La megaokupación de una urbanización de obra nueva en Carabanchel Alto ha vuelto a poner el foco en las mafias okupas que se dedican a vender llaves de pisos vacíos. Desde hace semanas, los vecinos del número 6 de la calle Excelente de Madrid viven un auténtico infierno. Alquilaron sus viviendas a Vivenio, constructora dedicada al llamado Build to rent, con la ilusión de poder vivir tranquilos en una de las zonas en expansión de la capital. Lo que no imaginaron es que terminarían conviviendo con más de un centenar de okupas —casi todos peruanos— que han conseguido hacerse con hasta 28 pisos de un mismo bloque y que, según los legítimos inquilinos, les hacen la vida imposible con ruidos, peleas y basura por todas partes.
La imagen es dantesca, una misma urbanización y dos conserjes: uno, el oficial, sentado dentro de la garita de conserjería; otro, supuestamente contratado por los okupas, dando vueltas por las zonas comunes para abrir la puerta a estos últimos cada vez que le llaman por teléfono, puesto que, al enterarse de lo sucedido, la promotora cambió la cerradura de entrada.
Los aludidos, sin embargo, aseguran haber sido víctimas de una estafa y dicen haber pagado entre 2.000 y 3.000 euros a un ciudadano español —al que se refieren como "el gitano"— por las llaves del que hoy consideran su piso; un piso que algunos dicen haber encontrado en una página de Facebook llamada "Peruanos en Madrid", otros en Milanuncios, otros en un "papelito a la salida de un locutorio" y otros en la cola de un comedor social.
En un primer momento, apuntaron que se trataba de una compra, pero ahora todos ellos alegan que dicha cantidad no era sino la fianza y el pago del primer mes de un alquiler que luego tendrían que seguir pagando mensualmente. Sin embargo, ninguno de ellos lo ha llegado a abonar, ya que el supuesto casero habría desaparecido sin dejar rastro.
Unas condiciones demasiado sospechosas
"A mí me pidieron 3.000 euros", dice Chicolay, que apunta que ni siquiera le exigieron aportar su nómina antes de firmar un contrato que la Policía ya ha calificado como falso. "Me dijo ‘mientras tengas pasaporte y padrón, me sirve’, así que genial, porque hay muchas inmobiliarias que te piden eso", explica sin extrañarse por unas facilidades que, desde luego, no son las habituales, y menos en una ciudad como Madrid.
Y no es el único. "Solamente me preguntó si yo trabajaba", apunta otra mujer que también se identifica como "víctima". A pesar de reconocer que lleva 13 años en España y que jamás se había encontrado con tanta "amabilidad", la joven insiste en que tampoco sospechó que se podía tratar de una estafa. "No. ¿Y sabes por qué? Porque me trajo al piso".
Pero el hecho de que no les exigieran presentar nómina alguna no es lo único que chirría en toda esta historia. A las puertas de la urbanización nos atiende otro peruano que, según dice, acordó un alquiler mensual de 350 euros. "¿Y no os sorprendió que os pidieran sólo 350 euros en una urbanización con piscina, con pádel y hasta gimnasio...?", le insistimos. Pues, por increíble que parezca en la capital de España, tampoco esto les pareció motivo alguno para desconfiar: "Me asombré y dije… ¡Guau! Es una buena oportunidad para mí, ya que me paso todo el día trabajando, pero en ningún momento pensé que podía ser una estafa".
¿Víctimas o cómplices de las mafias?
Los legítimos inquilinos — que pagan religiosamente un alquiler que, en realidad, oscila entre los 875 euros y los 1.300 euros— no se creen ni una palabra de su versión. "Honestamente, yo creo que ellos saben perfectamente que no es una estafa; saben perfectamente que son pisos para ser okupados", dice Sergio. "Puede haber algún caso, pero es evidente que saben a lo que vienen y que utilizan todo esto como excusa", añade Manuel, mientras otra vecina asiente.
