
Tal día como hoy hace un año, BBVA anunciaba que lanzaba una OPA hostil sobre el Banco Sabadell. Sabíamos que la entidad bilbaína que capitanea Carlos Torres llevaba tiempo buscando banco para crecer y Sabadell había sido el elegido, aunque la entidad de origen catalán (en ese momento exiliada de Cataluña), no había recibido con agrado la oferta.
Lo más llamativo, sin embargo, es que la noticia trascendía el análisis de la posibilidad de éxito de la operación, la conveniencia o no de esta unión, y sobre todo, si los términos en los que se planteaba, básicamente lo que ofrecía BBVA, podría ser atractivo o no para los accionistas del Sabadell. Y trascendió lo más importante, que es esto, porque el Ejecutivo se puso en contra, a favor y de perfil, de forma alternativa y casi desde el primer momento.
Bolaños, en los primeros compases de la operación, dijo que era una buena noticia que demostraba que España tenía entidades sólidas, punteras y líderes en al UE. Estas palabras, antes de que se comunicara la operación a la CNMV, alimentaron las sospechas de que el Gobierno estuviera detrás de la operación.
Sin embargo, el 9 de mayo, cuando se comunicó la OPA a la CNMV, Carlos Cuerpo la rechazó y condenó al fracaso recordando que el Gobierno tenía la última palabra. Así, el Gobierno ha alternado su posición respecto a la operación mientras la dejaba en mano de la Comisión Nacional de Mercados y Competencia.
Un año después, el Gobierno sigue sin cumplir aquello que dijo Cuerpo y se ha sacado de la manga la consulta pública. ¿Cuándo se podrán pronunciar los accionistas? Todavía no lo sabemos. Y aunque se pronuncien, ¿qué hará el Gobierno? ¿Permitirá o no permitirá la fusión?
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