Un mes más, analizamos la evolución de la deuda pública, cuyo crecimiento exponencial en el último sexenio no tiene precedentes, como vemos, de nuevo, en el mes de julio de 2024, último dato publicado por el Banco de España:
En junio, la deuda bajó 8.900 millones de euros (8.931 millones), pero dicha bajada se debe, exclusivamente, al distinto ritmo entre refinanciaciones y vencimiento de deuda, no a un descenso real del valor absoluto de la deuda, que mantiene su tendencia creciente.
Así, Sánchez sigue incrementando la deuda igual que lo ha hecho durante todo el sexenio de su mandato.
La deuda supera los 1,6 billones de euros y se sitúa en julio en 1,615925 billones de euros de endeudamiento, con 458.000 millones de euros de incremento desde que gobierna Sánchez (458.588 millones), según las notas iniciales de deuda de las AAPP emitidas por el Banco de España con carácter mensual.
De esta forma, la deuda sigue incrementándose en alrededor de 200 millones de euros al día (203,55 millones) -casi 1.500 millones a la semana, 6.000 millones al mes, casi 9 millones cada hora- desde que gobierna Sánchez. O dicho de otra manera, Sánchez incrementa la deuda cada minuto en 141.351 euros.
Es decir, mientras un ciudadano hace una pausa de quince minutos para tomarse un café por la mañana, Sánchez habría incrementado la deuda en más de 2 millones de euros.
Y durante una jornada laboral completa, en la que un ciudadano habrá estado trabajando duramente ocho horas, generando actividad económica, empleo y pagando sus impuestos, Sánchez habrá aumentado la deuda en casi 70 millones de euros.
Este grave problema puede poner en peligro a la economía española, tanto por su capacidad para financiarla si el BCE deja de comprar deuda, como por la repercusión de sus intereses en el presupuesto, que mermará recursos para servicios esenciales y que, a su vez, incrementará el gasto.
El incremento del gasto es un problema importante, con el déficit estructural, construido sobre un gasto desmedido, que se ha ido consolidando en el tiempo, como principal problema.
Así, sobre la base de unos ingresos coyunturales, se ha ido asumiendo un incremento del gasto anual en el sector público, especialmente en el Gobierno de la nación, que nos lleva a una situación de insostenibilidad: con una recaudación adicional de más de 30.000 millones en 2022, el déficit sólo se redujo 2 décimas sobre el objetivo, que denota el importante incremento del gasto que se está produciendo (tres décimas si empleamos la revisión del PIB, pero no es comparable con la previsión inicial, realizada con un PIB estimado menor, al no haberse revisado entonces). Además, la IGAE ha detectado un pequeño incremento del déficit posteriormente, que se come una décima. En 2023, el gasto siguió aumentando y si el déficit disminuyó se debió sólo al incremento de ingresos por aumento de la inflación, al igual que en 2022. El Gobierno también fía todo a los ingresos en 2024, ya que el gasto se encuentra disparado, como hemos podido ver con el techo de gasto no financiero que prevé para 2025, donde cada vez se vuelve más estructural. Si cumple el objetivo, será por el impulso inflacionista de la recaudación y del PIB nominal, no por crecimiento sano ni por ajuste del gasto, que sigue creciendo.
Este endeudamiento se agravará, con mayor crecimiento de gasto, que incrementará el gasto estructural y el déficit estructural, especialmente con las medidas electorales que tomó Sánchez ante el adelanto electoral y con las anunciadas en su debate de investidura. Deuda que aumentará con el esfuerzo presupuestario que supone la medida intervencionista de la entrada del Estado en Telefónica a través de la SEPI.
Adicionalmente, si se termina de aplicar el concierto catalán, la Administración General del Estado puede perder varios miles de millones de euros, con el agravamiento de dicho déficit, al tiempo que tendría que cubrir los servicios esenciales de las CCAA receptoras de fondos ante la insolidaridad del cupo catalán.
De esa manera, el déficit estructural español se sitúa alrededor de cuatro puntos porcentuales sobre el PIB, elemento que señala un grave desequilibrio de la economía española. Déficit estructural que es la gran preocupación de la Comisión Europea.
De hecho, si la Comisión Europea considera que España logrará contener el déficit en 2024 en el 3% del PIB, se debe al incremento del PIB nominal como consecuencia de la inflación, no a que el gasto se reduzca, porque el gasto aumenta.
Sánchez no rectifica, pues la disminución de la deuda que algún mes se produce, como éste, no es real, sino por efecto estadístico del distinto decalaje entre amortizaciones y nueva financiación.
La tendencia, así, sigue siendo alcista –y así seguirá mientras siga habiendo déficit, pues la deuda no es más que el sumatorio de los distintos saldos presupuestarios de cada ejercicio– con la aportación de inestabilidad a la economía que ello supone, como también ha sucedido en 2022 y en 2023, pese al incremento extraordinario de recaudación motivado por la inflación, que ya se desacelera a pasos agigantados, situando el gran problema a partir de 2024, donde la ralentización económica -más allá del impulso artificial del efecto base estadístico- será mayor y los ingresos podrán cubrir todavía peor los gastos. La propia AIReF ha advertido de la aceleración del gasto y ha pedido que se tomen medidas para corregir lo que será un incumplimiento de la regla de gasto. Si el cupo catalán sale adelante, contribuirá a introducir inestabilidad presupuestaria, con más déficit y más deuda.
La deuda con esos 1,615 billones de euros, supone el 104,7% del PIB español sobre el dato estimado por el Gobierno en la actualización del programa de estabilidad enviado a Bruselas.
Sobre los datos de PIB agregados de los últimos cuatro trimestres, el porcentaje se eleva al 107,4%.
Aunque es obvio que el efecto del denominador derivado del crecimiento del PIB mitiga el cociente, como vemos, seguirá siendo muy elevado porcentualmente y, lo que es más preocupante, creciente en valores absolutos.
Todo ello, nos lleva a que desde que gobierna Sánchez la deuda se ha incrementado en 458.588 millones de euros. Durante el primer año, aumentó en 38.688 millones, y al cabo cinco años de mandato el incremento es de 458.000 millones de euros, según las notas mensuales iniciales publicadas por el Banco de España sobre la deuda de las AAPP.
Así, si durante el primer año creció la deuda por persona en 828,03 euros, en los más de cuatro años de mandato de Sánchez la deuda por persona ha aumentado en casi 9.400 euros (más de diez veces el incremento del primer año).