De la misma forma que Nicolás Maduro ha adelantado por decreto la Navidad en Venezuela al 1 de octubre, Pedro Sánchez no ha tenido empacho alguno en comprometerse a dar "más recursos" a "todas y cada una de las Comunidades Autónomas" para acallar las criticas —incluidas las de los presidentes autonómicos de su partido— por la "financiación singular" —léase cupo inconstitucional— en Cataluña.
Ni que decir tiene que nuestro demagogo y compulsivo mentiroso presidente no se ha molestado en explicar de dónde va a sacar los recursos que permitan a la administración autonómica catalana gastar más sin retirar recursos a las demás autonomías de régimen común. Tan sólo se ha comprometido a "impulsar la creación de un sistema de financiación que sea más justo, que reduzca las diferencias territoriales, que atienda las singularidades de cada uno de los territorios y que garantice la suficiencia del gasto público y exija algo que yo creo que es sentido común, que es la corresponsabilidad de los gobiernos autonómicos". Así, frente a las encomiables y generalizadas rebajas de impuestos autonómicos llevadas a cabo por Ayuso en la Comunidad de Madrid, que Sánchez ha denigrado como "regalos fiscales a los de arriba", nuestro "chavista" presidente de gobierno se ha mostrado partidario de "más transporte público y menos lamborghinis", dando a entender que los únicos ciudadanos que pueden temer el inexorable sablazo fiscal son "los ciudadanos que tienen en los bancos dinero como para vivir cien vidas".
Como es evidente, Sánchez está decidido a emular cada vez más al caudillo venezolano, no sólo en lo que a totalitaria concentración del poder se refiere, sino también en su verborrea demagógica y en sus diatribas contra "los muy ricos" para justificar sus sablazos fiscales a la mayor parte de los ciudadanos. Porque si alguien se cree que la onerosa e inconstitucional salida de Cataluña del sistema de financiación del régimen común, unido al ya de por si descontrolado nivel de endeudamiento público, se va a poder afrontar exclusivamente con nuevos impuestos a los "propietarios de lamborghinis" o a "los que tienen dinero en el banco para vivir cien vidas", está profundamente equivocado. Y lo está por la sencilla razón de que los "muy ricos" son muy, muy pocos.
Y es que a lo que, en realidad, nos aboca el compromiso de Sánchez con los golpistas de extrema izquierda de ERC con tal de sostenerse él en La Moncloa y aupar a Illa a la presidencia de la Generalidad es, en primer lugar, a una nueva y generalizada subida de impuestos que, aun así, no logrará reducir un ápice el ya de por sí preocupante nivel de endeudamiento público. En segundo lugar, y aunque resulte paradógico, se restringirá, en aras de la inconstitucional independencia fiscal de Cataluña, la ya de por sí reducida autonomía fiscal de las comunidades autónomas de régimen común que optan, como Ayuso en Madrid, no por subir, sino por bajar los impuestos. En tercer lugar, se reducirá las aportaciones de la administración central a las autonomías de régimen común como consecuencia de la salida de Cataluña del régimen común.
Y es que no se puede engañar a todo el mundo todo el tiempo, salvo que uno crea que se puede adelantar la navidad "por decreto" o que se puede aumentar la financiación a "todas y cada una de las autonomías" únicamente con el dinero de los propietarios de lamborghinis.