Tenemos que volver a hablar del tipo de cambio del euro con el dólar. Ya ha alcanzado 1,21$ por euro, lo que tendrá multitud de efectos económicos. Por ejemplo, el gobierno norteamericano puede suprimir los aranceles a la importación de acero, pues la protección que había conseguido por esa vía, –en promedio un 30%–, es inferior a la protección, ahora para toda la industria norteamericana, que se ha conseguido con una devaluación del dólar del 40% en los últimos 24 meses.
Segundo, para países abiertos al exterior, como España, todo lo comprado en el exterior en dólares, o monedas ligadas a él, es mucho más barato, lo que presionará a las empresas españolas, industriales y turísticas, y otras muchas, para que bajen sus precios. En consecuencia, podrá seguir disminuyendo la inflación. No es descabellado pensar que dentro de poco nos acercaremos al promedio europeo del 2%.
Para un país como España, una fortísima revaluación de su moneda es, a corto plazo, el mejor de los mundos posibles para sus consumidores. Para los empresarios, por contra, comienza un periodo de ajustes, de toma de decisión importantes, y que podría terminar por afectar al empleo, lo que, paradójicamente, mejorará la productividad, tal y como quería el PSOE. A los ahorradores se les abren nuevas posibilidades de inversión, pues ahora pueden volver a plantearse invertir sus ahorros en Estados Unidos, ya sea en viviendas, oficinas o acciones de sociedades cotizadas. Y, en la medida en que lo hagan, ayudarán a reducir una devaluación del dólar todavía mayor en relación con el euro.