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Los resultados de los alumnos españoles en las pruebas internacionales son muy decepcionantes, aunque el Gobierno no parece preocupado.

PISA: la realidad de la educación española que no te contará Pilar Alegría

Los resultados de los alumnos españoles en las pruebas internacionales son muy decepcionantes, aunque el Gobierno no parece preocupado.

Los resultados de los alumnos españoles en las pruebas internacionales de la OCDE, los famosos exámenes PISA, son muy decepcionantes, aunque en Moncloa no parecen preocupados. De hecho, la ministra de Educación y portavoz del Gobierno, Pilar Alegría, celebraba las calificaciones hace unos días, con el argumento de que España "se sitúa" en la media de la UE y la OCDE, algo que en teoría debería ser una buena noticia.

La realidad, sin embargo, no es tan positiva. En primer lugar, la razón por la que España obtiene una nota media en la línea de nuestros vecinos comunitarios no es porque hayamos mejorado, que es lo que parece que se intuye tras el verbo utilizado ("se sitúa"). Lo que ha ocurrido, más bien, es que hemos caído... pero los demás han caído mucho más. Es decir, la media es mediocridad en este caso; casi todos lo hacen mal y nosotros ahí lo hacemos más o menos igual de mal que los demás.

Pero incluso esa media es equívoca porque la tiran para abajo países con los que normalmente no nos gusta compararnos (los de menos renta de la OCDE o la UE). Si miramos sólo a los países en los que normalmente pensamos cuando imaginamos el lugar de España en el mundo, no estamos como todos.

De hecho, habría que preguntarse si ése es el objetivo. Porque no es lo que nos aseguran nuestros políticos en sus mítines: la retórica oficial es que no hay nada más importante que la educación, que tenemos que ofrecer a nuestros jóvenes las mejores oportunidades, que el objetivo es dar una enseñanza de primera... Seguro que todos recordamos argumentos similares. Pero de esa retórica de la excelencia a la realidad de la mediocridad complaciente hay un enorme trecho.

Por eso, esta semana, en La Pizarra de Domingo Soriano, queremos desmontar ese discurso. Y poner al Gobierno, a la oposición, a los nacionalistas... ante el espejo de su fracaso. Tanto si miramos las notas del conjunto del país como si nos centramos en las regiones, PISA nos interpela directamente. No estamos ofreciendo a nuestros hijos aquello que decimos que queremos darles. Nuria Richart y Domingo Soriano se hacen preguntas incómodas: ¿por qué los japoneses y los coreanos sí pueden y nosotros no? ¿Qué hacen en Estonia o Países Bajos que nosotros no somos capaces de imitar? ¿Alguien va a señalar las notas de las comunidades nacionalistas y va a decir lo obvio, que la inmersión no funciona? ¿Qué jóvenes son los que más sufren este tipo de políticas de exclusión de la lengua materna de las aulas: los que vienen de familias de más ingresos o los que vienen de entornos más desfavorecidos? Como vemos, son muchas preguntas, de las que nuestros políticos casi siempre evitan. Porque dicen a cada instante que no hay nada que les preocupe más que la educación... pero al mismo tiempo, ignoran los resultados que no les gustan.

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