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Francisco Capella

La dependencia del tabaco

Existen otros adictos al tabaco además de los fumadores. Son unos 6.500 cultivadores de esta planta en España, los cuales reciben anualmente 18.500 millones de pesetas de la Unión Europea. Unos 3 millones por cabeza, dinero del cual parece que "depende" su subsistencia, ya que no están dispuestos a aceptar pasivamente el intento de la Comisión Europea de eliminar las ayudas al cultivo. Para Fernando Moraleda, secretario general de la Unión de Pequeños Agricultores, "es preciso dar una respuesta contundente a las pretensiones del presidente de la Comisión Europea, Romano Prodi, para eliminar las ayudas a este cultivo ante la importancia social y económica que supone esta producción en zonas donde no hay alternativas de cultivo". Por supuesto que la respuesta contundente no es verbal, sino que consiste en movilizaciones más o menos violentas.

En realidad lo que es importante para estos agricultores no es la producción, que es antieconómica, sino las enormes subvenciones que reciben y a las cuales están tan habituados que creen tener derecho eterno a ellas. De los ingresos que genera un kilo de tabaco, sólo una sexta parte corresponde a los precios de venta; el resto son ayudas comunitarias. Los agricultores europeos no se plantean qué producir en función de los deseos de los consumidores, sino según las subvenciones que puedan recibir.

Estas subvenciones estatales, procedentes de los impuestos confiscados a los contribuyentes, contribuyen a generar dependencia e irresponsabilidad. Sus receptores se acostumbran a un estilo de vida sin riesgos, sin obligaciones, sin esfuerzos. Siguen haciendo lo que han hecho siempre sin preguntarse si eso es lo que desean los demás ciudadanos. Ni se plantean dedicarse a otra actividad económica más demandada en un mercado libre. No ven alternativas porque no las buscan. El espíritu emprendedor les es completamente ajeno, se resisten a los cambios e incluso llegan a creer que tienen derecho a ser compensados cuando se agota el maná celestial. Viven del cuento a costa de los demás y pretenden seguir haciéndolo.

Y no es un problema sólo del tabaco, esa sustancia demonizada por los políticos que tanto se preocupan para que las cámaras de televisión no les pillen fumando, sino de toda la producción agrícola y ganadera en Europa. La Política Agraria Común es un gigantesco lastre que hay que soltar cuanto antes. Aunque les duela a sus adictos.

En Libre Mercado

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