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Luis Hernández Arroyo

No hay dinero para todos

Hay noticias recientes de que los intentos de emisión de deuda soberana para recabar la liquidez necesaria se han cancelado en algunos países porque el tipo de rendimiento exigido es demasiado oneroso.

El plan de rescate de activos en España se está atascando por, según algunos medios (ver La Vanguardia del domingo), fricciones administrativas y falta de decisión. Pero el problema de fondo es otro: hay noticias recientes de que los intentos de emisión de deuda soberana para recabar la liquidez necesaria se han cancelado en algunos países. El último caso en saberse es el de Austria (calificada como triple A). Pero Austria fue precedida, según Edward Hugh, por España y Bélgica (ambas triple A también). No es que no se hubiera podido seguir adelante con las emisiones: es que el tipo de rendimiento exigido fue considerado oneroso. Desgraciadamente, lo será cada vez más.

Y es que las condiciones de financiación han empeorado brutalmente, como muestra el indicador i Traxx Investment Grade Index [coste de protección contra el default], que ha subido nada menos que 180 puntos básicos en una semana [180.000 € por cada 10 millones a 5 años].

¿Qué pasa? ¿Por qué tras esas grandilocuentes llamadas a la acción conjunta de los países europeos, todo ha quedado en emisiones nacionales que no se colocan y que anuncian un aumento del coste disparatado que podría pesarnos durante décadas? En EEUU no ha sucedido esto: ya están funcionando las adquisiciones de titulaciones de rescate, ya se están saneando bancos, ya empieza a normalizarse el tramo más líquido del mercado monetario... Intento explicarlo en los siguientes gráficos.

Fuente: FED y BCE.

Los dos gráficos de arriba apenas necesitan comentario: en EEUU, la Reserva Federal, desde octubre, ha decidido echar toda la carne en el asador y emitir dinero en firme, no a cuentagotas. El BCE, por su parte, sigue con su táctica de tiempos normales, "cauteloso con la inflación". Resultado: el coste de financiación de las emisiones públicas para el rescate de bancos está costando un tipo de interés simbólico en EEUU y muy alto en Europa como puede verse en el siguiente cuadro.

País

Variación del tipo oficial en un mes

Interbancario hace un mes

Interbancario hace una semana

Interbancario hoy

Reino Unido

Del 5% al 4,5%

4,96%

4,75%

4,63%

Zona del euro

Del 4% al 3,5%

4,27%

3,55%

3,55%

Estados Unidos

Del 2% al 1%

3,79%

1,28%

0,41%

En este cuadro se ilustra cómo han incidido las bajadas de tipos oficiales en los tipos de interés del interbancario a un día en el último mes. Recuérdese que la bajada de ½ punto concertada, coincidiendo con el anuncio de las medidas de ayuda "coordinadas", no fue proseguida por los Bancos Centrales europeos, pero sí por la Reserva Federal con ½ punto adicional la semana pasada. Se han conseguido resultados bien diferentes: mientras los tipos de interés del interbancario a un día –verdadero coste de la liquidez– se ha reducido pero sigue a niveles muy altos, en EEUU sí que parecen haber convencido a la banca que los problemas de liquidez van a desaparecer, pues el interbancario a un día ha bajado nada menos que del 3,79% al 0,41%. Estos tipos determinan por los tipos de emisión de la deuda pública a corto plazo: así, el Gobierno de EEUU puede estar financiándose cómodamente en letras del Tesoro a un mes al 0,4%, mientras que en el Reino Unido y en el Euro los costes están muy cerca de los interbancarios señalados: 4,6% para Reino Unido y 3,5% para el euro. Para hacerse una idea, piénsese que el Tesoro de EEUU podría financiarse a 30 años a un tipo levemente superior al de un mes en la zona del euro.

¿Cuál es la razón de la pusilanimidad del Banco de Inglaterra y del BCE para seguir esta lentitud en bajar los tipos? Oficialmente, el peligro de inflación. Un peligro discutible, cuando el derrumbe de bancos lo peor está por venir, debido a que el efecto contagio, vía escasez de fondos, está comenzando a actuar ahora.

Por lo tanto, éste es el escenario: agravamiento y extensión de la crisis –aunque sólo sea por difusión de las dificultades financieras– más necesidades de ayuda pública: empeoramiento de las condiciones de financiación, subida de los tipos de interés y de la deuda pública de todos los países.

Hay que entender una cosa: mientras la oferta de dinero por parte del banco central sea fija y necesitada de renovación periódica –lo que da incertidumbre a los demandantes– y la demanda sea creciente por parte de los agentes públicos y privados, aritméticamente los planes de salvamento son inviables y conducen a un escenario dantesco de enorme deuda pública, altos tipos de interés y bajo crecimiento durante decenios. Cierto, la alternativa no está exenta de riesgo de inflación: pero es un riesgo más fácilmente controlable pues, primero, se tendría que recuperar una normalidad en los mercados de activos y, cuando se presente tal amenaza, será porque el problema bancario se ha solventado. Entonces podrán subirse los tipos de interés con decisión. (Ahora el riesgo es el opuesto: deflación y ya ha empezado por los activos).

El problema para ZP y España no está en Washington, sino más cerca. Está en un BCE que no responde más que ante un parlamento ficticio e inoperante y cuyo presidente no parece preparado para situaciones de crisis históricas que exigen unas decisiones más allá de la letra de los mandatos. Mientras no se atienda ese foco de ineficiencia, habrá atasco y riesgo de derrumbe mundial. Como en 1929, pero más extenso, y quizás más profundo y duradero.

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