"Eso son técnicas que usan para intentar evitar el desalojo. Son técnicas que utiliza todo el mundo para meterse ahí y ya está", corrobora asimismo Rafael González, gerente de Horus Desokupa, empresa que este mismo jueves se ha acercado a la urbanización para tratar de ayudar a la promotora a solucionar el conflicto. "Nos llamaron ayer y vamos a ver si hablamos con ellos, y si hay que llamar a un letrado y poner un control de accesos, pues lo haremos", advierte.
No es la primera empresa de este tipo a la que acude Vivenio. Hace tan solo unos días, otra similar se presentó en la urbanización con el mismo objetivo. Sin embargo, su intento de mediación terminó con una auténtica batalla campal que se ha viralizado en las últimas horas. "Hablando las cosas con calma no hay ningún problema", insiste González, que asegura que "aquí no hace falta que vengan siete u ocho, con que venga un mediador y un letrado es suficiente".
Las denuncias de los vecinos
A la espera de lo que suceda, lo que es un hecho es que la convivencia es insostenible. "Hay basura en los pasillos, en los ascensores, han tratado de acceder a la instalación de agua que hay en los tejados y la policía está aquí día sí y día también", denuncia Sergio, que dice haber sufrido sus ruidos, su música de madrugada y sus peleas. "Nos hemos encontrado hasta sangre en los pasillos", dice indignado
Lo mismo apunta Alejandra: "El ascensor de mi planta está como rayado y escrito, hay una olla cocinando en el pasillo (porque algunas casas no tienen luz) y ha habido peleas en Año Nuevo". Y si uno sigue preguntando a los vecinos, la lista de incidentes sigue creciendo. "Las cámaras de seguridad las han pintarrajeado todas, las puertas las van dejando abiertas y bueno, hoy se metieron en la casa de al lado, pero es que mañana a lo mejor se te meten en la tuya —dice Bárbara—. Yo creo que esa inseguridad la tiene todo el mundo".
Los okupas, sin embargo, niegan la mayor y dan la vuelta a la tortilla. "No me gusta la conducta que tienen los vecinos. O sea, ni siquiera les hacemos caso y luego dicen que hacemos ruido y cosas así. Es injusto que toda esta gente se ponga en ese plan si no les molestamos". Algunos incluso dicen estar pensando en marcharse —a pesar de que en estos momentos están viviendo completamente gratis—, para no tener que soportar el supuesto "acoso" de los legítimos inquilinos. "No se puede vivir así", dice una joven. "Hombre, no te vamos a poner una alfombra roja", le responde un vecino que escucha sus quejas.
¿Racismo o legítima defensa?
Para los okupas, es una cuestión de racismo. "Nos marginan porque somos latinos", se queja Chicolay que, sin embargo, obvia que, tal y como ha podido comprobar Libre Mercado en primera persona, muchos de los inquilinos son también inmigrantes. "Yo soy peruana también y a mí esta esta situación me avergüenza realmente, porque yo vengo aquí a trabajar, vengo a sudar la gota gorda, y que vengan personas así a ganarse la vida fácil pues no da gusto", dice Alejandra que, además, nos aclara por qué muchos vecinos o no quieren hablar con la prensa o, si lo hacen, prefieren hacerlo lejos de la urbanización.
"Ayer una vecina entró con su pareja y la entrevistaron y por la tarde se dieron cuenta y, entre cinco y diez okupas, la atacaron ahí a solas cuando estaba indefensa y la amenazaron. Por eso todos estamos así y no queremos ni dar declaraciones aquí cerca ni que nos vean ellos declarando ni nada, porque ellos dicen que son pacíficos, pero cuando no hay cámaras se ve todo esto", explica la joven.
Con todo, lo único que esperan los vecinos que pagan religiosamente su alquiler es que esto se solucione lo antes posible. Sin embargo, no parecen tener muchas esperanzas. "Con la ley que tenemos es complicado que se solucione pronto, porque en 48 horas, según nos dijo la Policía, esto ya se establece como una morada para los okupas. Entonces… ¿Qué ley es esta?", se queja Sergio. "La culpa de todo esto es de los delincuentes que están aquí metidos, pero también de los políticos que apoyan estas leyes que les favorecen", sentencia Manuel, uno de los muchos vecinos que confían en que su caso sirva al menos para concienciar a nuestros gobernantes de que la okupación es una lacra que le puede tocar a cualquiera.