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La joven de 21 años que triunfa en las redes analiza en LD el éxodo rural, la ley de Bienestar Animal o la excesiva burocracia en el campo.

Anita 'La Cortijera': la agroinfluencer de la generación Z

La joven de 21 años que triunfa en las redes analiza en LD el éxodo rural, la ley de Bienestar Animal o la excesiva burocracia en el campo.

Ana María Martos aparece sonriente al otro lado de la videollamada. Parece que no hay problemas de cobertura en Cantarranas, una pequeña aldea de Granada con menos de 50 habitantes y unas 200 cabras. Esta joven de 21 años, más conocida como Anita ‘La Cortijera’, es una agroinfluencer con casi 89.000 seguidores en Instagram. Sus fans, la mayoría de ellos urbanitas, están enganchados a la vida de esta joven ganadera y agricultora de la generación Z.

La generación Z es como se conoce a los nacidos entre finales de la década de los 90 y principios de los 2000. Son nativos digitales, acostumbrados utilizar Internet y las redes sociales desde muy pequeños. También se les considera blandos, quejicas e individualistas. Sin embargo, Anita ayuda a sus padres con las cabras y los olivos, se está sacando el Grado de Educación Social en la universidad y, en sus ratos libres, trabaja como creadora de contenidos digitales.

Se dice que los jóvenes Z también padecen una drástica tendencia a la depresión y la ansiedad. Pero parece que tampoco es el caso de Anita, que siempre comienza sus vídeos con una sonrisa de oreja a oreja y un enérgico: "¡Hola mi gente!".

"Publico mi día a día: las cosas que hago con las cabras, lo que se les echa de comer, cómo se siembra, cómo se recoge la aceituna…", explica. "Siempre he vivido en el campo. Mis abuelos y mis padres me han inculcado la pasión por los animales, la agricultura y la ganadería. He crecido con eso, lo he mamado desde chica y eso es lo que hace que tenga esta pasión por el medio rural y dar a conocer la labor de los agricultores y ganaderos".

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Aunque la generación Z es "la mejor preparada", según un reportaje de The Economist, sus miembros han crecido bajo la sombra de la crisis económica de 2008, así que son una generación precaria y resignada ante la situación económica (no social). Aunque lo cierto es que, en el ámbito rural, la realidad no ha cambiado mucho con respecto a nuestros abuelos: siguen emigrando a las ciudades en busca de trabajo.

"En mi pueblo no hay industria ni empresas donde te puedas quedar trabajando y favorecer al pueblo, aunque queramos hacerlo", señala Anita. "Además, las personas de los pueblos tenemos un problema, y es que no sabemos explotar los recursos de la zona. A lo mejor tenemos recursos pero no somos capaces de verlo".

Una generación precaria

A diferencia de la generación X, preocupada por su autorrealización, los jóvenes Z viven agobiados por la precariedad laboral, la imposibilidad de independizarse de sus padres, el nulo acceso a una vivienda propia y la dificultad para formar una familia: un descenso drástico en la pirámide Maslow.

Por ese motivo, los jóvenes Z sienten que no tienen poder de decisión sobre su futuro ni capacidad para decidir su proyecto vital. Esto provoca que casi la mitad de ellos (46%) sienten ansiedad y estrés constante, según un estudio de Deloitte publicado en 2023.

Anita, vinculada al campo, confiesa que sus principales problemas son la burocracia y los políticos. Comparte con su generación ese sentimiento crónico de apatía política y de desconfianza en las instituciones.

"Nos está afectando el tema político y burocrático. Hace cinco años no te pedían tantos papeles para gestionar una explotación ganadera", critica, aunque también puntualiza que los controles son necesarios. "A lo mejor nuestra explotación lo está haciendo bien y otras no. A lo mejor estamos pagando justos por pecadores y los que lo hacemos bien somos los más perjudicados".

Paradojas del ecologismo

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Anita también compra el discurso apocalíptico sobre el "cambio climático" y expresa su preocupación por el medio ambiente, aunque no puede evitar caer en sus propias contradicciones: "Las nuevas generaciones tenemos muchísimas facilidades como maquinaria, acceso a Internet, un montón de conocimientos… mientras que nuestros abuelos tenían que hacerlo todo en burra. Pero tenemos otra gran barrera: la gran sequía que estamos viviendo. Antes no había contaminación. Y el exceso de maquinaria está provocando este calentamiento global que vivimos. Hay futuro para la gente joven en el campo, pero ahora mismo es complicada por la situación climática que tenemos".

Es complicado vivir entre la ambición del desarrollo tecnológico, económico y social y el discurso medioambiental catastrofista. De hecho, un 46% de la generación Z en España está dispuesta a aceptar limitaciones económicas y un menor crecimiento del PIB a cambio de que los responsables políticos se centren en una estrategia a largo plazo que promueva un crecimiento más sostenible, según un macroestudio de Dell Technologies.

Animalismo urbanita

Sin embargo, como ganadera, Anita no simpatiza en exceso con el animalismo urbanita ni con la ley de Bienestar Animal: "Tenemos a nuestros perros mejor cuidados que a nosotros mismos y, ahora, con las nuevas leyes promovidas por las personas animalistas, están con el seguro o el curso que te da gente que no tiene ni idea, pero que te va a enseñar a cuidar a un animal cuando llevamos toda la vida con ellos y están mejor cuidados que yo. Esas cosas nos están fastidiando mucho".

También le molesta que se minusvalore la importancia del campo: "Yo creo que hay mucha gente que no es consciente de la importancia del campo. Sobre todo, los urbanitas". Precisamente por eso, Anita se sigue sorprendiendo de que, a día de hoy, gran parte de sus seguidores estén afincados en las grandes ciudades. "Hay que ver más la realidad porque está muy bien ir al super y coger el pollo y la lechuga, pero detrás de eso hay una cadena que, si se rompe, no te llega nada".

En cualquier caso, Anita seguirá compartiendo cómo se varean los olivos, cómo se alimenta a las cabras y cómo se monda el azafrán con la esperanza de que su amor por el entorno rural inunde las ciudades. Al final, siempre podemos abrazar la filosofía delulu, la última tendencia viral que triunfa en las redes sociales entre los GEN Z y que consiste en fingir que el mundo es mejor de lo que parece.

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