La economía del Viejo Continente cada vez está más lejos de la americana. Algo que se nota en el consumo privado, pero también en el gasto público. Hace treinta años, los niveles de PIB per cápita entre los países más ricos de Europa y EEUU estaban mucho más cerca. Y las grandes empresas europeas miraban de frente a sus rivales estadounidenses. Hace mucho tiempo que esto ya no es así.
