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Susana Criado

Iberia: Si no lo veo, no lo creo

Lo que nos dicen las pantallas de bolsa sobre la marcha de Iberia es increíble, pero cierto. Desde que debutó en el parqué, en abril del pasado año a un precio de 1,19 euros, se ha revalorizado un 27%. Desde los mínimos marcados tras el 11 de septiembre ha duplicado su valor; en lo que va de año acumula una subida del 35% y sólo en las cinco últimas sesiones se ha apreciado más de un 20% cerrando la semana en 1,52 euros. Increíble pero justificable esta imprevista y envidiable subida con más de un argumento.

Se juntan un cúmulo de factores. Por un lado, tenemos los últimos datos publicados en Estados Unidos –construcción de nuevas viviendas, confianza del consumidor, pedidos a fábrica, petición de subsidios de desempleo...– que indican que la recuperación está en marcha. A esto hay que sumar la última y clara comparecencia de Alan Greeenspan, el presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos, que da carpetazo a la recesión más breve y suave de la historia del país. En tercer lugar, tenemos la recuperación del tráfico aéreo en las últimas semanas según los datos ofrecidos por la Agencia Internacional del Tráfico Aéreo.

El contexto juega a favor, pero Iberia, además, ha hecho algunos deberes. En 2001 obtuvo un beneficio neto de 50,3 millones de euros gracias a un aumento de los ingresos del 5,5% y sobre todo a una contención de gastos de personal y de combustible. Además, hay que recordar que es líder en el mercado doméstico donde la demanda no se resintió tras los atentados del 11 de septiembre, y líder también en vuelos a Sudamérica cuya demanda, a pesar de la crisis argentina, se ha resentido menos que la norteamericana tras los atentados. Por si fuera poco, el espacio aéreo del Viejo Continente, uno de los más saturados del planeta, se rige por nuevas normas: la distancia vertical entre aviones se ha reducido de 600 a 300 metros, lo que permite volar a un 20% más de aviones. Sufriremos los viajeros menos retrasos en los vuelos y menos colapsos en épocas de gran demanda.

Al margen de estos buenos fundamentales, se habla en el mercado de posibles movimientos corporativos; ahora que el acuerdo entre British Airways y American Airlines, al que estaba adherido Iberia, está en el aire se habla de un acercamiento a la española por parte de la alemana Lufthansa. Pero lo más importante, el tesoro que guarda con mimo Iberia es Amadeus. La compañía que preside Xavier de Irala controla el 18,3% de la central de reservas por Internet, un porcentaje valorado en 843 millones de euros que no hace más que revalorizarse porque desde el pasado dos de enero Amadeus ha ganado en bolsa cerca de un 30%.

Hasta aquí todo bien, pero... ¿y los pilotos? El pasado dos de marzo el sindicato de pilotos SEPLA volvió a ponerse en pie de guerra al manifestar su malestar creciente por el traslado de residencia a Madrid de 65 pilotos que vivían en otras comunidades autónomas. Conocedores de su capacidad de presión los pilotos podrían volver a la carga en Semana Santa o durante el periodo estival, cuando más daño pueden producir. En previsión de cualquier posible conflicto y con las jugosas e inesperadas plusvalías acumuladas en el valor, un ahorrador sensato y prudente optaría por guardarse sus beneficios a buen recaudo. Demasiado bien y demasiado alto vuela ya Iberia.


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