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El sorprendente viraje de Tsipras: de peligroso antisistema a querer atraer inversores

El primer ministro griego propone, entre otras medidas, bajar algunos impuestos cuando concluya el actual plan de rescate. 

El primer ministro griego propone, entre otras medidas, bajar algunos impuestos cuando concluya el actual plan de rescate. 
Alexis Tsipras y Angela Merkel | Cordon Press

Alexis Tsipras, primer ministro de Grecia, ha presentado un plan post-rescate para encauzar la situación economía helena en los próximos años y dejar atrás la crisis económica que ha asfixiado al país. Aunque por el momento se encuentra negociando con las instituciones europeas el camino a seguir cuando finalice el rescate este verano, el líder de Syriza ha mostrado los puntos que quiere trabajar para sacar a su país del atolladero.

El plan se resume en reducir los impuestos, atraer las inversiones, mejorar la productividad, potenciar las exportaciones y cambiar el modelo productivo. Unas ideas que tienen poco de antiestablishment -ideología en la que se encuadra el partido de extrema izquierda que el mismo lidera-.

El turismo es el motor principal de la economía griega, pero Tsipras quiere potenciar en los próximos años la medicina, la agroalimentación, la energía y la innovación. Por otro lado, ha fijado el objetivo de que en 2025 las exportaciones constituyan el 50% del PIB heleno -actualmente suponen el 33%-. Para lograrlo, buscará mejorar el clima inversor y crear la figura del Banco Griego de Desarrollo, una figura que está todavía por crear, y el uso de los fondos europeos de cohesión.

A comienzos de 2017, el Gobierno de Alexis Tsipras anunció varias subidas fiscales con el objetivo de recaudar 2.447 millones de euros más. Los asalariados y pensionistas con rentas bajas se vieron afectados, ya que se redujo el mínimo exento de los 9.545 euros a los 8.636 euros anuales. Además, también se subieron los tributos a las rentas superiores a 20.000 euros.

El impuesto sobre la renta de alquileres subió 4 puntos porcentuales para los ingresos inferiores a los 12.000 euros y el máximo se fijó en una tributación del 45% en las rentas más altas. Los gravámenes sobre la gasolina, el diésel y el gas pasaron de 3 céntimos por litro a 10. Lo mismo ocurrió con una serie de impuestos indirectos y se crearon tributaciones sobre el consumo de café, el líquido de los cigarros eléctricos y la televisión por cable. Pero quizá, la subida más notable fue la del IVA que pasó a ser del 24% -antes era del 23%-. Por no hablar de que, en 2016, el país heleno fue el que más aumentó los impuestos al trabajo de toda la OCDE.

Sin embargo, de cara a los próximos meses, Tsipras reducirá algunos de estos tributos para intentar entrar en una dinámica de crecimiento. De hecho, ya está aprobada la reforma que bajará el impuesto de sociedades del 29% al 26% a partir del 1 de enero de 2019. A diferencia de España, que no hay un tipo fijo, aunque sí uno general del 25%, en Grecia el 26% se aplicará en todas las compañías salvo en las de crédito que seguirán tributando con el 29%.

Haciendo caso al informe Doing Bussines, el monto total de impuestos sobre ganancias en Grecia está en el 50,7%. Esto quiere decir que, más de la mitad de lo que cualquier griego gana al año va a parar a las arcas públicas. En el caso de la media de la OCDE, el porcentaje sobre el total de las ganancias es del 40,9%. Por tanto, una reforma fiscal que libere los asfixiados bolsillos de los ciudadanos helenos, un control del gasto público y una liberalización económica para atraer y potenciar a las empresas son los tres pilares en los que Grecia debería trabajar para dejar atrás su larga crisis.

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