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Alberto Recarte

El precio del petróleo

Es muy probable que el precio del petróleo se mantenga alto durante los próximos cuatro o cinco años. Siempre que el crecimiento de la economía mundial no se desacelere por cualquier causa. Ese crecimiento implica una mayor demanda de petróleo, que no podrá ser satisfecha a precios mucho menores de los actuales, porque no hay posibilidad de aumentar mucho más la oferta de petróleo antes de ese plazo. En el mundo hay mucho petróleo sin explotar, en particular en Rusia, Irak e Irán, pero su extracción y transporte requiere inversiones fortísimas, que exigirán mucho tiempo para materializarse. Por supuesto, los altos precios tienen también efectos benéficos, porque frenan el consumo, permiten la extracción de pozos en los que no es necesario hacer grandes inversiones, pero que sólo son rentables a esos altos precios y animan la investigación para ahorrar combustible en todo tipo de motores y para buscar fuentes alternativas de producción de energía.
 
Los países productores como Rusia, México y la propia OPEP, entre otros, se van a beneficiar enormemente de esta situación. Volverán a tener grandes excedentes que les servirán, en esta ocasión, a muchos, para reducir su endeudamiento y, simultánea, o posteriormente, para hacer nuevas inversiones en sus países o en el exterior y para aumentar su demanda de consumo. La OPEP no es culpable en esta ocasión. Es, simplemente, un conjunto de países productores que, probablemente, y aunque produzcan a tope de su capacidad, no lograrán influir en el precio final, más alto de lo que ellos querrían, para evitar, precisamente, los efectos benéficos a los que me he referido en el párrafo anterior.
 
El efecto de unos precios altos del petróleo, mantenidos en el tiempo, dicen algunos economistas expertos y organismos internacionales que será un aumento de la inflación y una reducción del crecimiento a nivel mundial. No tendría por qué ser así. Habrá países que empeoren su situación, pero habrá países que mejorarán y el efecto de la subida de precio debería ser neutral sobre el crecimiento, al margen de los tiempos de ajuste, durante los cuales, efectivamente, podrían producirse, en conjunto, efectos globales negativos. Sobre la inflación hablaremos otro día.
 

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