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El Gobierno tendrá que aplicar recortes con o sin rescate de la UE

El Gobierno peca de optimista en su previsión fiscal. La recaudación se hundirá mucho más de lo que calcula Hacienda y obligará a aplicar ajustes.

El Gobierno de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias no sólo peca de optimista en materia económica, sino que también se queda corto a la hora de estimar el agujero fiscal que dejará tras de sí la crisis del coronavirus. La combinación de alto déficit y deuda pública obligará a adoptar ajustes presupuestarios más temprano que tarde, con o sin rescate europeo de por medio, ya que, en caso contrario, el Estado tendrá graves dificultades para financiar su ingente volumen de gasto.

Las cuentas públicas que proyecta la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, no se ajustan a la realidad. Con una recesión prevista del 9,2% y una tasa de paro del 19% en 2020, el Gobierno considera que el déficit público cerrará el ejercicio en el 10,3% del PIB, mientras que la deuda crecerá hasta el 115,5%.

Sin embargo, el Programa de Estabilidad que acaba de remitir a Bruselas no incluye un análisis sobre la evolución presupuestaria en 2021. El Gobierno se limita a señalar que las subidas de impuestos y la recuperación económica permitirán reducir de nuevo el déficit público, pero sin aportar datos concretos al respecto.

La estrategia del Gobierno se centra en exigir a Bruselas un rescate incondicional mediante transferencias a fondo perdido para cubrir los costes sanitarios y económicos asociados al coronavirus, de modo que no tendría que devolver el dinero, pero, por el momento, ha recibido un "no" por respuesta. Así pues, acudir al Fondo de rescate europeo (Mede) conllevaría una serie de condiciones, entre otras, la necesidad de recortar el gasto público para empezar a reequilibrar las cuentas.

El PSOE es muy consciente de que cualquier movimiento en ese sentido provocaría un grave conflicto con Podemos, su socio de Gobierno. Pero es que, aún en el caso de que no recurriera al citado rescate, el déficit que registrará España es de tal tamaño que, de una u otra forma, requerirá ajustes para apuntalar la sostenibilidad de las finanzas estatales, ya que las consabidas subidas fiscales resultarán insuficientes.

Hay, al menos, tres informes que apuntan ya en esta dirección. El primero es de la AIReF, que, partiendo de una caída del PIB de entre el 8,7% y el 12,8% en 2020, avanza que el déficit podría situarse en el 13,8%, unos 3,5 puntos porcentuales por encima de la previsión de Hacienda.

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Y la clave es que esta desviación no responde tanto al aumento del gasto como al desplome de los ingresos. Así, mientras que el Gobierno calcula que la recaudación caerá un 5,3% respecto a 2019, el equivalente a unos 25.000 millones de euros, la AIReF cree que la bajada oscilará entre el 7,9% y 11,5%, esto es hasta 56.000 millones. Es decir, los ingresos del Estado serán entre 12.000 y 30.000 millones de euros inferiores de lo que estima oficialmente Hacienda. Y el problema es que un descenso de estas características no se recuperará elevando la tributación.

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La Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea) coincide en el diagnóstico. Tomando como referencia la recesión prevista por el Gobierno (-9,2%), la recaudación caería en cerca de 40.000 millones de euros, unos 15.000 millones extra de lo que calcula Hacienda. Pero es que, a poco que la recuperación se retrase hasta diciembre, el PIB se hundirá un 12% y los ingresos bajarán 60.000 millones respecto a 2019, unos 35.000 millones adicionales de lo que calcula Hacienda.

Y lo mismo sucede si se observa el último observatorio fiscal de BBVA Research, dado que sus expertos también coinciden en que los ingresos caerán en cerca de 60.000 millones de euros en 2020, un 11% interanual frente al 5% que estima Montero.

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Con independencia del mayor o menor déficit público que registre España, superior en todo caso al 10% del PIB, el hundimiento de la recaudación, mucho más grave e intenso de lo que admite el Ejecutivo, dificultará enormemente la inexcusable reducción del déficit a partir de 2021 si no se aplican ajustes estructurales por el lado del gasto. Además, la subida de impuestos que barajan Sánchez e Iglesias no sólo no logrará recuperar los ingresos perdidos, sino que lastrará el crecimiento y la creación de empleo.

En definitiva, con un agujero fiscal de dos dígitos, una caída tan acusada de la recaudación y un aumento récord de la deuda pública a nivel global en 2020, próximo a 8 billones de dólares, según el Fondo Monetario Internacional (FMI), los recortes de gasto serán inexcusables para poder evitar una nueva crisis soberana, al margen de que haya o no rescate por parte de Europa.

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