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Alberto Recarte

La inversión en España

Ante un crecimiento tan excepcional de la economía española, por más esfuerzos que se hagan, es muy difícil tener capacidad para financiarlo todo internamente.

Reproducimos a continuación la siguiente entrega (punto IV) del ensayo elaborado por Alberto Recarte sobre la situación de la economía española

Consulte AQUÍ la primera entrega del mismo.

IV. La Formación Bruta de Capital en España

De nuestra contabilidad nacional, por más modificaciones que se hayan introducido como consecuencia de las revisiones de la población residente, de la población activa, de la población ocupada y del peso de la economía sumergida, es posible, con todas las cautelas, elaborar un cuadro con la evolución de la Formación Bruta de Capital; es decir, con todo lo que se invierte en España, ya sea porque se produce aquí o porque se importa, una vez restadas las exportaciones de bienes de esa naturaleza.

(en % del PIB de cada año) 2000 2001 2002 2003 2004 2005
Formación Bruta del Capital 26,3 26,3 26,6 27,5 28,3 29,4
·Bienes de equipo 8,1 7,6 7,0 6,8 6,7 7,0
·Vivienda 6,1 6,4 7,0 7,7 8,3 8,3
·Construcción distinta de la vivienda 7,2 7,4 7,6 7,7 7,7 8,2
·Otros 4,9 4,9 5,0 5,3 5,6 5,9

Tasas globales de Formación Bruta de Capital del orden del 26%, las que alcanzamos a principios del actual siglo, son una excepción. Tasas más altas, son fenómenos extraordinarios. Son muy pocos los países que invierten tanto; en particular, los más desarrollados, que cuentan con infraestructuras y viviendas construidas a lo largo de muchas generaciones, en las que la población apenas crece y que, en consecuencia, no necesitan inversiones muy grandes para atender esas necesidades.

a) La inversión en viviendas

Es un lugar común la opinión de que el porcentaje de Formación Bruta del Capital dedicado a Construcción, y, en particular a la construcción de viviendas, es excesivo. Aunque creo que, hasta ahora, esa inversión en viviendas se justifica por una demanda enorme. En España existía, ya en 1994, una enorme demanda potencial de viviendas, porque eran muchos los hogares que no se habían podido formar por falta de empleo. En casi veinte años, desde 1976 hasta 1994, la población ocupada estuvo estancada en los 12 millones de empleos y el desempleo alcanzaba a casi cuatro millones de españoles en ese año de 1994. Cuando la economía creció con fuerza llegaron 4, 5 ó 6 millones de inmigrantes, la mayoría para quedarse, lo que significó más demanda de viviendas. A la que se sumó la de los europeos que querían tener una vivienda en España, un país serio, en general, que les ofrecía garantías jurídicas suficientes.

Los casi ocho millones de empleos creados desde 1994 probablemente justifican, al menos, cuatro millones de nuevas viviendas y la inversión de los extranjeros explica cerca del millón adicional. Eso justificaría, directamente, la construcción de 5 millones de nuevas viviendas, a las que habría que sumar las segundas y terceras viviendas de muchas familias españolas, de casi imposible cuantificación, pero que no bajarán de los dos millones en este periodo de 12 años. Sólo por esos motivos se explica la construcción de al menos 7 millones de viviendas. ¿Cuántas se han terminado en este periodo? Alrededor de 300.000 por año desde 1994 hasta 2000 y cerca de 600.000 anuales en los últimos seis años. En total, por tanto, estamos hablando de 5,4 millones de nuevas viviendas terminadas y entregadas. Y en construcción hay, probablemente, alrededor de otros 2 millones. Unas cifras enormes, pero que atienden a unas necesidades del mismo tenor. Necesidades que no tienen por qué mantenerse tan altas en el futuro, por lo que lo lógico sería que la demanda se redujera y, con ella, los precios o, al menos, los crecimientos de precios.

b) Los otros componentes de la Formación Bruta de Capital

Pero, a pesar de la importancia de la vivienda en la Formación Bruta de Capital –que supone, como se observa en ese cuadro, entre el 7% y el 8% del PIB–, que ésta llegue a casi el 30% del PIB, como parece que ocurrió en 2005, es absolutamente excepcional. Por tanto, la vivienda es mucho, pero, por otra parte, es sólo el 28% del esfuerzo total en inversión en 2005. El resto de la Formación Bruta de Capital es, en primer lugar, inversión en construcción distinta de la vivienda, como oficinas o naves industriales y todo tipo de infraestructuras (alrededor del 8% del PIB); en segundo lugar, bienes de equipo (7% del PIB) y, en último lugar, un sector de Otros superior ya al 5% del PIB. Se puede decir, con fundamento, que la inversión en vivienda es poco productiva; pero yo no me atrevería a decir lo mismo del resto de las inversiones, y estamos hablando de entre el 20% y el 21% del PIB. En la mayoría de los casos esas inversiones deberían responder a criterios de rentabilidad y contribuirán a aumentar la productividad global de la economía.

c) Nuestro déficit de ahorro y la inversión más productiva

Podemos poner en relación nuestro déficit de ahorro nacional (alrededor del 7% del PIB) con la inversión en bienes de equipo (un 7% del PIB) o con el resto de la Formación Bruta del Capital que no es vivienda (según los años, entre el 20% y el 21% del PIB), y lo que es una carencia de ahorro sustancial se atenúa, porque aunque el consumo continúe creciendo, la inversión crece mucho más.

Ante un crecimiento tan excepcional de la economía española, por más esfuerzos que se hagan, es muy difícil tener capacidad para financiarlo todo internamente. Un déficit del orden del que estamos hablando –el 7% del PIB– es enorme pero, al menos, se está invirtiendo y será posible devolver la financiación con el incremento de productividad que favorecen esas inversiones en bienes distintos de la vivienda. Todo en teoría y siempre que los criterios para invertir hayan sido los adecuados y que las cifras de la Contabilidad Nacional reflejen la realidad.

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