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El gran reto de Báñez: las dos reformas más delicadas, en sus manos

Gana enteros en el Gobierno gracias a su imagen pública y a su buena relación con los sindicatos. Tendrá que legislar en pensiones y reforma laboral.

Gana enteros en el Gobierno gracias a su imagen pública y a su buena relación con los sindicatos. Tendrá que legislar en pensiones y reforma laboral.
Fatima Báñez y Méndez de Vigo, en el Congreso la pasada semana |  Efe

La ministra más desconocida del primer Gobierno de Mariano Rajoy podría convertirse en una de la más poderosas en el último. Fátima Báñez fue la gran sorpresa de aquel Ejecutivo lleno de caras conocidas y con una enorme experiencia en la primera fila de la política y en los medios: Cañete, Gallarón, Sáenz de Santamaría, Montoro, De Guindos… Entre todos ellos se colaba esta gaditana, que era diputada desde el año 2000 y que no había tenido puestos de especial relumbrón en el partido.

Pues bien, cinco años después, muchos de sus compañeros han caído. Algunos (Soria, Mato) por escándalos y otros (Gallardón, Wert) por no haber sacado adelante las reformas a las que se comprometieron cuando llegaron a La Moncloa. Báñez, una veterana del PP, ha sobrevivido sin mayor problema a uno y otro reto. Ninguno de los escándalos que han afectado a los populares la ha rozado. Y a pesar de que se ha tenido que meter en el fregado de dos reformas muy impopulares (mercado de trabajo y pensiones) ha salido muy bien parada ante la opinión pública.

En su haber, además, están las cifras del paro, sin duda de las que más orgulloso está Mariano Rajoy. El presidente no se cansa de repetir que a finales 2011 y comienzos de 2012 destruíamos más de medio millón de empleos al año y ahora los creamos. Dentro y fuera de nuestras fronteras (especialmente fuera, todo hay que decirlo, y entre los organismos internacionales que vigilan nuestra economía) la reforma laboral es el logro del Gobierno del PP que más elogios recibe. Si a eso le sumamos la excelente relación que tiene Báñez con los sindicatos y su buena imagen pública, todo suma a favor de la ministra de Empleo. Como además no tiene grandes enemigos en el partido ni en el Consejo de Ministros, tampoco molesta el paso adelante que ha protagonizado.

Eso sí, si lo pasado fue complicado, lo que le queda por delante no es más sencillo. Báñez tendrá que hacer frente a las dos tareas más delicadas, junto a la financiación autonómica, que tiene por delante el Gobierno.

En primer lugar, la sentencia del Tribunal de Justicia de la UE (TJUE) sobre la indemnización a fijos, temporales e interinos obliga a legislar en un sentido u otro. El flanco débil de la reforma laboral es que no ataca de frente el problema de la dualidad. De hecho, a pesar de los parches aprobados a lo largo de la legislatura (menos diferencia entre la indemnización de fijos y temporales, subvenciones a la contratación indefinida, nuevas modalidades de contratación indefinida con un período de prueba más amplio) las cifras de dualidad no se han movido demasiado desde 2012. Ahora hay que hacer algo. Ciudadanos, el socio del PP en esta legislatura, apuesta claramente por el contrato único, ya sea puro (una única modalidad) o encubierto (tres tipos de contrato, pero con una indemnización creciente para los temporales que acaban convirtiéndose en indefinidos).

La primera reforma laboral de Báñez le costó una huelga general (no especialmente exitosa, eso es cierto). Pero eso no ha evitado que la ministra haya desarrollado una relación muy buena con sindicatos y patronal. De hecho, éste es otro punto muy favorable para ella. En un contexto de negociaciones constantes en el Parlamento, con un Gobierno necesitado de apoyos extra para sacar adelante las leyes, mantener la paz social se convierte en algo casi imprescindible. No parece fácil que el PP vaya a contar con los votos a favor del PSOE en este tema, sea lo que sea lo que presente, pero sin el visto bueno de las grandes centrales, es directamente imposible.

