En el maravilloso mundo de los Impuestos, los ministros y políticos socialistas se mueven como peces en el agua.
Primero fue la inestimable ministra de cultura quien, con gran acierto, prometió bajar el IVA de los discos y libros. Que luego le enmendara la plana la vicepresidenta por ser literalmente imposible es pura anécdota. Después comenzó la discusión en torno a la deducción por adquisición de vivienda habitual. Los socialistas, quizá para justificar el próximo incremento del precio de las viviendas de protección oficial, explicaron que esta deducción incentiva la especulación inmobiliaria. A todos nos convenció semejante argumento, sobre todo, porque la ley de IRPF exige que la vivienda que se adquiere sea donde vaya a residir el contribuyente (por lo menos tres años) y constituya su primera vivienda. Además el impacto de la deducción en la demanda es prácticamente nula ya que únicamente se permite deducir como máximo unos mil quinientos euros anuales.
Por todo lo anterior, el Gobierno planteó la necesidad de eliminar la deducción pero ante el clamor popular tuvo que reconsiderar su postura. Al final, ZP y sus ministros aclararon que mantendría la deducción a los actuales beneficiarios pero no así a los futuros compradores de primeras viviendas.
El director de la Oficina Económica de la Presidencia del Gobierno, Miguel Sebastián ha salido al paso de las críticas aclarando que el Gobierno considera que actualmente puede no ser “oportuno”(sic) derogar la deducción. En cambio, el PP, que tuvo la ocasión propicia en el 98, no lo hizo y por eso Sebastián sufre en la soledad del poder.
Pese a sus buenas palabras, Sebastián no ha querido mojarse sobre el futuro de la tributación de las plusvalías. Hasta ahora sabíamos que los socialistas querían que las plusvalías generadas en más de un año no tributaran al 15% sino al tipo progresivo general del IPRF. Fuentes de prestigio como el Instituto de Estudios Económicos apuntaron el craso error que supone modificar la actual tributación del ahorro porque podría conllevar una fuga de capitales y una reducción de la recaudación tributaria.
Quedan dos años para la próxima reforma fiscal. Conociendo de antemano la competencia de los gobiernos socialistas para conducir a la economía nacional del superávit al déficit, quien sabe si nos quedaremos sin deducciones por adquisición de vivienda habitual, o si pagaremos una barbaridad por las acciones que vendamos o si por el contrario, subirá el IRPF.
El filósofo Santayana, en una célebre fábula sobre el Estado contaba que un salvaje hambriento mató a un carnero y a partir de ahí acabo cuidando al rebaño de ovejas. El salvaje las resguardaba del frío y protegía de los lobos con lo que las ovejas acabaron aceptando la contribución que les exigía e incluso admirando la mano que les daba de comer. Y el rebaño, concluía el filósofo español,“tal vez no se hallara lejos de sostener no sólo el origen racional, sino el derecho divino de los pastores”
Si nuestro bienestar está tan asegurado como el de las ovejas de la fábula, tendremos que darle las gracias al señor Sebastián.