
Entre los asistentes al Foro de Davos estuvieron algunos de los más relevantes empresarios españoles, desde los presidentes de Santander y BBVA, Ana Patricia Botín y Carlos Torres Vila a los directivos de las grandes energéticas, como el presidente de Iberdrola, Ignacio Sánchez Galán, y el CEO de Repsol, Josu Jon Imaz, Además de participar en algunas mesas redondas de las jornadas del FMI, los empresarios celebraron un encuentro en medio de la cumbre con el presidente español, Pedro Sánchez. Tras la incómoda foto de la "sala de las escobas" del año pasado, este año el encuentro llegaba poco después de que fuera tumbado el impuestazo a las energéticas contra el que había protestado especialmente el CEO de Repsol. Sánchez saludó a Imaz, según una información de Carlos Segovia en El Mundo, con un "¡estarás contento!" que el directivo de Repsol respondió con un "sigo pensando lo mismo que escribí".
En el encuentro Sánchez presumió de rumbo económico mientras por parte de algunas empresas se puso sobre la mesa el informe Draghi sobre el rumbo industrial de la UE, un asunto que afloró en otros encuentros y que estuvo presente en la intervención del propio Imaz en la mesa redonda "Ambición verde, contrapartidas reales", en la que compartió debate con el comisario de Energía Dan Jorgensen, responsable de la transición energética europea junto a Teresa Ribera, protagonista en España de varios encontronazos con la compañía.
Tras afirmar que iban a seguir apostando por la "descarbonización", el CEO de Repsol pidió hablar prestando atención a los "hechos". Unos hechos que, señaló, pasan por haber perdido en seis años el 12 por ciento del consumo industrial energético el Europa y la pérdida de cuatro puntos del PIB industrial europeo. "No estamos basándonos en hechos, sino en ideología", dijo Imaz ante los ponentes, entre ellos el comisario danés, lamentando entre otras cosas que se haya "roto el principio de neutralidad tecnológica" en la batalla contra las emisiones.
Aludía a Imaz a la apuesta por Repsol por los combustibles avanzados generados a partir de residuos y que la UE contempla sólo para algunos sectores. En su discurso, abogó por utilizar "todos los instrumentos disponibles para reducir" las emisiones recordando que hoy por hoy el 97 por ciento del transporte europeo utiliza combustible para desplazarse. Según dijo, un híbrido en Alemania utilizando diésel renovable emite menos CO2 en todo su ciclo de vida que un coche eléctrico.
Imaz también sacó pecho de la "apuesta industrial" de su empresa por estos productos, con mención a las inversiones en la planta de Cartagena para fabricar SAF para aviones y otros combustibles, destacando que su capacidad de producción tiene el potencial de evitar el equivalente en emisiones de los 400.000 eléctricos que circulan por las carreteras españolas. Unos vehículos que, recordó, se han beneficiado de las ayudas del Gobierno y que suponen transferencias económicas de aquellos con menos recursos a los que más tienen y pueden permitírselos.
En una segunda intervención, y dirigiéndose al comisario, denunció que "si prohibimos, si cerramos la puerta" al coche de combustión no se va a solucionar el reto que plantea la UE recordando hechos como el envejecimiento que está experimentando el parque automovilístico. Jorgensen, sin embargo, defendió la política europea de subsidio a las renovables alegando que el sector del combustible fósil también se ha beneficiado "durante décadas" de una regulación "favorable". El desafío, alegó, ahora "es el cambio climático" y dijo "sí, vamos a tomar decisiones que van a favorecer tecnologías que lo combaten".
Imaz insistió en que la UE se "abra" y cuantifique "exactamente cuál es la reducción de emisiones de todo el ciclo de vida de cualquier tecnología" y dijo que la electromovilidad es "una parte de la solución pero no lo es toda". "No podemos descartar tecnologías", afirmó presumiendo de sus refinerías y resaltando que tienen que seguir produciendo para que se pueda "venir aquí, a Davos" o para fabricar "este micrófono, o esta alfombra". "Hay que seguir produciendo porque sois sus consumidores, y al mismo tiempo reducir su huella de carbono. Por eso nos transformamos y estamos trabajando duro". La alternativa, dijo, es "cerrar" y perder "miles de empleos".