El reto de las pensiones

El segundo gran reto de Báñez será, incluso, más complicado que el primero. El Fondo de Reserva de las pensiones ya no da más de sí y los partidos reconocen que algo hay que hacer. Las opciones son todas complicadas:

  • subir impuestos para cubrir el agujero de la Seguridad Social
  • aplicar las reformas de 2011 y 2013 en su integridad (lo que supondría que las nuevas pensiones empezarían a perder peso respecto a los salarios desde ya)
  • endurecer los requisitos de acceso al sistema (edad de jubilación, años para el cálculo de la base…)

Haga lo que haga Báñez, tendrá que superar muchas resistencias. Tampoco aquí será fácil el acuerdo. Para el PSOE, lo sencillo (irresponsable y demagógico, pero sencillo) es votar en contra de cualquier reforma que le pongan encima de la mesa y arrogarse la defensa de los jubilados presentes y futuros. Es lo que hicieron PP y PSOE en 2011 y 2013 cuando estaban en la oposición: votar contra dos reformas que, en privado, sus propios expertos reconocían que eran necesarias.

Lo cierto es que Báñez superó con relativo éxito la prueba en 2013. Convocó a los expertos, obtuvo el informe, hizo una propuesta de reforma que más o menos seguía las recomendaciones de los sabios (no como hizo Montoro con la reforma fiscal) y consiguió que se aprobara la reforma sin sufrir heridas muy profundas por el camino. En 2017 tendrá que volver a demostrar que puede enfrentarse al reto.

Junto a estas dos grandes reformas, la ministra de Empleo tendrá que lidiar con uno de los debates más polémicos que, intuimos, habrá en esta legislatura: el que trata sobre las rentas mínimas. Tanto Podemos como el PSOE llevaban en sus programas propuestas para cambiar por completo el diseño de las rentas de inserción y dar el primer paso hacia una renta universal garantizada. Es verdad que incluso la formación morada se ha olvidado ya de cuanto pedía una renta mínima de 650 euros para todos los españoles. Pero el tema no está ni mucho menos zanjado.

Para empezar, porque una de las medidas estrella de Ciudadanos es el complemento salarial para sueldos bajos. No es una renta básica, pero tiene elementos en común. Pero además, porque todo apunta a que en esta legislatura tan complicada al Gobierno le costará sacar muchas leyes adelante. El PSOE querrá cobrar un peaje por su abstención en la investidura, algo con lo que congraciarse con su electorado. No sería nada extraño que intentase apuntarse el tanto de conseguir la aprobación en el Congreso de una renta de inserción, con o sin el apoyo del Gobierno.

Un perfil muy de Rajoy

En el paso adelante de Báñez tiene mucha importancia el carácter de la ministra: discreta, dialogante, poco amiga de los focos, muy trabajadora... Es un perfil muy del gusto de Mariano Rajoy. Alguien que saca el trabajo adelante sin ponerse medallas y sin entrar en polémicas estériles con sus compañeros del Consejo de Ministros o con los rivales de la oposición.

Desde el Ministerio, achacan a estas características buena parte de sus éxitos: aprobar dos reformas muy polémicas sin ver dañada su imagen pública y su relación con sindicatos o empresarios. "En el tú a tú es imbatible", aseguran personas que han trabajado con ella en estos años: "Es muy buena en las relaciones personales y consiguiendo consensos".

Una prueba es su gran relación con sindicatos y patronal. Pero no sólo. Con muchos de los cargos internacionales que ha tratado en la OIT, en la OCDE, en la Comisión Europea o en otros gobiernos de la UE, Báñez tiene una muy buena relación personal. Incluso con Thomas Pérez, secretario de Empleo de Barack Obama mantiene muy buena sintonía.

En su haber está haber mantenido esta cordialidad incluso cuando ha tenido que pisar algunos callos muy dolorosos. Por ejemplo, en el tema de las políticas activas de empleo, una reforma que ha acaparado menos titulares que la laboral o la de las pensiones, pero que para sindicatos y patronal ha supuesto un duro golpe en la cuenta corriente. Báñez ha abierto a la competencia un campo (el de los cursillos del INEM) que durante mucho tiempos e consideró un coto cerrado para los "agentes sociales". Y lo ha hecho superando resistencias, con momentos de tensión, pero sin dinamitar nunca los puentes con sus interlocutores.

Fueron estas cualidades las que llamaron la atención de Rajoy en 2011. Es cierto que Báñez era bastante desconocida para el gran público, pero no así en el Congreso, donde llevaba desde el año 2000, con mucha participación en las comisiones del área de economía. "Presentó 71 enmiendas a la reforma laboral del PSOE", recuerdan en su equipo. Hay una historia que se cuenta por los pasillos del Ministerio y que refleja muy bien la confianza que el presidente tuvo en ella: "Cuando Rajoy la nombró ministra le dio tengo dos noticias: 'Vas a ser ministra de empleo. Pero necesitamos la reforma laboral en tres meses". Un mes y medio más tarde, el gallego tenía el decreto sobre la mesa del Consejo de Ministros.

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