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Un 'aventurero' reivindica ante la Asamblea de la CEOE el orgullo de ser empresario

El emprendedor catalán animó la reunión anual con un encendido discurso en el que desmontó numerosos tópicos.

El emprendedor catalán animó la reunión anual con un encendido discurso en el que desmontó numerosos tópicos.
Albert Bosch, en una imagen de su blog personal.

"El Amazonas es como la administración, por todas partes hay bichos". Con frases como ésta, este martes, Albert Bosch ha dejado claro que no es un tipo normal. El empresario catalán era el ponente más desconocido de la Asamblea de la CEOE de este año. Hablaba después de José Luis Feito, presidente de la Comisión de Economía de la Patronal, y Ángel Cano, consejero delegado del BBVA.

Sin embargo, no se le han notado los nervios. Ni mucho menos. De hecho, ha sido, sin duda, el más aplaudido. Mucho más que Juan Rosell o Mariano Rajoy, dos de los oradores que le han sucedido. Bosch ha levantado a una audiencia que hasta ese momento se mantenía callada, triste, casi resignada y que ha saludado su discurso con una encendida ovación y con el convencimiento de que hay que estar muy orgulloso de ser un buen empresario.

No es fácil montar una empresa en estos momentos en España. Tertulianos, columnistas, políticos… Todos disparan contra el mismo blanco. "Especuladores, defraudadores, explotadores" son sólo algunos de los adjetivos más habituales que tienen que aguantar quienes invierten su tiempo y su dinero en intentar llevar adelante un proyecto empresarial. Por eso, la voz de Bosch ha sonado fresca y ha insuflado optimismo desde el principio. Él se ha denominado "emprendedor" y ha dicho que lo hacía no porque el término estuviera de moda, sino porque no todavía estaba a la altura de los grandes empresarios. Y claro, la Asamblea estaba rendida a sus pies.

Este empresario catalán debe ser un tipo peculiar. No hay más que ver su web, dividida entre lo que denomina como "aventuras deportivas" y "empresariales". Porque Bosch se dedica en su tiempo libre a hacer eso que antes se llamaban "locuras" y ahora se denomina "deporte extremo": ha participado en ocho Dakar, ha subido la montaña más alta de cada continente y ha atravesado la Antártida en solitario y sin asistencia ("el primer español que lo consigue", ha presumido).

Bosch ha dicho que está harto de que "el empresario sea siempre la mala persona" y ha pedido que en España se admita la posibilidad de fracasar, algo por lo que también ha pasado (el año pasado cerró una empresa con más de 50 empleados) y que no debería penalizar de por vida al que lo ha intentado.

Por eso, ha explicado este martes, montar una empresa en España puede ser tan difícil como adentrarse en la selva más inhóspita. En su opinión, cualquier nuevo empresario se enfrenta a peligros constantes, equiparables a los que él ha tenido que superar en sus aventuras:

  • Soledad: Bosch pasó 47 días solo en la Antártida y asegura que así se siente el empresario cuando las cosas van mal. Ninguna administración le ayuda. Todo son dificultades. Y la sociedad le arrincona, especialmente si ha fracasado. Mientras en otros países se apoya a los que lo intentan y los empresarios son los héroes, en España "tienen mala imagen".
  • Riesgo: en este apartado, Bosch ha explicado, cómo cuando subió el Everest, vivió cómo se gestionaban los riesgos y lo diferente que eran la perspectiva desde el Campo Base y desde la cima de la montaña. Para los que hablan desde abajo, un fallo sólo implicaba una pequeña decepción; para los que están a unos centenares de metros de culminar la ascensión, puede implicar la muerte. Del mismo modo, el empresario se ve rodeado de normas, restricciones o avisos de gente que nunca ha puesto un duro y que olvida que el que se lo juega todo a una carta es el que ha puesto el dinero.
  • El hombre orquesta: en la Selva, Bosch debía cuidarse por sí mismo. Todo lo hacía él: la comida, el transporte, el alojamiento. No había nadie a quien pedir ayuda. Todo había que aprenderlo. Desgraciadamente, igual se siente un empresario, en su opinión, ante la administración. Debe ser contable, fiscalista, especialista en RRHH, etc. Y cuidado con cometer el más mínimo error, porque será debidamente penalizado: "La administración es como el Amazonas, hay bichos por todas partes".
  • Incertidumbre: para ir a la Antártida, explica Bosch, uno puede prepararse. Se informa y ya sabe que las temperaturas estarán entre -10ºC y – 50ºC. Y cuando llega, ¡resulta que es así! Pero está todo controlado, porque lleva las prendas y el equipamiento necesario. ¡Qué diferente es la vida del empresario español! Comienza un negocio con unas leyes y a las dos semanas, se las cambian. Y a las dos semanas, se las vuelven a cambiar. Y poco después, una nueva administración llega y dice que también es competente. Y el empresario debe adaptarse, incluso sin tiempo, si no quiere sufrir las consecuencias.

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