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Las cuentas de Montero nos condenan a encadenar 25 años consecutivos de déficit presupuestario

El gobierno de PSOE y Sumar da por bueno que el déficit siga rondando el 2% del PIB en 2027 y, de hecho, plantea su cronificación hasta 2032.

El gobierno de PSOE y Sumar da por bueno que el déficit siga rondando el 2% del PIB en 2027 y, de hecho, plantea su cronificación hasta 2032.
MADRID, 10/09/2024.- La vicepresidenta primera y ministra de Hacienda, María Jesús Montero, durante la rueda de prensa posterior a la reunión del Consejo de Ministros, este martes, en el complejo del Palacio de la Moncloa. EFE/ Sergio Pérez | EFE

La nueva senda de reducción del déficit presentada por el gobierno de PSOE y Sumar sitúa a España en una posición fiscal muy preocupante, en la medida en que el Ejecutivo de Pedro Sánchez plantea una reducción casi inexistente del descuadre presupuestario con el que lidia el sector público. El resultado de esta circunstancia será un aumento continuado de la deuda y, al mismo tiempo, el apuntalamiento de una presión fiscal más alta orientada a devolver tales obligaciones financieras.

La titular de la cartera de Hacienda y vicepresidenta primera del gobierno, María Jesús Montero, compareció esta misma semana para presentar el limite de gasto no financiero, o "techo de gasto", del próximo ejercicio 2025. Asimismo, la socialista andaluza puso encima de la mesa una serie de objetivos de estabilidad y endeudamiento que ya fueron rechazados por el Congreso de los Diputados el pasado mes de julio.

Si nos centramos específicamente en la senda de reducción del déficit que plantea Montero, podemos comprobar que el gobierno cree que el déficit será equivalente al 3% del PIB en 2024, pasará al 2,5% en 2025, alcanzará el 2,1% en 2026 y llegará al 1,8% en 2027. Para el trienio 2025-2027, los objetivos de déficit de las comunidades autónomas y de los ayuntamientos serán casi idénticos: 0,1% del PIB para las regiones, 0% para las corporaciones.

Por lo tanto, el Gobierno de Sánchez impone la estabilidad presupuestaria a los gobiernos autonómicos y locales, coincidiendo de hecho con un periodo de predominio político del PP en dichas administraciones, mientras que se otorga a sí mismo un notable margen para el gasto deficitario, a través del gobierno central y de la Seguridad Social.

Dando por bueno que se cumplen los objetivos fijados por Montero (lo que, evidentemente, supone validar unas previsiones optimistas que previsiblemente se verán desbordadas en la práctica), encontramos que la caída del déficit prevista para 2025-2027 sería casi anecdótica, con una reducción de 0,7 puntos que bajaría el descuadre presupuestario del 2,5% al 1,8% del PIB. Esto implica que la brecha entre ingresos y gastos solamente caerá 0,4 puntos de PIB de 2025 a 2026 y 0,3 puntos de PIB entre 2026 y 2027, situando la consolidación anual promedio en apenas 0,35 puntos de PIB. Si tenemos en cuenta que el gasto público ronda el 45% del PIB, esto significa que la caída del déficit apenas equivaldrá al 0,7% de los desembolsos acometidos por el Estado.

Es importante recordar que el saldo presupuestario se mide como porcentaje del PIB. Esto significa que una reducción del déficit en términos relativos (es decir, como porcentaje del PIB) puede no deberse tanto a una mejora en el saldo final de las cuentas públicas, sino simplemente al efecto del crecimiento del PIB. Así, si la economía crece, el PIB (que es el denominador en el cálculo del déficit) irá en aumento, lo que hará que el déficit parezca más pequeño en términos porcentuales, incluso si el gasto público o el déficit no se reducen de manera significativa en términos absolutos. Por lo tanto, la nimia reducción del déficit proyectada por Montero podría deberse simplemente a un efecto estadístico del crecimiento económico y no a ningún tipo de ajuste o consolidación real en el gasto público.

De igual modo, puesto que el déficit refleja el diferencial entre ingresos y gastos, también parece fácil pensar que, dentro de la escasa mejora planteada por la titular de Hacienda, el gobierno podría estar asumiendo que se va a producir un aumento de la recaudación alentado por las nuevas subidas impositivas avanzadas por el presidente del gobierno, Pedro Sánchez, en el arranque del curso político 2024-2025. De modo que las medidas de consolidación brillan por su ausencia y el lentísimo avance de la consolidación presupuestaria sigue volcado por el lado de los impuestos.

Es más: si damos por bueno el escenario que dibuja Montero, bien podemos concluir que las Administraciones Públicas se habrán situado en un escenario de déficit presupuestario de forma ininterrumpida por dos décadas, abarcando el periodo comprendido entre los años 2008 y 2027.

De hecho, manteniendo un ritmo de reducción anual promedio del déficit de apenas 0,35 puntos del PIB, en línea con la consolidación dibujada por el gobierno de PSOE y Sumar para 2025-2027, implica que el descuadre entre ingresos y gastos no se cerrará del todo hasta el año 2032. Un cuarto de siglo en números rojos.

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