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Las cinco ideas de Hayek contra la "fatal arrogancia" en el 50 aniversario del Nobel

En diciembre de 1974, Hayek profirió un discurso en la recepción del Nobel en el que señaló los errores de los economistas y sus consecuencias.

En diciembre de 1974, Hayek profirió un discurso en la recepción del Nobel en el que señaló los errores de los economistas y sus consecuencias.
Friedrich Von Hayek | Libertad Digital

En la misma semana en la que se cumple el primer aniversario de la llegada de Javier Milei a la Casa Rosada, y cuando se confirma que las medidas implementadas por el primer presidente liberal-libertario de la historia están dando sus frutos, se conmemora también el quincuagésimo aniversario de la concesión del Premio Nobel de Economía a Friedrich A. Hayek por su contribución a la teoría de los ciclos económicos. Por ello, en el día de hoy recordamos cinco ideas que el economista vienés trasladó a la audiencia que presenció la entrega del Premio Nobel en diciembre de 1974 en la ciudad de Estocolmo y que, con todo, convergen en lo que expresaría posteriormente en su obra de 1988, La Fatal Arrogancia (a la postre, su último trabajo): "El curioso cometido de la ciencia económica es demostrar lo poco que se sabe de muchas de las realidades que, pese a ello, el hombre sigue intentando controlar".

De hecho, cabe recordar, como publicamos en Libre Mercado, que este mismo año se han cumplido además ochenta de la publicación de Camino de Servidumbre, uno de los libros liberales que, posiblemente, más personas haya convencido de la superioridad de las ideas de la libertad. Y, al igual que sucede con lo expresado en este libro en el que se analizan los problemas de la planificación central de la sociedad y la economía, lo expuesto por Hayek en su recepción del Nobel sigue siendo de absoluta actualidad, pues si Milei está cosechando importantes éxitos al frente del Ejecutivo argentino es, en buena medida, gracias a que está vacunado contra el virus más letal, que es el del estatismo, y la presunción de los burócratas de que pueden organizar el conjunto social desde arriba, a modo de ingenieros sociales (y esto es así porque ha leído, entre otros, al sabio de Viena).

La pretensión del conocimiento

Bajo un título claro y conciso ("La pretensión del conocimiento"), Hayek profirió un discurso con motivo de la recepción del Premio Nobel de Economía con el que trató de señalar los errores de los economistas, cómo habían pervertido la ciencia económica y qué consecuencias podría tener esto, tanto a nivel teórico como práctico. De este modo, la primera idea que podemos destacar del discurso es que "el fallo de los economistas en la consecución de una política más acertada se halla íntimamente relacionado con la propensión a imitar en todo lo posible los procedimientos de las prestigiosas ciencias físicas, lo cual, en nuestra materia, puede conducirnos a un completo error".

En el fondo, aquí encontramos el problema que todos los economistas de la Escuela Austríaca señalaron acerca de la cuestión metodológica: a saber, que el objeto de estudio de la ciencias naturales y físicas es esencialmente distinto al de las ciencias sociales, por lo que es menester contar con dos metodologías distintas. Dicho de otro modo, debemos ser consciente de que no se puede estudiar la economía del mismo modo en que se estudian las ciencias naturales y físicas. Precisamente por ello, ni el economista ni el político pueden organizar desde sus despachos eficiente y éticamente la sociedad. Y aunque Hayek no sea un praxeólogo al estilo de Mises o Hoppe, admitiendo el empleo de métodos matemáticos para la teorización económica, sabe cuáles son las limitaciones del método científico en economía.

