¿Cuántos impuestos paga Cataluña? Primera respuesta: cero. Los territorios no pagan impuestos, lo hacen las personas que viven en ellos.
Dicho esto, es cierto que se puede hacer un cálculo del acumulado de los tributos que abonan los ciudadanos que viven en una determinada ciudad o región. Y también sumar los gastos que las administraciones públicas destinan a la misma. A partir de ahí, es razonable mantener un debate sobre si hay cierto equilibrio entre las dos partidas.
En teoría, de ahí surge la cuestión de las balanzas fiscales de las regiones españolas: en teoría, el objetivo analizar lo que se recauda y se gasta en cada una. Desde un punto de vista técnico, podría ser una discusión interesante. ¿El sistema de financiación está bien diseñado? ¿Hay que hacer ajustes? ¿Estamos premiando a unas frente a otras?
Por supuesto, no es eso lo que está ocurriendo en España. Aquí lo que debería estar en manos de los técnicos ha caído en poder de los políticos. Y de la demagogia. Así, nos dicen que es injusto que Cataluña tenga un saldo negativo, cuando es simplemente la consecuencia lógica de la socialdemocracia que rige en nuestro país: un sistema tributario progresivo hace inevitable que en aquellas regiones con un PIB per cápita por encima de la media se paguen más impuestos.
Se plantea como un agravio que el gasto no sea tan elevado (en términos per cápita) como en otras regiones. Sin explicar que (i) es lógico que en zonas más densamente pobladas ocurra esto y (ii) en la propia Cataluña tenemos balanzas fiscales mucho más desequilibradas, sin que se pida su publicación o se generen agravios artificiales.
O se insinúa que la razón que hay detrás del evidente declive de una región que era la locomotora de España es ese lastre derivado de la financiación autonómica. Sin explicar entonces por qué Madrid, que es con mucha diferencia la región que más aporta a la caja común, sigue creciendo y generando empleo a pesar de esa balanza fiscal deficitaria.
Todo esto y mucho más, esta semana en La Pizarra de Domingo Soriano. Frente al ruido y la manipulación, un análisis realista de un tema que podría ser interesante plantear con tranquilidad, pero que en manos de la demagogia y la mentira acaba siendo simplemente un arma arrojadiza para generar agravios artificiales y excusas poco creíbles. El nacionalismo lleva décadas fracasando a la hora de generar prosperidad para Cataluña. Y para calcular el peso de ese fracaso, no hace falta ninguna balanza.