Menú

Ucrania, Taiwan.. Gurús como Ray Dalio o Niall Ferguson advierten de las nefastas consecuencias económicas

De Ucrania a Israel, pasando por Taiwán: el tablero geopolítico está "al rojo vivo" – con todo lo que eso puede suponer para Occidente.

De Ucrania a Israel, pasando por Taiwán: el tablero geopolítico está "al rojo vivo" – con todo lo que eso puede suponer para Occidente.
El estadounidense Ray Dalio | Alamy

Las guerras acarrean un importantísimo coste para las sociedades que se ven sacudidas por los conflictos armados. Lo más grave de todo son las vidas humanas perdidas o segadas por los enfrentamientos, pero el impacto también es notable en clave económica, con la destrucción de parte del capital físico (infraestructuras, maquinaria, edificios, bienes inmuebles…) y el parón de la actividad mercantil (negocios cerrados, sectores operando a medio gas, reducción de la demanda…) como principales problemas.

La teoría de la paz democrática nos recuerda que las democracias no libran guerras entre sí, precisamente porque los costes de las mismas son excesivos y pueden evitarse mediante el diálogo y la diplomacia. Sin embargo, cuando el agresor es un gobierno autoritario o una milicia violenta, la única salida viable suele ser la respuesta armada, amparada por la legítima defensa que regula el derecho internacional, pero también por la lógica propia de tales conflictos asimétricos.

En el caso de Israel, la respuesta planteada por el gobierno de Benjamin Netanyahu tras los brutales ataques perpetrados a comienzos de octubre por el grupo terrorista palestino Hamas pondrá a prueba la capacidad de unas fuerzas armadas a las que cada año se dedican recursos cercanos al 5% del PIB. Esta cifra se sitúa muy por encima de los niveles observados en los países de la OTAN, donde el promedio de desembolsos militares se mueve en el entorno del 2% del PIB.

A lo largo del cuarto trimestre de 2023, la economía de Israel sentirá directamente el dolor económico asociado a la campaña militar y experimentará una caída cercana al 11%, en términos trimestrales. Esta proyección, elaborada por el servicio de estudios de JP Morgan, coincide con la evolución negativa que ya describen otros indicadores, como la Bolsa de Tel Aviv, que ha caído un 11% desde los trágicos ataques del 7 de Octubre, o la cotización del shekel en el mercado de divisas, situada hoy en los niveles más bajos de la última década. Sin embargo, por importante que sea la caída a corto plazo, el gobierno de Netanyahu ha dejado claro que enfrenta este conflicto con la vista puesta en la supervivencia de Israel, motivo por el cual ha planteado una campaña por tierra y aire orientada a neutralizar las posiciones de Hamas en la Franja de Gaza. Además, Netanyahu sabe que las previsiones de crecimiento para 2024 parten de una mejora de la actividad del 2%, suficiente para financiar un duro empeño como el que ahora empiezan a asumir los soldados del país.

El contexto geopolítico, cada vez más delicado

La determinación de Netanyahu se enmarca en un contexto geopolítico cada vez más preocupante. Inversores de indudable prestigio como Ray Dalio, responsable del hedge fund estadounidense Bridgewater, llevan tiempo advirtiendo de las aceleradas transformaciones que está viviendo el orden mundial vigentes desde el colapso de la Unión Soviética. Dalio considera que Estados Unidos es una potencia en declive, mermada por la fatiga que generan décadas de liderazgo global y lastrada por una economía cada vez más endeudada y menos dinámica. De igual modo, el financiero considera que China está actuando de forma cada vez más asertiva en el tablero internacional, exhibiendo de esta forma un creciente apetito de poder e influencia.

Por todo esto, Dalio opina que la probabilidad de que se desate un gran conflicto armado de alcance mundial ya se sitúa en el entorno del 50%, frente al 35% que estimaba hace algo menos de dos años, cuando publicó el best seller "Principios enfrentarse al nuevo orden mundial" (Ediciones Deusto). En el caso de China y de su tensa relación con Washington, la "guerra económica" lleva tiempo en marcha, como muestran las continuas disputas comerciales observadas a lo largo de la última década. Sin embargo, el "polvorín" que Dalio vigila de forma más estrecha es el de Taiwán, donde el financiero teme el estallido de un posible conflicto armado, que se desencadenaría como resultado de una invasión china a la que el gobierno estadounidense se viese obligado a responder.

Pero el desorden observado a nivel mundial no acaba ahí. En la frontera oriental de nuestro Viejo Continente, la falta de liderazgo que se le ha reprochado a Europa desde hace ya muchos años ha sido aprovechada por Vladimir Putin para ejercer una violenta incursión en Ucrania. La guerra desatada por Rusia se ha enquistado hasta el punto de dejar en evidencia la limitada capacidad de Putin, pero la negativa europea a jugar un papel más activo en el conflicto y actuar de forma más contundente contra el tirano ha contribuido a "cronificar" el problema, hasta el punto de que la campaña se sigue estirando en el tiempo, sin visos aparentes de llegar a su fin.

Niall Ferguson habla de II Guerra Fría

Todas estas circunstancias dan carta blanca a historiadores como el escocés Niall Ferguson, que siempre ha tomado muy en cuenta la economía a la hora de realizar sus investigaciones y, a la luz de los últimos acontecimientos, lleva un tiempo cultivando la tesis de que, si bien puede ser prematuro o directamente equivocado hablar de una III Guerra Mundial, sí parece bastante apropiado enmarcar lo que está ocurriendo en Ucrania, Israel o Taiwán dentro de lo que podría considerarse una fase inicial de una II Guerra Fría.

Que esta deriva culmine en enfrentamientos abiertos a nivel global es algo que aún podría revertirse, puesto que (1) Israel tiene muchas opciones de imponerse a Hamas, (2) el poderío de Estados Unidos y China puede ser lo suficientemente abrumador como para mantener el conflicto "dormido", y (3) el avance ruso en Ucrania no ha logrado los objetivos perseguidos por Moscú y la preocupación de los países del Este de Europa ha contribuido a una actitud más vigilante por parte de la UE y la OTAN.

Así pues, a pesar de los costes humanos y las pérdidas materiales y económicas que dejan las guerras, lo cierto es que el tablero geopolítico se ha visto sacudido de forma violenta, disparando la sensibilidad de los gobiernos democráticos ante la creciente agresividad exhibida por actores como China y Rusia o la falta de estabilidad que se deriva de un nuevo ataque contra la integridad de Israel.

También preocupa el papel complementario que puedan jugar regímenes como los de Irán, Corea del Norte o Venezuela, cuya capacidad en la esfera internacional no es tanto afirmativa como desestabilizadora, en la medida en que hablamos de Estados que cultivan continuamente el desorden y el caos, en detrimento de los paradigmas de estabilidad que han facilitado la Pax Americana.

Así pues, las advertencias de Ray Dalio y Niall Ferguson encajan perfectamente con cualquier lectura cruda de los acontecimientos y nos alertan de un riesgo con el que los operadores económicos de Occidente no habían lidiado desde finales de los años 80, a saber, el peligro inherente de un orden mundial en el que la paz no está asegurada y el conflicto está a la orden del día. Y, ciertamente, nuestras economías no están en la mejor de las situaciones para lidiar con semejante reto, puesto que nos acecha una inflación rampante, un endeudamiento público excesivo y un crecimiento insuficiente, todo ello rasgos propios de civilizaciones en declive.

Temas

En Libre Mercado

    0
    comentarios