El gobierno portugués que encabeza António Costa sigue sorprendiendo a propios y extraños. Lejos de abrazar la laxitud fiscal de la que hace gala Pedro Sánchez, el líder socialista de nuestro país vecino busca lograr el primer superávit presupuestario de su país en las últimas décadas. Además, su Ejecutivo ha anunciado medidas liberales que incluyen menos impuestos a los propietarios de inmuebles que bajen el alquiler, menos gasto clientelar en la educación, exenciones tributarias para los no residentes, flexibilidad en el mercado de trabajo…
Pero Costa no quiere vivir de las rentas y se ha propuesto impulsar una agresiva reforma fiscal con la que pretende reducir significativamente las distorsiones del código tributario luso. Este objetivo empezó a concretarse en abril de 2018, cuando el Secretario de Estado de Asuntos Fiscales, Antonio Mendoza Mendes, constituyó un grupo de trabajo consagrado a esta materia.
Las conclusiones de dicha investigación fueron concluyentes. El sistema impositivo incluye más de 540 regímenes especiales, incluyendo aquí bonificaciones, deducciones, exenciones y otros tratamientos diferenciados. Si bien estas cláusulas permiten un ahorro de 4.000 millones de euros a los contribuyentes (cifra equivalente al 2% del PIB), los técnicos que han estudiado su diseño han encontrado que menos del 20% de estas provisiones están justificadas desde el punto de vista económico.
Mendoza Mendes ya ha deslizado que el gobierno tiene previsto aplicar las conclusiones del grupo de trabajo y, en consecuencia con sus recomendaciones, simplificar radicalmente el código tributario luso. "Hay formas eficientes de recaudar y formas ineficientes de recaudar. Queremos cambiar nuestro sistema para que funcione mejor", explicó el Secretario de Estado de Asuntos Fiscales.
6.000 millones de alivio fiscal
Pero el objetivo último no es ganar en eficiencia para recaudar más, sino mantener los ingresos constantes a base de mejorar el diseño tributario, apuntalar el crecimiento y reducir los impuestos que más golpean la actividad económica. La meta del gobierno es que la presión fiscal siga en torno al 34-35% del PIB, lejos del promedio europeo que ronda el 45% del PIB.
Eso sí: los niveles actuales de recaudación son menores de lo proyectado inicialmente, puesto que se han aplicado diversas medidas de alivio fiscal que han devuelto 6.000 millones de euros a los contribuyentes. Mirando al futuro, el gobierno portugués anuncia que aspira a seguir reduciendo los tributos, especialmente gracias a la caída del endeudamiento.
Para justificar esas rebajas, el Secretario de Estado de Asuntos Fiscales ha presentado un indicador que toma como referencia el peso conjunto de la recaudación fiscal y el déficit público, con ánimo de reflejar el peso actual y futuro de los impuestos. "De 1995 a 2015, el déficit medio fue del 5% del PIB, por lo que la recaudación era artificialmente baja y la deuda futura no paraba de aumentar. De 2016 a 2019, hemos reducido del 28% al 26% del PIB la suma de la recaudación fiscal y el déficit. Entre 2019 y 2020 lograremos el ansiado superávit, de modo que pronto veremos que la comparativa es aún más favorable y el clima fiscal futuro será más sostenible y atractivo", explica Mendoza Mendes.