Al respecto, explicaba que "a diferencia de lo que sucede en las ciencias físicas, en la economía (...) los aspectos de los hechos a explicar que pueden proporcionarnos datos cuantitativos son muy limitados y a veces marginales". Así, Hayek señala que "existe un grave conflicto entre lo que se espera de la ciencia para la satisfacción de las esperanzas populares y lo que aquélla puede dar realmente", por lo que, confiesa, "prefiero un conocimiento verdadero, aunque imperfecto, aun en el caso de que no pueda determinar y predecir gran parte de su objeto, a una pretensión de conocimiento exacto que probablemente será falso". En consecuencia, la segunda idea que podemos rescatar de su discurso es que "esperar de la ciencia (...) más de lo que el método científico es capaz de darnos puede producir unos efectos deplorables". Es decir, no sólo sucede que los métodos del positivismo científico presenten grandes limitaciones, sino que no ser conscientes de ello puede llevarnos a cometer profundos errores (especialmente a la hora de implementar políticas públicas)

Pero ¿por qué sucede esto? En el fondo, esta corrupción es consecuencia de un error filosófico, que es el de considerar que es mayor el rigor científico de las disciplinas físicas y naturales, frente al de la economía y las ciencias sociales. De algún modo, buen número de los economistas estaría obnubilado por la fachada del positivismo científico, lo que les llevaría a considerar que sólo es importante aquello que es medible y observable. Esto es lo que el propio Hayek denominaría "cientismo", y por ello afirmó en su discurso que "en las ciencias económicas se trata a menudo como importante únicamente lo que puede ser medido", lo que limitaría los hechos de los que como economistas podemos ocuparnos. Este sería el tercer corolario del discurso

En este sentido, una cuarta idea que podemos destacar del discurso es que las predicciones que puede realizar un economista no son las mismas que las que puede desarrollar un físico. Así, explica que "las ciencias sociales (...) se ocupan de estructuras esencialmente complejas, es decir, en las que las propiedades características solo pueden mostrarse mediante modelos compuestos por un gran número de variables". Por tanto, teniendo en cuenta además que en economía sólo podemos conocer las "condiciones generales" de una situación (pues, como explicó en otros trabajos, la información está dispersa en las numerosas mentes de los agentes económicos y una parte de la misma ni siquiera existe, porque es fruto de la creatividad humana), los economistas habremos de limitarnos a realizar "predicciones por modelos, es decir, predicciones de algunos de los atributos generales de las estructuras, pero sin que contengan informaciones específicas sobre los elementos individuales que componen dichos estructuras".

Con todo, y como consecuencia de todo lo anterior, la quinta y más importante conclusión es que, dado que la falsa pretensión de rigor científico y la presunta posibilidad de configurar el orden social a voluntad de aquella persona que posea los datos y estadísticas económicas, Hayek subrayaba que "en las ciencias sociales la falsa creencia de que el ejercicio de cierto poder podría tener consecuencias benéficas nos conduciría posiblemente a otorgar a alguna autoridad un nuevo poder de coerción sobre otros seres humanos".

El éxito de Milei

Así las cosas, el caso argentino es una clara muestra de lo que comentaba Hayek hace ahora medio siglo ante los académicos de la Academia sueca. Suponer que los métodos cuantitativos y estadísticos nos proporcionan el tipo de conocimiento que es esencial para la organización social y económica implica necesariamente creer que el investigador puede manipular las variables necesarias para obtener el resultado obtenido. Sin embargo, en la medida en que esto es falso, dar a los políticos un arma tan peligrosa como esta, justificando la intervención gubernamental en el orden social, inevitablemente lleva a la precarización y la pobreza, porque, como señalan los economistas austríacos (entre ellos el propio Hayek), en realidad es imposible hacerlo.

En este sentido, como hemos comentado anteriormente, Javier Milei es consciente de todo ello. Así lo ha expresado en numerosas ocasiones, pues no duda en presentarse como un anarcocapitalista y demostrar su aversión al Estado por motivos técnicos y éticos. Por lo tanto, frente al régimen kirchnerista, el nuevo Ejecutivo está aplicando en la medida de lo posible el enfoque correcto de la economía y las políticas públicas, y esto ha favorecido que sólo en un año comencemos a ver brotes verdes.

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