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¿Reducirá Obama los costes de la sanidad?

No hay ninguna posibilidad de que el plan del Presidente vaya a recortar ni remotamente los costes reales. El verdadero legado de este proyecto de ley consistirá en añadir costes en formas que difícilmente podemos imaginar.

Una vez aprobada la reforma sanitaria de Obama, quiero realizar una mirada crítica a la afirmación del presidente (de la que se hacen eco y defienden economistas como Paul Krugman) de que la nueva ley reducirá los costes.

Según la Oficina Presupuestaria del Congreso (Congressional Budget Office, CBO), el plan de Obama producirá “ahorros” en los procedimientos médicos. No sorprende que buena parte de los medios de comunicación (y especialmente el New York Times) hayan estado repitiendo la misma copla.

Sin embargo, yo pienso que esta afirmación cae completamente en la categoría de “¡No tan rápido!” -título de la columna regular que el autor escribe para The Freeman Online-. Desde mi punto de vista, no hay ninguna posibilidad de que el plan del Presidente vaya a recortar ni remotamente los costes reales. El verdadero legado de este proyecto de ley consistirá en añadir costes en formas que difícilmente podemos imaginar.

Dado que esta medida impone nuevos mandatos y requerimientos, va a aumentar los subsidios de los servicios médicos, y ordena a las compañías de seguros a cubrir a los solicitantes independientemente de su estado de salud, a uno se le hace difícil encontrar los “ahorros en costes”.

El programa gubernamental Medicare -destinado a personas mayores de 65 años- supuestamente costará medio billón de dólares menos, pero simplemente porque el Gobierno dice que eso será así, no porque los costes se vayan a reducir realmente. El “despilfarro, fraude, y abuso” que todas las administraciones precedentes prometieron erradicar encontrará su “media naranja” en la Administración Obama.

Dado que el plan no recortará realmente los costes, podrían avecinarse controles de precios médicos. Sin entrar en la cuestión de las distintas distorsiones económicas que generan los controles de precios, permítanme tratar un asunto incluso más fundamental: la naturaleza de los costes. Es revelador que los economistas que defienden el proyecto de ley debido a sus supuestos “ahorros de costes”, están exponiendo su propia ignorancia acerca de los costes.

Para ellos, un “coste” no es nada más que un gasto monetario que se paga por un determinado bien o servicio. Si el gobierno ordena que los precios pagados en esas transacciones sean menores, entonces -¡voilá!- los costes son menores.

Los costes de oportunidad

Como mínimo, esta es una perspectiva infantil de los costes, y ciertamente no es un punto de vista que ningún economista serio mantenga. Los costes, según la teoría económica básica, son costes de oportunidad, o lo que es lo mismo, el valor que para un individuo tiene la actividad a la que ha renunciado para poder llevar a cabo la acción elegida. Imponiendo precios menores, el gobierno estaría aumentando los costes de oportunidad para los individuos que participan en el intercambio. Lejos de reducir los costes, las medidas propuestas conducirían en última instancia a unos costes reales mayores.

Por ejemplo, si el gobierno reduce coactivamente el precio de un procedimiento médico por debajo del nivel al que todos los proveedores del servicio pueden ser adecuadamente compensados, entonces el procedimiento no se llevará a cabo en absoluto.

Mientras que eso significaría eliminar gastos monetarios, reduciendo “oficialmente” los costes, la persona a la que se niega el procedimiento soportaría un coste real por tener que sufrir la enfermedad que le condujo al médico en primer lugar.

Los defensores del ObamaCare afirman que Canadá y Gran Bretaña tienen unos costes médicos menores que Estados Unidos con sus sistemas sanitarios gestionados por el gobierno. Sin embargo, muchos de esos “ahorros” en costes tienen lugar debido a que a algunas personas se les niega la atención, o tienen que conformarse con alternativas más baratas pero de inferior calidad.

En otras palabras, los “ahorros se producen a expensas de los individuos que desean recibir la asistencia. Podría ser posible, mediante trucos contables, mostrar que el nuevo “sistema” médico ha rebajado el déficit federal, pero no puede y no reducirá los costes reales que los individuos pagaremos.

Artículo publicado originalmente en The Freeman Online.

William Anderson es profesor asociado de economía en Frostburg State University. Columnista semanal de The Freeman Online. Escribe regularmente en su blog Krugman in Wonderland, donde somete a crítica cada anotación y artículo que escribe el Nobel Paul Krugman.

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