La efeméride de la semana es la del covid-19. No la del virus, porque ahora sabemos que en realidad la enfermedad circulaba por España desde febrero (quizás finales de enero), pero sí la del estado de alarma que el Gobierno decretó el 14 de marzo de 2020. Una semana antes, hablar de pandemia era alarmista, de magufos que querían boicotear la manifestación del 8-M. Y en unos pocos días estábamos todos encerrados en casa durante dos meses.
Cómo pasó España de ser uno de los países que más tarde reaccionó (desde que supo que había casos en su territorio) a ser uno de los más duros en las medidas restrictivas. Porque las dos cosas fueron ciertas. Los mismos que primero nos dijeron que esto era poco más que una gripe, luego nos exigían que encerrásemos a los niños en casa durante meses, sin poder salir ni siquiera al aire libre. En nuestro país, pasamos de un extremo al otro. En pocos lugares se estableció un régimen tan estricto como aquí. Y no hablamos sólo de las semanas en las que estaba prohibido salir a la calle (salvo para ir a trabajar o a comprar los suministros básicos), sino de medidas completamente absurdas y sin ningún soporte científico: por recordar sólo un par de ellas, hubo ayuntamientos que prohibieron los juguetes de plástico en la playa y sigue habiendo miles de edificios que tienen pasillos de entrada y salida marcados con flechas (como si eso fuera a detener al virus). No sólo fuimos los más duros, también los que durante más tiempo mantuvimos las restricciones: las mascarillas en el transporte público o en determinados comercios fueron obligatorias hasta ¡¡febrero de 2023!!
Para hablar de todo esto, esta semana visita Economía Para Quedarte Sin Amigos (ver vídeo) una de las personas que estuvo, desde el inicio, en primera línea de batalla frente al virus. Primero como médico (director del Hospital de Fuenlabrada); luego como organizador y principal responsable de una de las iniciativas más relevantes de aquellas primeras semanas (el Hospital que se puso en marcha, en tiempo récord, en Ifema); y finalmente como viceconsejero de Salud en el Gobierno de Isabel Díaz Ayuso. Nos referimos a Antonio Zapatero, una de esas personas tranquilas que se ven arrastradas a la vorágine de la política y que, desde su posición de experto, no termina de entender las complicadas dinámicas de ese entorno.
Lo primero (y más sorprendente) es que se entrara en el terreno político para algo tan grave: "Politizar una pandemia, pasado el tiempo, es inexplicable", nos dice Zapatero que recuerda decisiones del Gobierno central que parecían más destinadas a castigar a Madrid, a no dejar que el Gobierno de Isabel Díaz Ayuso fuera el que se llevara el mérito de haber sido el primero en ponerlo en marcha (como los test de antígenos) o a preparar el camino para la candidatura de Salvador Illa a la Generalidad catalana.
La segunda clave tiene que ver con la información. Una cuestión en la que España fracasó por completo. Y aquí podríamos incluir a políticos, académicos y periodistas. Primero se nos dijo que no era nada y luego que no podíamos hacer nada. Primero cualquier medida de contención, por pequeña que fuera, era absurda; y luego cualquier medida, por dura que pareciese, era inevitable. Zapatero lo tiene claro: "Se informó mal a la población". Y eso tuvo consecuencias (por ejemplo, entre los jóvenes a los que se obligó a encerrarse en casa durante semanas sin una motivación clara) que todavía estamos pagando, (como todo lo que tiene que ver con las enfermedades mentales). Y aquí entramos en otro elemento importante que no se tiene en cuenta: las restricciones pueden servir para detener la pandemia, pero empeoran muchos otros problemas que también son relevantes.
Por último, un pronóstico más bien pesimista. Si todo aquello hubiera servido para algo... Pero ni fue especialmente efectivo (nuestro país fue uno de los países ricos en los que más muertos hubo relacionados con el Covid en proporción a la población) ni parece que nos haya vacunado para evitar que repitamos aquellos errores. Zapatero lo tiene claro: "Hoy por hoy, España no está preparada para asumir una situación similar a la del año 20". El Gobierno aseguraba entonces que era una situación única, de las que sólo pasan una vez cada siglo. Esperemos que, al menos en eso, tengan razón.