Menú
José María de Azpilcueta

Los bancos contradicen a ZP

¿Qué otra cosa cabría prever de las importantes pérdidas que han sufrido los bancos? ¿Acaso pensábamos que iban a continuar con la resaca? ¿No es más sensato esperar un ajuste en su balance, y por tanto menores créditos?

Nuestros dirigentes políticos se rasgan las vestiduras y se escandalizan porque la banca ya no da créditos a empresas y particulares. Tomarán cartas en el asunto –afirman– si se corta el grifo de la financiación al tejido productivo y a las familias. Es evidente que la presente crisis puede llevarse por delante a cualquier Gobierno y, por tanto, un mensaje político de este estilo –la ausencia de nuevo crédito bancario como principal obstáculo a la recuperación económica– puede dar resultados frente a la opinión pública.

Pero seamos serios. Si hay que buscar culpables, señores políticos, no miren al presente, echen la vista atrás, y se darán cuenta de que el problema no está en el menor volumen de préstamos que se conceden actualmente, sino en el exceso –al grito de hipoteca para todos– que se produjo durante los últimos años. Recordemos que durante el periodo 2003-2006, el crédito aumentó a tasas muy elevadas en España; el hipotecario crecía al 25% y el concedido a empresas constructoras e inmobiliarias a más del 40%.

Por otro lado, el Gobierno ha estado vendiendo a todos los contribuyentes la idea de que el objetivo del famoso Fondo de Adquisición de Activos Financieros (o Fondo Zapatero) no supone ayudar directamente a la banca, sino que consiste en un mecanismo para facilitar el crédito a familias y empresas. Sin embargo, está quedando en evidencia lo que ya estaba cantado desde un principio; los fondos obtenidos con este plan está siendo utilizado por la banca –como es lógico– para lo verdaderamente urgente: mejorar su situación de liquidez y de solvencia.

Conviene analizar, desde la oferta y la demanda, la ralentización del crédito por parte de las entidades financieras. Tanto empresas como familias buscan actualmente una reducción de su endeudamiento. Salvo aquellas compañías con necesidades de financiar su activo circulante, es lógico que el resto no demande nuevo crédito para sufragar nuevas inversiones. Este tipo de decisiones son las que cabe esperar tras una crisis motivada por una expansión del crédito no respaldada por ahorro real. Lo contrario, es decir, optar por no reducir un apalancamiento financiero generalizado, sería una huida hacia adelante altamente peligrosa.

Y la oferta de crédito, lógicamente, se está contrayendo. En primer lugar, porque los bancos y cajas necesitan aumentar sus ratios de capital, reforzar su liquidez, y "limpiar balance". Su prioridad, ahora, no es ni puede ser incrementar los activos relacionados con el consumo de capital y las provisiones. En segundo lugar, las condiciones sobre los nuevos créditos que conceden son más exigentes; es decir, se presta una menor cantidad en relación con los valores de tasación, se comprueba más exhaustivamente la capacidad de la devolución de la deuda, se piden más avalistas... Pero, ¿qué otra cosa cabría prever de las importantes pérdidas que han sufrido los bancos? ¿Acaso pensábamos que iban a continuar con la resaca? ¿No es más sensato esperar un ajuste en su balance, y por tanto menores créditos?

Me parece que la reacción de la oferta (instituciones financieras) y de la demanda (empresas y familias) no es sorprendente. Como tampoco lo es, por desgracia, la reacción de aquellos que juegan con el dinero de los contribuyentes. Pretenden hacer malabares mezclando causas con consecuencias y deseos con realidades. Espero que en esta ocasión no se salgan con la suya.

En Libre Mercado

    0
    comentarios