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José María Rotellar

El balance económico de Sánchez tras dos años de Gobierno

Cuando Sánchez deje el Gobierno, su legado será malo por la inseguridad generada, la ausencia de reformas y las propuestas populistas de incremento de gasto y subida de impuestos que habrán desestabilizado la economía.

Cuando Sánchez deje el Gobierno, su legado será malo por la inseguridad generada, la ausencia de reformas y las propuestas populistas de incremento de gasto y subida de impuestos que habrán desestabilizado la economía.
Pedro Sánchez y Pablo Iglesias se abrazan durante el acto de presentación del programa de Gobierno. | EFE

Tras ya más de dos años como presidente del Gobierno, Pedro Sánchez tiene que enfrentarse a los datos de su gestión también en su vertiente económica. Es obvio que la crisis sanitaria ha impactado en la economía española, pero hay que realizar dos matizaciones: ni todo el empeoramiento económico se debe a la crisis provocada por el coronavirus, pues la ralentización se intensificaba cada vez más desde finales de 2018 sin que el Gobierno hiciese nada positivo para frenarlo, cuando no incentivaba la desaceleración con sus medidas de incremento de gasto, ni el impacto del virus en la economía ha tenido la misma fuerza en todos los países, pues quienes han sido previsores y han gestionado mejor, han podido tomar medidas más suaves, incluso no cerrar la economía y ahora cuentan con una fortaleza económica estructura muy superior a la española.

En este balance pesa, y mucho, la forma de hacer política de Pedro Sánchez, aplicada también a la política económica. Su problema es de origen, del momento y modo en cómo llegó a la presidencia del Gobierno. No se puede pretender gobernar con una cifra tan escasa de diputados del propio grupo en un parlamento que cuenta con 350 escaños. Todo lo más, como hizo Sánchez, se puede alcanzar el poder, pero no gobernar, de manera que tiene que estar sometido a las alianzas que él ha querido tener: los comunistas y los independentistas, que llevan a aplicar políticas perjudiciales para la economía.

Cuando Sánchez deje el Gobierno, su legado será malo, no ya por los datos de nivel que presente, sino, sobre todo, por tres elementos: la tendencia de agudización del empeoramiento por la inseguridad generada, la ausencia de reformas y las propuestas populistas de incremento de gasto y subida de impuestos que habrán desestabilizado la economía. Ese balance, tras dos años, ya se comienza a vislumbrar de manera clara.

Todo eso, lo que ha desatado no es otra cosa que la desconfianza en la política económica que se aplicará ahora. Vuelve al recuerdo de los agentes económicos la grave crisis de no hace tanto tiempo. Y esos agentes económicos, principalmente las familias y las empresas, han intensificado su prudencia ante el empeoramiento de expectativas tras la gestión ineficiente del Gobierno a lo largo de estos meses, donde han cerrado la economía y han motivado el fin de muchas empresas.

Las consecuencias

En primer lugar, las familias reducen su consumo y aumentan su ahorro en previsión de que dicha reducción en renta llegue, al ver cómo muchas otras personas ya cuentan con menos recursos. El consumo de las familias se hunde un 6,6% intertrimestral, mientras que cuando Sánchez llegó al Gobierno crecía un 0,4%.

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Por su parte, las empresas hacen lo propio: anulan o, en el mejor de los casos, aplazan decisiones de inversión hasta ver qué camino tomará la política económica y si la economía española se reforma para ello o no. Así, la formación bruta de capital (la inversión), pasa de crecer un 3,3% en el IITR-2018 a bajar un 5,7%.

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Ese descenso de la confianza empresarial que nos transmite la inversión se ve claramente en la inversión en bienes de equipo, fundamentales para la producción. Se ha pasado de crecer un 8,4% al llegar Sánchez a caer ahora un 8%.

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Por la parte de la oferta, destaca el deterioro de la construcción. Cae un 6,8%, mientras que cuando Sánchez llegó al Ejecutivo crecía un 2% intertrimestral.

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Y también destaca, en la oferta, el quebranto provocado al comercio, que pasa de crecer un 0,9% en el IITR-2018 a caer ahora un 11,1%.

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La industria y los servicios también se ven afectados globalmente de manera muy intensa. Así, desde que gobierna Sánchez, el índice de producción industrial (IPI), ha caído un 26,7%, la cifra de negocios de la industria ha descendido un 45,4%, el indicador de actividad del sector servicios ha bajado un 41,4% y el comercio minorista se desploma un 17,7%.

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Tampoco son mejores los datos de inversión extranjera recibida, que cae 17.437,3 millones desde que Sánchez gobierna, ni los de deuda, que crece en 58.392,5 millones desde que llegó al poder.

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Todo ello desemboca en el empleo, con 610.753 parados más y 291.331afiliados menos desde mayo de 2018.

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Ése es el balance que deja Sánchez hasta el momento. Una economía atenazada por la incertidumbre, con su estructura económica dañada por el cierre productivo motivado por la falta de medidas tempranas en el ámbito sanitario, y sin reformas que permitan minimizar los problemas y que posibiliten dinamizar la economía para volver a crecer de manera rápida, sólida y robusta, de manera que la gestión equivocada hace que los indicadores económicos se deterioren cada vez más.

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