¿Qué pasará si nos sorprende una nueva tormenta financiera con una España inmersa en un proceso electoral e inhabilitada para tomar decisiones acordes? Pronto lo veremos porque el panorama apunta directamente en esa dirección.

En España, Zapatero y Rubalcaba han resucitado el impuesto sobre el patrimonio, y ahora Obama presenta un plan para reducir el déficit público estadounidense que tiene a los ricos en el punto de mira.

Me llama la atención que los tribunales puedan declarar pródigo e incapacitar a un ciudadano cuando despilfarra su dinero y, sin embargo, no se pueda hacer lo mismo con los adictos al endeudamiento que nos gobiernan y que lo que dilapidan es dinero ajeno.

Los keynesianos actúan como esas viejas tribus en las que, cuando la enfermedad asolaba el poblado, no recurrían al médico, sino al brujo. En lugar de analizar la causa de la afección y tratar de corregirla, se conforman con la danza tribal de un chaman.

La residencia media de un pobre en EEUU es más amplia que la de un europeo medio.Entonces, ¿es que no hay pobres en EEUU? Claro que los hay. Una de cada 70 personas es un homeless.

El americano pobre tiene, como media, más espacio en su vivienda que el sueco o alemán medio. Nada de esto quiere decir que los pobres lo tengan fácil. Pero exagerar las condiciones de pobreza no hace ningún bien a Estados Unidos.

Digámoslo con claridad: la degradación de los servicios públicos no se debe a los mercados, sino a los Estados; a su inherente incapacidad para usar eficientemente los recursos, para conseguir más con menos.

Siempre que gobiernan los socialistas los verdaderamente ricos preservan sus emporios con un tratamiento fiscal bastante benévolo que, en todo caso, todos ellos tienen la capacidad de sortear para que el gobierno no les toque ni un solo euro.

El “impuesto a los ricos”, que así y no por azar se presenta en sociedad, quiere instalar el discurso en los tópicos que gustan a la izquierda. Que le gustan aunque nada tengan que ver con la realidad ni con su realidad.

La reunión, que comienza este viernes en Wroclaw (Polonia), será crucial para atisbar el camino que emprenderá Bruselas a fin de contener la crisis de deuda pública en la eurozona, en un momento en el que Grecia pende de un hilo.