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Adiós, ladrillo, adiós

La madre de todos los bancos malos es lo que tenemos ahora

La suerte debería acompañar a los hombres audaces, que no temerarios. Audaz y valiente es la intención de Luis de Guindos para desatascar el empacho inmobiliario de la banca. Llevo diciendo años que el principal problema de España se llama “banca” (entiéndase por tal el sistema financiero en su conjunto, que hay mucho suspicaz).

Se ha hablado y criticado mucho en los últimos tiempos el concepto de banco malo –yo el primero- pues no es de recibo que sean los ciudadanos en su conjunto, eso que llamamos Estado, quien apechugue con las pérdidas en que han incurrido ciertas empresas privadas, llámense bancos, cajas de ahorro o videoclubs. Es más, si llegara el caso –que espero que no-, esto no podría salirles gratis ni a los gestores –que deberían responder penalmente por sus comportamientos y decisiones-  ni a los dueños –cuya participación debería quedar diluida- de esas empresas.

Sin embargo, hay algo que quizá pasa desapercibido en el fragor de la batalla diaria, y es que el banco malo, el peor banco posible, es el que tenemos ahora.

En mi blog he criticado, en ocasiones ferozmente, al gobernador MAFO, a los representantes de la banca (Miguel Martín de la AEB, Santos González de la AHE), a los banqueros más sonados y representativos y, por supuesto, al Gobierno socialista, en especial a Elena Salgado, pero también a Solbes, Blanco y Zapatero. Me resulta intolerable que no se hayan atrevido a coger el toro por los cuernos desde el primer minuto. Me resulta inaudito que pensaran que esta crisis financiera tenía una cura similar a la de los primeros años noventa: Ni por las dimensiones del problema –endeudamiento de familias y empresas de 0,7 veces el PIB en 1990, y de 1,8 veces en 2008*-; ni por la (ausencia) de política monetaria, ergo de la posibilidad de devaluar y así tramposamente abaratar todos los activos existentes dentro del territorio nacional. La gente tiene la idea de que, hasta esta crisis, la vivienda no había bajado nunca. Falso de toda falsedad si descontamos la inflación y las varias devaluaciones que González aplicó a nuestra añorada peseta.

¿Cuál ha sido la estrategia que se ha seguido desde 2008 hasta hoy? La inacción. Así lo describen los reputados chicos de Nada es Gratis en el libro homónimo que publicaron hace tres meses. MAFO y compañía esperaban que el tiempo lo curara todo, cuando no hacía sino agravar el problema, por dos razones: Por un lado, y dado que la banca española tiene una terrible dependencia de la financiación exterior mayorista (los depósitos de los españoles no cubren ni de lejos los préstamos concedidos), cualquier crisis de liquidez es letal para nuestras entidades (como estamos viendo repetidamente y en especial desde mayo de 2010). Por otro lado, porque la refinanciación de los préstamos impagables de las promotoras zombis hace que crezcan exponencialmente con lo que un problema manejable deviene con el tiempo en inmanejable.

Y cuando vieron que en efecto la situación había encallado y se estaba agravando, pensaron que con una oleada de fusiones se calmaría la fiera. Para esto partían de una premisa: “El sistema financiero en su conjunto está bien. Pero hay alguna entidad malita. Así que basta con que las sanas deglutan las enfermas y todo habrá pasado.” La premisa era falsa. Porque el conjunto del sistema no estaba ni está bien. Está muy tocado. Lo que había y hay son entidades moribundas, entidades muy enfermas, y entidades tocadas. El proceso de fusiones fue un desastre. Primero, porque no supuso reconocer la calidad de los activos (las pérdidas ocultas). Segundo, porque se elevó el riesgo sistémico, por el proceso de concentración. Tercero, porque los gestores del desastre seguían siendo los gestores de las fusionadas. Cuarto, porque las taifas y el cálculo político impusieron unas fusiones absolutamente descabelladas.

MAFO, Salgado y Zapatero –tal vez mal e interesadamente asesorados por algún banquero- han llevado a nuestro sistema financiero al borde del precipicio. Han convertido un sistema ejemplar en el más contaminado y sospechoso de Occidente, que ya es decir. Pero eso no es lo peor.

Lo peor es el daño que han infringido a la sociedad española. Un daño económico incalculable que ha derivado en otros perjuicios de mayor enjundia. No puedo entender como estos tipos se han ido con medallas al cuello en lugar de sogas -entiéndanme, es una manera de hablar-. MAFO, Salgado y Zapatero han propiciado el mayor saqueo de la historia reciente de España; han puesto por encima del bien común una determinada manera de “sanar” la banca que a la postre ni siquiera para eso ha servido.

Sean conscientes de lo que ha pasado: durante 2008, 2009, 2010 y 2011 –esperemos que esto se frene ya- estos señores han permitido que la banca fuera saneando sus balances poco a poco y lentamente a costa del estrangulamiento financiero del país, con cientos miles de víctimas directas por el camino –autónomos y desempleados- y prácticamente cuarenta y siete millones de víctimas indirectas. Para tal propósito, además, no se les ha puesto nada por delante. Les han modificado leyes -¿lo han hecho para los desahuciados, por ejemplo?-, les han facilitado avales, les han propiciado otras formas de obtener ingresos, les han aportado dinero público, han consentido acuerdos que no pasarían las reglas básicas de la libre competencia, etc., sin ni siquiera tener la vergüenza torera de obligarles a recapitalizarse con los beneficios obtenidos cada año. Descaradamente, el desvalijamiento de España ha servido para soltar jugosos dividendos a los accionistas –los dueños- de estas entidades que sólo se sostienen porque el Estado las avala.  En definitiva, han esquilmado al país, han empobrecido a todas las capas sociales, han abortado los incipientes sueños de los jóvenes.

Y todo esto, ¿para qué? Para nada. Fíjense en un detalle que ha pasado prácticamente inadvertido. Una gran empresa como FCC que, como todas las grandes del país, hasta ahora no había tenido problemas de financiación –siempre ha habido clases- se ha visto obligada a deshacerse de la joya de la corona –Torre Picasso- ¿fruto de su estrategia de rotación de activos? No nos engañemos. Fruto del ahogo financiero. Es un síntoma clarísimo del desmoronamiento del sistema financiero.

Así las cosas, en España tenemos dos opciones: la opción A es seguir con la estrategia del avestruz: nos sentamos a ver la tele esperando la llegada de la Parca. La opción B es hacer lo que esté en nuestras manos. Darle la vuelta a la tortilla. Tratar de convertir las debilidades en fortalezas y las crisis en oportunidades. Es la hora de los hombres valientes.

*Cuando Aznar cedió la Moncloa a Zapatero el ratio era de 1 vez el PIB. Éste último prácticamente lo dobló (1,8 en 2008). Lo digo a efectos de aquellos que culpan del desastre en exclusiva al Gobierno popular o de los que venden que los socialistas quisieron cambiar el modelo productivo.

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