La inflación no se dispara por la revaloración del dólar ni por el aumento de los costes de producción, sino por las maniobras del Banco Central. Los políticos gustan echarle la culpa del alza de los precios a factores exógenos o al “desmedido afán de lucro”. En cambio, los comerciantes, transportistas y productores buscan encontrar la causa del alza de precios en el aumento del salario y del combustible. Se equivocan. El único culpable es el Banco Central.
Un aumento general en los precios sólo puede suceder si se reduce la oferta de todos los bienes y servicios en la economía o si se aumenta el suministro de dinero. Y como no suele haber caídas en la oferta de bienes y servicios, la causa del alza general de precios es el aumento de la cantidad de dinero circulando. Y el único proveedor de dinero, el único que tiene “la maquinita” para imprimir billetes es el Banco Central.
La inflación, estrictamente, es el incremento de la cantidad de dinero y crédito, y su efecto es el alza general de precios.
Los gobernantes desde tiempo inmemorial roban y defraudan a los pueblos mediante su manejo de la moneda. En la antigüedad, los reyes a menudo financiaban sus costosas guerras reduciendo secretamente el contenido de oro de las monedas. En el mundo moderno, los Bancos Centrales imprimen dinero para financiar presupuestos deficitarios del gobierno.
El aumento del precio de los combustibles, que según el gobierno “explica más de una tercera parte de la inflación del año”, solamente podría originar la caída de la demanda de otros bienes y servicios. Pero no puede originar un alza generalizado de precios como está ocurriendo, en tanto el Banco Central no aumente la cantidad de dinero. La caída en la demanda, a su vez, presiona por la reducción, no el aumento del precio de otros bienes y servicios.
El alza de los combustibles provocará el aumento de algunos precios en la economía. Pero mientras el gobierno no imprima demasiado dinero, dichos aumentos sólo causarán una caída en la venta de los productos relacionados, así como en la producción y el empleo. Los productores tratarán de trasladar el aumento de sus costes a los consumidores, pero sólo podrán lograrlo si estos tienen más dinero para absorber el aumento de precio, es decir, si hay inflación.
El incremento del salario mínimo normalmente provoca desempleo entre las personas de menor productividad. Al igual que los combustibles, el aumento del salario también puede causar el aumento de algunos precios en determinados sectores, pero no puede tender al alza de la mayoría de los precios, como ocurre en un proceso inflacionario. El alza de los salarios, al igual que el de otros precios, a menudo es el resultado de la emisión monetaria.
La inflación es conocida como el “impuesto a los pobres”, ya que si bien perjudica a todos al reducir a largo plazo el ahorro, la inversión, el crecimiento y el empleo, castiga más duramente a los más pobres. Los asalariados, campesinos, jubilados que viven de sus magros ingresos no pueden ahorrar en dólares ni invertir en bienes raíces, ni tienen otras formas de protegerse de la inflación. Así que la inflación es un impuesto escondido que pega muy duro a los pobres.