La semana bursátil ha resultado tan negativa como otras ya vividas, si no fuera porque prácticamente un día tras otro Telefónica ha sido el lastre. Ha habido noticias económicas, la Reserva Federal ha bajado los tipos de interés, un juez ha dado la razón a Microsoft, en el BSCH se ha hecho la calma. Pero, los mercados no dan síntomas de salir del letargo. De hecho, son muchos los analistas que aseguran que seguimos en el mismo tobogán de los últimos tiempos. Ir tirando es la consigna.
Lo que está claro es que los inversores finales siguen fuera del mercado y hacen bien. Tener el dinero a buen recaudo, o incluso en el ladrillo, reporta beneficios y, sobre todo, menos disgustos. En todo caso, analistas sensatos, cómo no, esperan que para el segundo semestre las cosas cambien y la bolsa pueda proporcionar algunas alegrías. Si es verdad que la economía de Estados Unidos se anima gracias a los toques del mago Greenspan y en Europa van remitiendo las tensiones de precios y el crecimiento económico toma impulso, el ánimo va a mejorar. Son suposiciones, obviamente. Pero, no es menos cierto, que lo peor es la incertidumbre y la decepción, y con mejores datos macroeconómicos en la mano las empresas mejorarán sus expectativas y miel sobre hojuelas.
Dicen, además, que la tecnología también está en camino de recuperar posiciones, a pesar de las malas noticias que procuran sobre el empleo. O los disgustos que proporcionan empresas del tamaño de Alcatel, Nokia, Ericsson, entre otras. La nueva economía es más que una promesa y, finalmente, dará el do de pecho también en los mercados bursátiles. Además, ya saben que en la bolsa no siempre se gana. Y aunque se gane poco, casi siempre es la mejor inversión posible. Se imponen más dosis de paciencia y no hacer experimentos.

Telefónica, una losa
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