Menú
Francisco Capella

Intenciones o resultados

El ladrón no suele llegar a casa a pleno día anunciando sus intenciones a todos los ocupantes. Es raro el violador que se presenta: "Buenos días, señor, que vengo a violar a su hija". Estos criminales intentan que no los vean para pasar desapercibidos y no ser castigados por sus delitos. Las agresiones a gran escala de totalitarios y colectivistas son demasiado visibles como para pretender ocultarlas por completo. Recurren entonces al disfraz de los buenos propósitos y la retórica demagógica. Pretenden los tiranos que lo que hacen supone un gran sacrificio, sí, pero es en nombre del progreso, de la modernización, de la mejora de las condiciones de vida de los seres humanos.

Añádase a lo anterior una dosis generosa de ignorancia, irracionalidad y relativismo, y el resultado es enormes cantidades de personas engañadas acerca del comunismo y del socialismo. Para estos incautos son simplemente sistemas alternativos al capitalismo que pretenden conseguir los mismos nobles fines. Y como según ellos no hay forma de saber a priori qué sistema de organización social es más adecuado, es necesario experimentar. Lástima que los "ensayos" colectivistas hayan producido millones de muertos, pobreza generalizada, ignorancia, odios y desesperación.

Aunque las buenas intenciones de los líderes del mundo comunista sean sinceras (y es mucho suponer sabiendo que suelen ser los peores los que llegan más arriba en el poder político), la ciencia económica muestra que los problemas de conocimiento, interés y poder hacen inviables los sistemas no capitalistas. Sólo el libre mercado, la sociedad que respeta los derechos de propiedad individuales, puede garantizar el progreso humano.

Los adultos pueden animar a los niños a aprender y superar sus errores con aquello de "la intención es lo que cuenta". Las personas maduras saben que lo que vale son los resultados. Las buenas intenciones por sí solas no producen gran cosa útil: deben ir acompañadas de conocimiento adecuado. Además los resultados son objetivos, contrastables, públicos, mientras que las intenciones son subjetivas, entidades mentales privadas: por eso es tan fácil mentir acerca de ellas (y no supone un gran esfuerzo declarar buenas intenciones), y resulta sorprendente comprobar cuánta gente hay dispuesta a dejarse engañar. Tener como héroes a Stalin, Mao o Fidel Castro implica ser muy necio. E inspirados en ellos aún hay muchos líderes políticos hoy día.

Ben Laden expresa claramente sus intenciones respecto a Occidente: destruirlo o conquistarlo para el Islam. Dudo que los resultados se correspondan con sus deseos. ¿Tienen los líderes extremistas de los países musulmanes buenas intenciones respecto a sus súbditos? Es irrelevante, ya que los resultados están a la vista: la combinación de superstición sumisa, violencia institucional y colectivismo económico sólo puede llevar al desastre absoluto.

En Libre Mercado

    0
    comentarios