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Manuel Ayau

Negocios y economía

Para muchos empresarios, su éxito en los negocios es prueba de que saben mucho de economía. No es extraño escuchar a destacados hombres de empresa, como el acaudalado George Soros, decir disparates económicos que ponen en evidencia su ignorancia.

Quizá a muchos les extrañe que yo mantenga que los conocimientos empresariales son muy diferentes a los de la ciencia económica. Es cierto que en ambos campos se utiliza el mismo vocabulario, pero esas mismas palabras tienen significados e implicaciones muy diferentes. Por ejemplo, el significado de términos como coste, utilidad, capital, depreciación, precio del dinero, mercado, inflación y muchas otras no tienen el mismo significado en economía que en el mundo empresarial.

Afortunadamente, para tener éxito en los negocios no es necesario saber de economía. Y al revés, saber economía no implica conocer y entender las actividades empresariales. Asimismo, para comprar con su dinero, las personas no tienen que saber de teoría monetaria. Tampoco es éste un conocimiento imprescindible para ser banquero, pues lo que necesita es dominar la intermediación en el mercado del crédito, algo que no tiene que ver con la teoría monetaria del poder adquisitivo del dinero.

Pocas veces los programas de estudios de administración comercial profundizan en las leyes de la economía. Aun los programas de postgrado en administración a menudo no incluyen el estudio de los mecanismos que de forma espontánea coordinan y regulan la cooperación social, como las leyes de Say, de rendimientos decrecientes, de utilidad marginal o de costes comparativos, además de la teoría de los precios (oferta y demanda) y otros fenómenos que necesariamente se deben comprender en el campo de la ciencia económica. Sin embargo, para muchos empresarios, su experiencia y éxito en los negocios es prueba de que saben mucho de economía. No es extraño, entonces, escuchar a destacados hombres de empresa, como el acaudalado George Soros, decir disparates económicos que ponen en evidencia su ignorancia del tema.

La ciencia económica se descubrió, no se inventó. Está muy generalizada la idea de que la economía es cuestión de opinión, debido a los miles de libros de opinión sobre economía que se publican. Pero no existe ni ha existido una teoría sistemática y de validez universal que sustituya a la verdadera ciencia económica basada en las leyes antes mencionadas, las cuales explican el mecanismo de precios derivados del intercambio de bienes y recursos privados en el mercado. Simplemente se ignora que nadie realmente ha propuesto una ciencia distinta, pero todos suponen que sí. Por eso siempre fracasan los intentos de dirigir la economía, como han fracasado todos los socialistas, probablemente sin sospechar las causas de su fracaso. Igualmente, muchos no comprenden por qué todavía en el siglo XXI hay tantos países pobres.

El error de conceder competencia en un ramo ajeno a la disciplina en que se destacó una persona no es raro. Así vemos que consultan, por ejemplo, a famosos médicos sobre problemas agrícolas o económicos y a exitosos economistas sobre negocios. En concreto, a quienes tienen mucho dinero se les pregunta de todo, especialmente de política.

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