Me temo que la recuperación del euro, que ha logrado colocarse por encima de los 87 centavos de dólar, es flor de un día. Lo es porque los pilares que sustentan esa recuperación son endebles y, por tanto, fugaces. Por un lado tenemos la caída de la inflación en la Eurozona en el mes de junio hasta el 3% desde el 3,4% anterior. Aunque éste es un indicador importante también es puntual; por ello será necesario ver cómo evolucionan en el futuro los precios y el dinero en circulación –la famosa M3 o masa monetaria– para confirmar que la inflación en la zona euro está bajo control y, lo que sería aún mejor, retoma la senda de la moderación.
Por otra parte, tenemos el discurso pesimista de Alan Greenspan, el presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos, quien echó un jarro de agua fría a las esperanzas de inminente recuperación de la economía, que algunos creían ver. Greenspan aseguró que la desaceleración no ha terminado, sobre todo por el lado de los consumidores que sufren por el desplome de las bolsas y por el deterioro del mercado laboral. Sus palabras, que dejan la puerta abierta a un nuevo recorte de tipos de interés, beneficiaron al euro y perjudicaron al dólar. El tercero de los endebles pilares que sustentan la última escapada del euro lo encontramos en las voces contrarias a un dólar fuerte. Esas voces que llegan principalmente de sectores industriales de Estados Unidos que están en contra de la excesiva fortaleza del billete verde y presionan para fomentar su debilidad y favorecer así sus exportaciones.
Si los motores que han permitido la última recuperación del euro son fugaces, su firmeza también lo será. La única esperanza que le queda a la moneda única es un posible recorte de tipos de interés por parte del Banco Central Europeo. Aunque la teoría económica dice que los recortes de tipos penalizan a las monedas, en esta ocasión un descenso del precio del dinero desde el 4,5% actual indicaría que el BCE está dispuesto a respaldar al maltrecho crecimiento económico. Pero hay que dejar claro que la política monetaria no es el único motor del crecimiento. También lo son la competitividad, las medidas liberalizadoras y las políticas fiscales que promuevan la inversión.

La subida del euro, un espejismo
En Libre Mercado
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