Tener acciones de Zeltia en cartera es cuestión de fe. Es estar convencido de que sus fármacos, aún en fase de estudio, tarde o temprano estarán en las farmacias de todo el mundo. De ser así, muchas de las personas que padecen algún tipo de cáncer tendrán la esperanza, no de curarlo, pero sí de encontrar un tratamiento más eficaz y menos dañino a su enfermedad. Además, la empresa disparará sus beneficios y nadará en la abundancia. Su presidente, José María Fernández de Sousa, estima que las ventas de su producto estrella, el ET 743, alcanzarán los 1.000 millones de dólares anuales. Y lo que es más importante para el accionista, el valor no habrá hecho más que empezar una envidiable y dorada carrera a las alturas.
A la espera de ese futuro tan prometedor, el presente le va de miedo. En los últimos cinco días ha subido un 8,93 por ciento, no al calor de unos excelentes beneficios trimestrales como otras grandes empresas y sí gracias a dos noticias. Por un lado, tenemos la compra del 20 por ciento de Rôche por parte de Novartis. La operación entre estas dos grandes farmacéuticas suizas ha disparado el rumor de que Zeltia –una empresa pequeña en tamaño aunque grande en investigación– podría ser el objeto de deseo de cualquier gigante del sector. Los rumores, advierto, no hay que tomárselos al pie de la letra. Hace meses, se comentó en el mercado que Glaxo SmithKline estaría interesada en tomar una participación del 5 por ciento de Zeltia y una vez desmentido el posible interés el valor se desplomó.
Por otra parte, tenemos la proximidad de un nuevo Congreso Oncológico. Se celebra este fin de semana en Estados Unidos y por el mercado circula la idea de que podría realizar algún anuncio importante. Se habla de nuevos avances en su medicamento estrella, el ya citado ET 743, y se habla también de un acuerdo de comercialización con alguna multinacional. Son sólo eso, especulaciones que calientan un valor que tiene una gran capacidad de subida, ampliamente demostrada en ejercicios anteriores –sólo en 2000 se revalorizó más de un 200 por cien–, pero que, en cualquier momento, puede anunciar que sus fármacos no tienen la autorización oficial a su comercialización.
Hay que recordar que hablamos de una empresa que tiene muchos medicamentos en la despensa pero que todos ellos tienen que superar distintas fases de estudio clínico. Además, tendrán que recibir el visto bueno de los organismos pertinentes para que puedan ser comercializados; que no todavía no ha cerrado ningún acuerdo con ninguna empresa dispuesta a lanzar al mercado esos supuestos aún fármacos anticancerígenos, y que en el primer trimestre del año para más inri ha visto como sus beneficios se reducían en un 51,6 por ciento.
Invertir en Zeltia, como dicen muchos, es jugársela a blanco o negro. Es cuestión de creer o no creer y, si la respuesta es un sí tajante, sólo comprar un porcentaje pequeño de nuestros ahorros. ¿Acaso cuando usted tiene la intuición de que le va a tocar la lotería se lo juega todo a un número?

Zeltia, cuestión de fe
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