El Gobierno está siendo muy tramposo en sus argumentos contra la energía nuclear. Y lo está siendo por muchos motivos. En primer lugar, por los motivos detrás del cierre, que no deja de ser la contaminación o el riesgo que se asocia a este tipo de instalaciones, por mucho que la taxonomía europea la considere energía 100% libre de emisiones de gases de efecto invernadero y que, de facto, las instalaciones nucleares españolas sean ejemplos de seguridad y producción para todo el mundo.
Y en segundo lugar, porque el Gobierno ha dicho ya en más de una ocasión, cuando se le ha preguntado por su empeño en el cierre de las nucleares, que el problema lo tienen las propias empresas, que consideran su actividad deficitaria y que, por lo tanto, son las propias empresas propietarias de las centrales nucleares quienes quieren cerrarlas.
¿Por qué es tramposo este argumento? Porque el Gobierno desde que Sánchez llegó a la Moncloa ha disparado los impuestos a las instalaciones nucleares más de un 70%. Así, las empresas dueñas de las centrales nucleares en España denuncian que el Gobierno está asfixiando su negocio. Fruto de esta asfixia ha sido la parada de Almaraz, quien ha cesado su actividad en el día de ayer por no poder perder más dinero fruto de los impuestos que tiene que pagar.
Además, tenemos que profundizar en las informaciones que nos hablaban de la dimensión gigantesca de las empresas públicas. Un asunto que sale a la palestra a raíz del caso de corrupción que afecta al exministro Ábalos y su relación con Jéssica, la que definió como su pareja y se descubrió que en realidad era una prostituta, y a la que consiguió dos empleos en empresas públicas como INECO y Tragsatec.
Así, para hablar de esto y otros asuntos, como el uso que está haciendo el Gobierno de Televisión Española o los últimos movimientos que vemos en Prisa, contamos con Rubén Arranz.
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