 de octubre. Con este parón laboral, la dirigente izquierdista pretende mostrar su rechazo hacia la "brecha salarial" y otros aspectos que, en su opinión, perjudican a las mujeres.
La "huelga general feminista" fue convocada por distintas agrupaciones y constituye la primera de este tipo desde 1975. "No he trabajado y espero que muchas otras mujeres hayan hecho lo propio", explicó quien ostenta la jefatura de gobierno de la isla.
El equívoco concepto de la "brecha salarial"
Como es sabido, el concepto de la "brecha salarial" alude a la diferencia entre la remuneración percibida por hombres y los sueldos que ganan las mujeres. Puesto que se calcula como un promedio, este indicador no toma en consideración factores como las horas trabajadas, el rango del puesto de trabajo, los niveles retributivos del sector de ocupación, etc.
Cuando se ajustan los datos para realizar una comparativa homogénea, la "brecha salarial" se queda en nada. Además, puesto que las leyes laborales consagran la igualdad de trato como un principio sacrosanto, cualquier caso de discriminación real puede ser sancionado por la justicia.
Incluso si no se ajustan los datos y se da por bueno el cálculo habitual de la "brecha salarial" que proponen las feministas de izquierdas, llama la atención que Jakobsdóttir esgrima este argumento en un país que presenta la diferencia más baja del mundo en la remuneración media de hombres y mujeres. En la isla volcánica, el sueldo medio de las mujeres alcanza el 91% de la retribución media de los hombres (e, insistimos, estos datos no están ajustados).
El seguimiento de la protesta fue especialmente acusado en los sistemas educativo y sanitario, donde las mujeres alcanzan porcentajes de ocupación muy elevados (94% en las escuelas infantiles, 80% en el hospital más importante del país, etc.). Esto pone de manifiesto un aspecto muy relevante para entender la cuestión de la "brecha salarial": a saber, que parte importante de la masa laboral femenina está ocupada en sectores (1) con menores niveles de remuneración y (2) un papel muy activo del Estado en detrimento del mercado.
De igual modo, también es importante recalcar el aparente absurdo de que una primera ministra se declare en huelga cuando es precisamente ella quien ostenta el bastón de mando de su país y, por lo tanto, tiene el poder de adoptar aquellas medidas que considere oportunas para rectificar esa situación que considera inadecuada o improcedente.
Un Premio Nobel muy clarificador
En otro país nórdico, Suecia, se ha anunciado recientemente la concesión del Premio Nobel de Economía a Claudia Goldin. La galardonada ha completado numerosas investigaciones sobre el mercado laboral y la participación de la mujer en el mismo. Según explica en sus trabajos, la "brecha salarial" observada en Estados Unidos llegaba al 70% en los albores del capitalismo (1820), pero se ha reducido al entorno del 20% en la actualidad (2020).
Si se ajustan los datos para ver lo que hay detrás de dicho diferencial, encontramos que la elección de una u otra profesión explica un tercio de la diferencia en el salario medio de hombres y mujeres. Goldin no es la única autora que ha llegado a esta conclusión acerca del efecto composición de las preferencias ocupacionales de hombres y mujeres.
Por otro lado, el grueso del diferencial que sigue existiendo en el mercado una vez se aísla dicho factor tiene que ver con las horas trabajadas, que se mantienen más o menos estables hasta la maternidad, hasta el punto de que las mujeres sin hijos no presentan diferencial alguno con respecto a los hombres.
De modo que Goldin concluye que las diferencias retributivas entre hombres y mujeres se deben, esencialmente, a un menor número de horas trabajadas tras el nacimiento del primer hijo y a una preferencia laboral por sectores con menores niveles salariales. De esta forma, la economista pone de manifiesto que no tiene sentido fingir que existe un problema generalizado de discriminación que afecta al 50% de la población y, en cambio, lo más apropiado para elevar el sueldo medio de las mujeres es facilitar la conciliación a aquellas que quieran hacerlo e incentivar una mayor participación femenina en sectores como las ciencias, las ingenierías o las finanzas.
De igual modo, Nima Sanandaji ha explicado el papel que juega el Estado de Bienestar en las diferencias salariales que sugiere a primera vista el cálculo de la "brecha salarial". El investigador sueco encuentra que el excesivo peso del sector público en áreas profesionales predominantemente femeninas como la sanidad o la educación redunda en menores oportunidades de promoción, estructuras salariales más rígidas y, en definitiva, sueldos medios más bajos de los que se podrían articular en un contexto de mercado.