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Martín Krause

Entre el riesgo país y el riesgo moral

Después de tantas semanas de angustia y ansiedad, la suerte de la Argentina parece pender de un hilo, y ese hilo parece tejerse en Washington, como siempre. No parece que la política de eliminar el déficit fiscal, llamada “déficit cero”, rendirá sus frutos y que los mercados comprueben que la voluntad de aplicar una política fiscal seria se sustenta en los hechos.

El riesgo país se mantiene alto y la imaginación de los funcionarios parece haberse agotado ya. Muchos sostienen que han hecho ya todo lo posible, cuando en verdad se encuentran recién al comienzo de un largo y duro camino.

No sin cierta astucia política, el equipo económico argentino ha presentado este último intento de obtener ayuda económica adicional, no solamente como posible, sino como la clave para cambiar las expectativas negativas sobre la Argentina. Sin embargo, que la ayuda sea otorgada no resulta sencillo, teniendo en cuenta que ya hubo un llamado “blindaje” por 39.200 millones de dólares en diciembre del año pasado y luego un canje voluntario de deuda por 30.000 millones de dólares.

Esta posición del gobierno argentino enfrenta a la comunidad internacional, y en particular al gobierno de los Estados Unidos, con un dilema. La nueva administración llegó con una posición clara respecto a estos programas de “rescate”: oposición a los mismos a menos que estuvieran en juego intereses estratégicos inevitables, lo cual ha de ser interpretado desde la perspectiva de la seguridad.

La Argentina sostiene ahora que no se trata solamente de problemas de defensa, que otras cosas están en juego. Entre otras: el ejemplo de un país que realizó reformas importantes en la década del 90 y la posibilidad de que se interprete en el resto del mundo que lo que fracasa en estos momentos sean esas reformas; un país, también, que se alineó claramente con los Estados Unidos en distintos temas de política internacional. Si dejan caer a los amigos, ¿qué habrá de esperar el resto?

Desde la perspectiva de quienes estén por poner nuevos fondos para rescatar a la Argentina, el dilema es el siguiente: este país ha recibido un programa de salvamento tras otro y, pese a las interesantes reformas instrumentadas, ha llevado adelante una política fiscal basada en un gasto público descontrolado, que se ha duplicado en los últimos diez años. Ahora han llegado a un punto en el cual la ausencia de financiamiento impone la dura restricción de gastar solamente lo que ingrese. ¿Si llegamos con nueva ayuda no vamos, precisamente, a fomentar la continuidad de estas políticas insensatas?

Esta preocupación lleva el nombre de “riesgo moral”, un concepto utilizado en la economía pero proveniente de la actividad de los seguros. Se refiere al cambio de los incentivos que se presenta cuando alguien transfiere su riesgo a otro, en ese caso la compañía aseguradora. Pongamos un ejemplo: si uno obtiene una póliza contra todo riesgo en su automóvil, ¿tendrá el mismo cuidado para evitar cualquier tipo de siniestro (un choque, un robo) que cuando no estaba asegurado? La respuesta es que no, por eso las aseguradoras han desarrollado numerosos mecanismos para evitar ese tipo de conducta.

Este fenómeno, no obstante, se presenta en innumerables circunstancias. Por ejemplo, consideremos cuando el gobierno asegura los depósitos en los bancos. La existencia de tal seguro alienta a los depositantes a buscar las tasas más elevadas sin preocuparse de la solidez de la institución bancaria, recibiendo los fondos quienes los van a prestar en los proyectos más riesgosos. Se termina fomentando el mismo fenómeno que se trató de evitar.

En el caso de la ayuda internacional sucede algo similar: si los países saben que tienen al FMI a sus espaldas, consideran que pueden evitar los políticamente dolorosos ajustes de gasto pero esto lleva, como en el caso argentino, al descalabro.

Entonces, ¿cómo evitar que la Argentina se caiga sin promover la indisciplina fiscal? Esto es lo que se discute en estos días en Washington. Probablemente la salida busque otorgar una ayuda que vaya a fortalecer el sistema bancario contra la presente corrida de retiro de depósitos o fortalecer el régimen de convertibilidad monetaria y no fondos que vayan al Tesoro para pagar deuda o para cubrir gasto. De esa forma, Argentina podría generar un poco más de confianza, pero no evitaría la restricción fiscal que le impone la falta de crédito.

La pregunta es, ¿será esto suficiente?


Martín Krause es corresponsal en Buenos Aires de la agencia de prensa © AIPE.

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