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Ron Paul

Un empujón hacia el precipicio

Nuestros problemas económicos provienen de políticas monetarias expansivas, de la planificación económica estatal y de los gastos parasitarios del Gobierno. A menos que encaremos estos problemas, pasará mucho tiempo antes de que toquemos fondo.

Con la atención concentrada en el paquete de estímulos, siguen las preguntas sobre los problemas económicos. ¿Cómo hemos llegado hasta aquí? ¿Cómo salimos? Y, como siempre, Washington ofrece todas las respuestas equivocadas. Según muchos políticos, estamos aquí por no haber gastado lo suficiente, por no consumir bastante y por no contar con suficientes regulaciones. Ahora, como caballero andante, el Gobierno vendrá a salvarnos, inundado la economía con dólares, contratando a un ejército de nuevos burócratas, creando puestos ficticios y enviando cheques para rescatar a todos. El debate parece centrarse en si el coste de todo esto será demasiado grande para los beneficios que proporcionará o en si se trata sólo de un primer paquete de medidas. Todo eso sería resultaría cómico si los resultados no fuesen tan trágicos.

Los planes empeorarán la situación hasta que aprendamos la lección. Pero los congresistas se comportan como unos adictos a las drogas que tienen que estrellarse antes de ver la realidad. Están jugando con la economía porque sólo piensan en lo que políticamente les conviene hacer. Un buen ejemplo es la "creación" de puestos de trabajo.

Al contrario a lo que muchos piensan, el objetivo de la economía no es crear puestos de trabajo. El nivel de empleo puede ser el signo de una sociedad saludable, del mismo modo que una gran energía puede indicar una buena salud. Pero así como algunas sustancias poco saludables pueden darle al drogadicto mucha energía, la creación artificial de puestos de trabajo sólo empeora los problemas. El objetivo de una economía saludable es la productividad. Los empleos son un resultado positivo de ella. Un trabajo puede consistir en abrir un agujero un día y taparlo al día siguiente, pero eso no beneficia a nadie, ya que el salario devengado proviene de los impuestos que pagan los contribuyentes. Pero algunos creen que ése es el modelo económico a seguir.

Los políticos y los burócratas ya se han asegurado de que los puestos del sector privado sean suficientemente complicados y costosos de crear. Ahora se asombran de que aumente el desempleo y quieren generar cientos de miles de trabajos a través de paquetes de estímulo. El sector privado podría hacerlo, pero está lastrado por los gravosos impuestos y por los costosos trámites y regulaciones. La cura de Washington sólo prolongará la agonía. La escuela austríaca de economía demuestra que sólo la economía libre, sin controles gubernamentales, crea prosperidad a largo plazo. Pero los políticos son claramente miopes y cortoplacistas.

Convendría hacerse las siguientes preguntas. ¿Quiénes sobrevivirán en el sector privado para seguir pagando los sueldos de gente improductiva en puestos inventados? ¿Debemos considerar a Washington como salvador al crear empleos improductivos para reemplazar los productivos que se eliminarán?

La realidad es que nuestros problemas económicos provienen de políticas monetarias expansivas, de la planificación económica estatal y de los gastos parasitarios del Gobierno. A menos que encaremos estos problemas, pasará mucho tiempo antes de que, como el drogadicto, toquemos fondo.

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